O cuando la mentira es la verdad
Exclusivo para Luna Teatral María de los Ángeles Sanz
La escenografía en sesgo muestra el locus de un bar donde grandes paneles son el ícono de la ciudad, mientras hacia la derecha del espectador se reflejan imágenes que se modifican según avanza la intriga, símbolos que resumen la secuencia que los actores desarrollan; hacia la izquierda dos pequeñas mesas despojadas de estilo, posmo en su minimalismo, ubican al espectador en participante silencioso de un instante, breve acontecimiento donde se suceden los encuentros entre la pareja de Pedro y Seba, y la azarosa coincidencia entre Ema y Cristóbal. Sin lógica casual, sino en la simultaneidad temporal que la época impone, el personaje de Ema despliega su capacidad histriónica, construyendo relatos que mixturan la realidad y la ficción de su vida y de su trabajo, ella es una actriz que está filmando una película de extraño guión, cuyo idea le debe mucho a las comedias blancas de Hollywood desde la estructura de los diálogos y en particular a Novia fugitiva con Julia Roberts. El personaje se presenta a sí misma con una característica, ser mitómana, mecanismo de defensa ante un mundo que ofrece pocas alternativas para la sinceridad. El texto atraviesa la temática de la soledad en compañía, de la búsqueda incesante de certezas y de una verdad que sostenga la fragilidad de las relaciones; pero la puesta descree de los dos conceptos: certeza y verdad, y despliegue como las muñecas rusas, una a una, las múltiples posibilidades de interpretación que los hechos presentan y la construcción de la realidad a través del discurso. La incursión de los bailarines, la propuesta cinematográfica en el discurso y en el uso de la pared - pantalla, la metateatralidad presente siempre en los diálogos y en las acciones, buscan dar cuenta de la imposibilidad de captar la totalidad desmesurada que la realidad propone. Todas las secuencias desde la asimetría en el escenario – bar, convergen en un punto de fuga donde la certidumbre es horadada por el azar, y este a su vez por el destino marcado en el tarot; cuya lectura bajo la mirada e interpretación de Ema es otra construcción posible en un mundo de inciertos sucedidos. Las buenas actuaciones le dan soltura y credibilidad a los personajes, destacándose lo realizado por Lucrecia Geraldi y su atractiva e inesperada Ema. El amor, la verdad como concepto de perdida funcionalidad, la soledad, la sexualidad, la amistad, los recuerdos, el frenesí del trabajo que ayuda a no pensar, ni ver ni sentir, todo transcurre en el tiempo de la puesta a un ritmo ligero que sin embargo permite la reflexión y la empatía. La propuesta de Hermida se construye con todos los tópicos que el teatro de los noventa propuso mientras le agrega el componente delicado del humor de comedia, que tan poco se encuentra en nuestros escenarios.
Ficha técnica: La verdad fugaz de Guillermo Hermida. Elenco: Lucrecia Gelardi, Pablo Cura, Mariano Farrán, Luciano Correa, Luciana Dulitzky. Dirección: Guillermo Hermida. Escenografía y vesturario: Sebastián Sába. Iluminación: Ricardo Sica. Coreografías: Darío Dorzi. Música: Federico Marrale.
1 Guillermo Hermida estudió actuación con María Vanner, Lito Cruz, Agustín Alezzo, Cristina Rotta, Willy Ianni, Joy Morris (Método Actors Studio) y Carlos Gandolfo, por quien fue becado para realizar un Taller de Actuación y Neurolengüística en 1996. También estudió Canto con Alicia Allerand (2001/02) y con Karina K. (2004) y Barrater con Karina Livingston. (1999). Realizó un Taller de dirección con Guillermo Cacace (2006) el Taller de entrenamiento (sobre “Dandín, o el marido engañado” de Möliere) con Guillermo Cacace (1997). Además estudió Dibujo y plástica, y es Técnico en Diseño y Promoción Publicitaria
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