Otro marco, otra sociedad, y sin embargo una larga lucha que continúa.
Exclusivo para Luna Teatral María de los Ángeles Sanz
La puesta en el Taller del Ángel presenta un escenario a la italiana dividido en dos espacios por una doble cortina, la escenografía ambientada desde el sonido en los años de la guerra en el Berlín donde reinaba el terror nazi, ofrece detalles de preciosismo naturalista como la colcha que cubre la cama, lugar donde Ivette realiza su trabajo, descansa de la fatiga del día y se esconde de la muerte de los sueños que nunca van a cumplirse. El rojo inunda la mirada, y un tocador que finge un espejo ofrece con la complicidad del espectador, la duplicidad de una imagen de personas / personajes que esconde secretos difíciles de revelar. La sala de recibo con sillas que en su mixtura de estilo señalan la precariedad del momento, da a la puerta de calle, y contiene una barra donde la bebida será muchas veces el necesario paliativo, al miedo y al dolor tanto adentro de los muros de la casa como en el afuera, más peligroso e intimidante aún. Todos en una rueda infernal víctimas y victimarios, inocentes y culpables según la perspectiva ajena y las circunstancias de un tiempo que no admite matices y que es el momento de la bajeza o de la heroicidad. Los personajes de Perelló están cuando comienza la intriga al límite de sí mismos, como las criaturas sartreanas, puestas al borde de la libertad de elegir ser nobles y firmes con sus pensamientos y sentimientos, o atravesar la propia conciencia ciegos a nada que no sea sólo la ley de la sobrevivencia. En el medio, una historia de amor distinta entre dos hombres también de edades diferentes, que no sólo luchan por los prejuicios cotidianos sino con la maquinaria sangrienta que mata al diferente y oculta sus propias perversiones. Pero si de lealtades se trata, son los personajes marginales, aquellas que la sociedad toma como desechos a ser expurgados los que dan ejemplo de coraje y de un amor al hombre y a la humanidad toda, más allá de los límites posibles. El amor de esa madre, madame Rochel, (Ana Nani) hacia su hijo, Gerard, (Diego Gemoli) es prejuicioso y egoísta aún en su entrega a todo y nada; mientras Ivette, (Daniela Palacios) la prostituta, se ofrece al sacrificio por lealtad y cariño a la madama o tal vez, porque siente que no tiene nada que perder ni que ganar en ese mundo que sólo piensa en la muerte y en provocar dolor. El amor de André lleva a este a querer saber como es la madre del hombre que ama y sobre todo a buscar la forma de salvarle la vida, porque lo quiere vivo aún sin él. Entre André e Ivette el autor teje una relación de amistad, a pesar de la aridez del comienzo, que los auna luego en el acto final de entrega. El texto que presenta un dilema que conserva vigencia más allá del marco socio – histórico, tiene sin embargo algunos problemas de lenguaje que desconciertan al espectador y se extiende en reiteraciones innecesarias que producen una caída en la intensidad dramática; Ivette se pronuncia en un lenguaje soez adecuado a su clase pero no a su tiempo histórico, no parece una cocotte francesa sino un arrabalera del abasto en los cuarenta en Buenos Aires1, si bien su intervención que es fundamental en la puesta logra algunos momentos de distensión y alivio, su manera de trabajar el personaje resulta en otros sobreactuada, falsa, son mejores sus momentos cuando se relaciona con el personaje de André y hacia el final cuando pretende ser la mucama de una pensión; se podría afirmar que las actuaciones femeninas tienen un registro más declamatorio menos interiorizado como un texto de poética realista requiere, mientras la actuación semántica corre por cuenta de los personajes masculinos que logran conmover y crear el verosímil y la empatía. De todas formas la dirección de Walter Guzmán logra reunir hacia la secuencia final la fuerza para dejar al público conmovido. Berlín 1940 es una puesta que busca conciliar la denuncia de un mundo donde el prejuicio lleva al holocausto de una sociedad, que se sostiene desde lo más pequeño, el horror a lo distinto; con una mirada de esperanza en la capacidad de renuncia y amor de algunas almas aún dentro del horror que la mayoría supo conseguir.
Ficha técnica: Berlín 1940 de Ramón Perelló. Elenco: Ana Nani, Daniela Palacios, Guillermo López, Diego Gemoli. Escenografía y vestuario: Valle de Huaco. Dirección: Walter Guzmán.
1 Tal vez en ese lenguaje que atraviesa las épocas, se pueda hacer una lectura tangencial sobre un suceso que bien podría haberse producido en la Argentina en 1976.
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