La sala del Teatro del Artefacto es el marco adecuado para la propuesta de Marcelo Mahmud, a modo de cámara negra las breves escenas “cinematográficas” de la secuencia inicial se van intercalando por “fundidos a negro”; luego, algunas escenas que se repiten a un ritmo acelerado – una taza de café para el jefe, ordenes y reclamos para los oficinitas,…- y otras como imágenes congelas le van imprimiendo a la obra un ritmo dinámico y sugerente. En el espacio real representado los personajes grises, monocromáticos – y no solo por la vestimenta- están hacinados en una oficina cualquiera, totalmente alienados y añorando el subsuelo, pues ahí su rendimiento era mayor porque no existía ninguna posibilidad de distracción y por lo tanto de error. En cambio, ahora, el espacio virtual representado fractura esa monotonía y se impone, el silbato de los buques que llegan y parten como también la posibilidad que permite el ventanal de ver ese espacio ajeno despiertan los sueños adormecidos de los empleados por el modo de producción capitalista e imaginan que el ocio es posible. El deseo, se filtra por los ventanales de esa oficina, se cuela por los resquicios que permiten ingresar el sonido, y permite soñar con que los sentidos pueden expandirse en geografías distantes a la gris presencia del papel que la burocracia y el trabajo mecánico impide al pensamiento libre. Los personajes imaginados por Arlt, de una atemporalidad que los convierte en clásicos, son un espejo de un presente que también atiborrado de ofertas que exaltan la sociedad del ocio, ocultan tras las paredes del trabajo sin sentido, o con un sentido ajeno, la proyección de los sueños sin cumplir. La virtualidad que reemplaza a la acción directa, la fantasía de estar conectados con el mundo no ya a través de la narración oral de una experiencia ajena, sino con el contacto vía Internet de los espacios deseados y prohibidos, tienen en la textualidad arltiana una mirada profética que no sólo da muestras de su cotidianidad sino que anticipa un mundo cada vez más frío y mecanizado. La puesta anuda pasado y presente con la sustitución de teclados en vez de las características máquinas Underwood del tiempo del enunciado; y propone una construcción de los personajes cuya poética es en algunas casos la caricatura; sin embargo salvo en algunos momentos y en algunos personajes, como la actriz que encarna a la mujer de maestranza, no lo logra del todo, y por momentos queda la intención a mitad de camino a pesar de respetar el texto, y la lectura que el autor hizo de la idiosincracia de su mundo cotidiano.
Ficha Técnica: Actúan: Yamila Flores, Marcelo Mahmud, Analía Maldonado, Ariel Mele, Ana Laura Rúbeo, María Viau, Ricardo Viveros, Vestuario: Yamila Flores, Escenografía: Marcelo Mahmud, Ángel Romero, Ricardo Viveros. Diseño de luces: Marcelo Mahmud. Música: Martín Di Taranto. Diseño gráfico: Sabrina Pintos. Dirección: Marcelo Mahmud. Teatro del Artefacto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario