Todos los pueblos tienen un sueño o varios
Exclusivo para Luna Teatral Azucena Ester Joffe, María de los Ángeles Sanz
Una puesta en escena para conseguir los favores del Intendente de Coronel Pringles, todos los preparativos ante su llegada, otra puesta, la pieza de Amanda, que quiere ser estrenada, por un grupo de actores vocacionales, en la inauguración de un teatro cerrado hace ya casi dos décadas y que se abrirá bajo la promesa del Intendente; trama sobre trama que además va construyendo la historia de un lugar, de un tiempo, y de una serie de personajes que se nutren en la tradición del costumbrismo, y dejan caer como al descuido todas las bajezas y miserias, el amor y el desaliento, la ambición y la traición que tejen su intriga. Los desencuentros y la discriminación por el poder, por el dinero, o por la diferencia forman parte de un entramado que relativiza su problemática con un humor por momentos inocente y por otros cruel. La actuación que apela a la exterioridad y el estereotipo en un alto registro paródico produce el efecto necesario para provocar la risa del espectador, sin llegar al patetismo. Los personajes y las situaciones disparatadas, desopilantes, no permiten el quiebre de la ternura, sino que el juego permanente con la caricatura permite un distanciamiento reflexivo1. Desde el programa de mano el espacio de ese Bar “Gilberto e hijo” plantea un trabajo con la parodia y la ironía, Cafetería/ actores y actrices, precio/ personajes; sándwiches/ precio, bebidas / dirección: son rubros que componen la carta de ese lugar característico de los pueblos, el bar-almacén donde todos se reúnen para lograr un sueño, pero también para exponer y ocultar sentimientos. Las situaciones donde la relación entre el cuerpo de los actores y el uso del espacio se quiebra por la torpeza de los personajes, y una escenografía que busca mostrar la precariedad del entorno, la pobreza de recursos que los rodean y que ofrecen un fuerte contraste con la dimensión de sus sueños. Este espacio desde una perspectiva naturalista ancla a los personajes paródicos en antaño, la cuidadosa elección tanto del vestuario como de los pequeños objetos tiene una textura nostálgica y necesaria para crear la atmósfera que el texto espectácular requiere. A partir de la disposición del espacio teatral, el espacio escénico adquiere también a través de la escenografía un límite difuso: representar un drama, una obra, la parodia que nos muestra al objeto parodiado -la ilusión de un grupo de actores no profesionales- y, a su vez, le rinde un merecido homenaje –a todos aquellos que hacen posible una sala teatral abierta, la comicidad es el principio constructivo y la propuesta de El primer drama de Amanda merece el brindis que la realidad representada lleva a cabo.
Ficha Técnica: Elenco: Giovanni Bellizzi, Camila Rosato, Valeria Pontoriero, Paula Alais, Marina Otero, Nicolás Blandi, Mariana Mayoraz, Graciana Luna, Martin Berra. Diseño de Iluminación: Claudio Del Bianco. Diseño de Vestuario: Ana Clara Guarino. Diseño grafico: Juan Mako. Escenografía: Emilia Pérez Quinteros. Fotografía: Julia Celeiro. Operación Técnica: Alejandro Galerti. Coordinación Artística: Bernardo Cappa. Dirección y Puesta en escena:Juan Mako, Luciana Martínez Bayón. Prensa: Tehagolaprensa. Teatro Pan y Arte
1El teatro realista del siglo XXI, ya no cree en los grandes discursos, y en los cambios sociales que la palabra producirá, sus temáticas se reducen a un mundo pequeño, fragmentado, poblado de seres con problemáticas que los abarcan y los aíslan como islas, presentados en un presente, ya que presentan una situación, un momento, un corte, en algunas puestas, sin marcas referenciales de tiempo y espacio. Su problemática es el individualismo, el miedo, la soledad, la violencia de todo tipo, la variable de género, sin tesis, sin bajada de línea del autor de aquello que debe ser, sin personaje embrague. Si el realismo del siglo XIX era descriptivo y crítico, el presente sólo aparece descriptivo, un mosaico que muestra la fragmentación del afuera a través de la fragmentación del adentro de la ficción, pero que no pretende cambiar el mundo, sino que bucea para comprender el por qué de la pena, del dolor, del abandono del hombre por el hombre. El realismo, hoy como género se presenta no como un relato con prehistoria y con la formulación de una tesis hacia un futuro posible sino como el fragmento de un presente continuum donde las acciones y sus actores son fácilmente reconocibles, sin final feliz ni moraleja, planteo cargado de matices que nos llevan a la identificación y a multiplicidad de sensaciones pero que no proponen, una única salida. Además se atreve con personajes marginales a quienes incorpora a la cotidianidad sin estigmatizarlos. La mirada que algunas puestas hacen hacia la poética de un realismo costumbrista consiste en reflejar los usos y costumbres sociales sin analizarlos ni interpretarlos, ya que de ese modo se entraría en el realismo, con el que se haya directamente relacionado. Así, se limita a la descripción, casi pictórica, de lo más externo de la vida cotidiana. Este género teatral ha dado grandes obras en el sistema del Río de la Plata. La descripción que resulta es conocida como "cuadro de costumbres” también llamados artículos de costumbres; bocetos cortos en los que se pintan costumbres, usos, hábitos, tipos característicos o representativos de la sociedad, paisaje, diversiones y hasta animales, unas veces con el ánimo de divertir (cuadros amenos) y otras con marcada intención de crítica social y de indicar reformas con dimensión moralizadora. Las características de los cuadros de costumbres son: un acendrado localismo en sus tipos y lengua; color local, énfasis en el enfoque de los pintoresco y representativo; popularismo; sátira y crítica social, con intención de reforma; infiltración del tema político-social; reproducción casi fotográfica de la realidad con escenas a veces muy crudas y vocabulario rudo y hasta grosero; colorido, plasticidad.
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