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martes, octubre 01, 2013

Proyecto Upa ...



Como bien sabemos, la fantasía y la imaginación son los elementos que hacen al desarrollo evolutivo en la primera infancia. La fluidez y la flexibilidad conceptual de la imaginación implican el desarrollo feliz, no sólo de la vida emocional, sino también de la vida intelectual. Cuando estimulamos al niño para un mundo poético rico y flexible  lo estamos introduciendo en un mundo mental cargado de vivacidad e intensidad emocional. Los espectáculos que Gabriela Hillar pensó para los más pequeños responden a un concepto radicalmente afianzado: el proceso de convertirse en persona humana está vinculado de forma íntima y fundamental con el desarrollo de la imaginación. A esto responden las tres puestas de la realizadora.


Danza a upa

Gabriela Hillar, ideóloga del proyecto, es quien presenta el espectáculo explicando que lo fundamental en él es respetar la libertad de los pequeños. Solos, comenzarán a seguir lo que sucede en el escenario a medida de que el espectáculo los vaya atrapando. Aconseja a los padres para que dejen que los niños gateen, caminen, trepen por las gradas y que no se preocupen en caso de que suban al escenario, los actores están preparados para bajarlos. Todo con suavidad y afecto. Luego cuenta que es lo que se verá, a través de lo que denominó “coreoformografía” (fusión de artes plásticas y danza), en el encuentro de la libélula Tut y el escarabajo Andrés.
Esta historia danzada se desarrolla en un escenario totalmente despojado donde la hermosa libélula vestida de blanco con sus enormes alas también blancas es lo único que el niño tenderá a focalizar. Tut, baila alrededor del lago (un gran óvalo muy blanco) al que luego hará ondular. Aparece entonces Andrés, el  escarabajo,  vestido con fuertes colores que contrastan con la blancura de libélula, de la misma manera que sus movimientos semejan una bola que se contorsiona por el piso. Luego se incorpora, baila y Tut lo va despojando de su vestimenta como si fueran capas. Con esas bandas de colores juegan y arman enormes flores que por momentos los protegen de la lluvia.
Si el aspecto visual juega un papel fundamental, por los movimientos, gestualidad y colores del vestuario, la música hace un aporte más que relevante. Muy suave por momentos, más rítmica en otros, acompaña cada gesto, cada movimiento. La danza, con alternancia de ritmos, se acompaña con muy pocas palabras, sólo sonidos de contacto social.
Los chiquitos celebran los momentos de humor, algunos acompañan el baile con sus movimientos, otros aplauden y por supuesto, no faltan los que suben al escenario para bailar y tocar, los jóvenes intérpretes los bajan con suavidad y gracia como si fuera un paso de baile, entre otros muchos.


Canciones a Upa

El espectáculo contó con la sala totalmente colmada. Me pregunté preocupada, ¿qué pasará con tantos niños que no superan los tres años? ¿dónde nos meteremos cuándo todos comiencen a gatear y quieran ir y venir por las gradas? Bueno, nada de eso sucedió, salvo una sola niñita que sin ningún tipo de “berrinche”, buscando el ángulo más disimulado del escenario, subía una y otra vez cada vez que la bajaban. Todo un modelo de perseverancia.
Sin ningún tipo de decoración en el escenario, sólo los objetos que protagonizan cada una de las canciones: las enormes manos, las cajas que contienen las pelelas, el títere, la hamaca para sentarlo, los elementos para las torres. Todo más que suficiente para llenar la escena con colorido y alegría, verdadero estímulo para lograr que los chiquitos reconozcan el valor simbólico de las palabras; en su relación palabra - objeto. Todo con buen gusto, nada edulcorado. Canciones con muy buena música y hermosas letras, nada de “ñonería”. 


Circo a Upa
La rutina del clown en el circo: tres payasas sin pintura, sólo con la redonda y gran nariz de payaso que las identifica como tales, interactúan en el escenario que como único decorado presenta en el foro tiras verticales de colores fuertes. Payasas con distinta personalidad: una torpe, una tímida y una osada. Juegan con tres valijas de distinto tamaño de las que sacan los objetos con que  bailan, hacen malabares y generan los gags que sorprenden y provocan la risa de los niños. Las intérpretes se comunican con los chiquitos a través de lo más sensible que tiene el clown: su mirada, curiosa, tierna, transparente. En ella adivinamos lo que vendrá: la picardía y espíritu travieso en una de ellas; los tropiezos y el desbarajuste en otra y la timidez, las dudas y el miedo por tener que animarse, en la tercera.
Vestuario sencillo y colorido. Complementos que refuerzan las distintas propuestas con el fin de intensificar el estado lúdico e imaginativo del espectáculo.

Danza, Canciones y Circo a Upa, tres puestas armónicas en las que están muy bien trabajados y ensamblados todos los signos escénicos. Tres puestas que evidencian un profundo respeto por los más pequeños y por supuesto, por los mayores que quieren algo más que el simple entretenimiento para sus hijos en una salida de teatro de fin de semana.







Danza a Upa. Sábados 15:00 hs. Idea original: Gabriela Hillar. Dirección, Coreografía, Realización de objetos y Puesta en escena: Marisa Quintela. Música Original: Jorge Soldera. Elenco: Jesica Josiowicz, Santiago Verceli Sacaba.


Canciones a Upa. Taller del Ángel. Mario Bravo 1239. T.E.: 4963-1571. Sábados 16:00 hs. Idea original: Gabriela Hillar. Libro: Verónica Bonino. Actúan: Ana Barletta, Mari­a Florencia Piturro, Jessica Josiowincz, Analía Tarrío Lemos, Santiago Vercelli Sacaba, Aldana Zulaica Música: Marcelo Morales, Jorge Soldera. Dirección: Maria Marta Valdez

Duración: 35 minutos



Circo a Upa. Domingo 16:00 hs.  Idea Original y Libro: Gabriela Hillar. Dirección: Gabriela Hillar y elenco. Elenco: Roxana Adet, Verónica Bonino, Ramiro Sureda, Patu Leonardi.







http://www.youtube.com/user/proyectoupa?feature=watch









miércoles, agosto 11, 2010

Berlín 1940 (2009/2010) de Ramón Perelló


Otro marco, otra sociedad, y sin embargo una larga lucha que continúa.


Exclusivo para Luna Teatral María de los Ángeles Sanz


 La puesta en el Taller del Ángel presenta un escenario a la italiana dividido en dos espacios por una doble cortina, la escenografía ambientada desde el sonido en los años de la guerra en el Berlín donde reinaba el terror nazi, ofrece detalles de preciosismo naturalista como la colcha que cubre la cama, lugar donde Ivette realiza su trabajo, descansa de la fatiga del día y se esconde de la muerte de los sueños que nunca van a cumplirse. El rojo inunda la mirada, y un tocador que finge un espejo ofrece con la complicidad del espectador, la duplicidad de una imagen de personas / personajes que esconde secretos difíciles de revelar. La sala de recibo con sillas que en su mixtura de estilo señalan la precariedad del momento, da a la puerta de calle, y contiene una barra donde la bebida será muchas veces el necesario paliativo, al miedo y al dolor tanto adentro de los muros de la casa como en el afuera, más peligroso e intimidante aún. Todos en una rueda infernal víctimas y victimarios, inocentes y culpables según la perspectiva ajena y las circunstancias de un tiempo que no admite matices y que es el momento de la bajeza o de la heroicidad. Los personajes de Perelló están cuando comienza la intriga al límite de sí mismos, como las criaturas sartreanas, puestas al borde de la libertad de elegir ser nobles y firmes con sus pensamientos y sentimientos, o atravesar la propia conciencia ciegos a nada que no sea sólo la ley de la sobrevivencia. En el medio, una historia de amor distinta entre dos hombres también de edades diferentes, que no sólo luchan por los prejuicios cotidianos sino con la maquinaria sangrienta que mata al diferente y oculta sus propias perversiones. Pero si de lealtades se trata, son los personajes marginales, aquellas que la sociedad toma como desechos a ser expurgados los que dan ejemplo de coraje y de un amor al hombre y a la humanidad toda, más allá de los límites posibles. El amor de esa madre, madame Rochel, (Ana Nani) hacia su hijo, Gerard, (Diego Gemoli) es prejuicioso y egoísta aún en su entrega a todo y nada; mientras Ivette, (Daniela Palacios) la prostituta, se ofrece al sacrificio por lealtad y cariño a la madama o tal vez, porque siente que no tiene nada que perder ni que ganar en ese mundo que sólo piensa en la muerte y en provocar dolor. El amor de André lleva a este a querer saber como es la madre del hombre que ama y sobre todo a buscar la forma de salvarle la vida, porque lo quiere vivo aún sin él. Entre André e Ivette el autor teje una relación de amistad, a pesar de la aridez del comienzo, que los auna luego en el acto final de entrega. El texto que presenta un dilema que conserva vigencia más allá del marco socio – histórico, tiene sin embargo algunos problemas de lenguaje que desconciertan al espectador y se extiende en reiteraciones innecesarias que producen una caída en la intensidad dramática; Ivette se pronuncia en un lenguaje soez adecuado a su clase pero no a su tiempo histórico, no parece una cocotte francesa sino un arrabalera del abasto en los cuarenta en Buenos Aires1, si bien su intervención que es fundamental en la puesta logra algunos momentos de distensión y alivio, su manera de trabajar el personaje resulta en otros sobreactuada, falsa, son mejores sus momentos cuando se relaciona con el personaje de André y hacia el final cuando pretende ser la mucama de una pensión; se podría afirmar que las actuaciones femeninas tienen un registro más declamatorio menos interiorizado como un texto de poética realista requiere, mientras la actuación semántica corre por cuenta de los personajes masculinos que logran conmover y crear el verosímil y la empatía. De todas formas la dirección de Walter Guzmán logra reunir hacia la secuencia final la fuerza para dejar al público conmovido. Berlín 1940 es una puesta que busca conciliar la denuncia de un mundo donde el prejuicio lleva al holocausto de una sociedad, que se sostiene desde lo más pequeño, el horror a lo distinto; con una mirada de esperanza en la capacidad de renuncia y amor de algunas almas aún dentro del horror que la mayoría supo conseguir.



Ficha técnica: Berlín 1940 de Ramón Perelló. Elenco: Ana Nani, Daniela Palacios, Guillermo López, Diego Gemoli. Escenografía y vestuario: Valle de Huaco. Dirección: Walter Guzmán.


1 Tal vez en ese lenguaje que atraviesa las épocas, se pueda hacer una lectura tangencial sobre un suceso que bien podría haberse producido en la Argentina en 1976. 

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