domingo, septiembre 30, 2012

Persona por Paulo San Martín, Sabrina San Martín, Marcelo Saltal





La Sala /Escuela Habitándonos, se encuentra en el corazón del Abasto, lugar que desde hace años es uno de los centros del teatro de autogestión. Hotel que fue recuperado, ya hace cinco años, por Cecilia Colombo y Alberto Ivern, donde también participa Lucía Lerendegui, y que posee salas de ensayo, un lugar donde se brindan clases, se llevan adelante exposiciones, muestras, conferencias y representaciones teatrales. Haciendo un poco de historia:

El lugar era una enorme casa en ruinas a la cual los vecinos denominaban “El Hotel”. Rasqueteando sus viejas paredes aparecía una misma leyenda escrita en azul sobre placas de chapa esmaltada: “es prohibido escupir en el suelo”, ordenanza municipal, 21 de abril de 1902. Era casi el único rastro que quedaba –además del cartel en la puerta-, del hotel “LUGO”, creado por Martin Anta, oriundo de esa localidad española, para los inmigrantes que llegaban desde Europa a Buenos Aires. Cecilia y Alberto soñaban con abrir un centro de integración cultural, al cual bautizarían “habitándonos”. Los  vecinos en cambio presagiaban una catástrofe: “mire que El Hotel se está cayendo”, les aseguraban. Pero esa tenaz profecía, junto a la falta de papeles y probables juicios sucesorios, el estado deplorable de los techos y el hecho de estar ocupado por intrusos…que tanto espantaba a los probables compradores, fue lo que les permitió a estos artistas, concretar su sueño sin tener que empeñar en ello más que sus escasos ahorros y la venta del pequeño departamento en el que vivían. Hoy en “Habitándonos” anidan entre otras iniciativas, una sala teatral [1], la sede central de la Escuela Latinoamericana de Mimo y Teatro Corporal, el Taller de Teatro y entrenamiento corporal expresivo, entre otras muchísimas iniciativas artísticas y culturales. En 2011 Habitándonos fue declarado "Embajada de Paz" por el Honorable Senado de la Nación, a instancias de la ONG "Mil milenios de paz" y el Consejo Argentino por la Paz.


En ese espacio que es prueba evidente de que el teatro es mágico y pone en acto aquello que la imaginación se atreve a insinuar, se lleva adelante una pieza que trabaja sobre todo con la subjetividad.  La puesta  desde el título, Persona1, pone en escena una indefinición, persona es un sustantivo que encierra un concepto pero que no propone una referencialidad. Sin embargo, los tres personajes que habitan la escena si tienen cada uno una identidad compleja que aparece negándose a sí misma desde la palabra y desde el silencio. El Sr Vogler, la enfermera Alma, y su hermana “la Numis” son tres en uno como la Santísima Trinidad. Nada aparece como una realidad concreta, y la primera categoría que cae es la de verdad. La realidad está construida desde la mascarada y el absurdo, desde lo bizarro y lo grotesco, desde el relato unívoco de la enfermera que trasvierte su sexualidad, ya que es un hombre con tacos altos, cartera y uñas pintadas pero que conserva su barba, y su ropa masculina, mientras su hermana ¿alter ego de sus fantasías eróticas? Despliega su sensualidad delante del Sr Vogler y del espectador que asiste al desafío de ser interpelado desde el cuerpo y la violencia que se ejerce sobre él. Las muy buenas actuaciones logran desde el cuasi – monólogo de Paulo San Martín, la intensidad del trabajo con el cuerpo de Sabrina San Martín y la expresividad del gesto de Marcelo Saltal, que los climas se sucedan sin descanso, envolviendo al espectador en una espiral, en una vorágine donde la incertidumbre de los sucesos presentes y los evocados pone siempre en cuestión la certeza de lo expresado, desde el silencio  y la comprobación de lo que perciben los sentidos. La muerte que acecha en las flores, en la escopeta, en el relato de la enfermera Alma, busca ser neutralizada por los actos repetidos y convencionales que la sociedad le pide a los hombres; “personas” que encierran una y muchas entidades dentro de sí, y que tras la máscara de la normalidad ocultan el cielo y el infierno que los habita. Un trío compuesto por seres que se duplican, Vogler y el Rey del Karaoke, Alma enfermera /enfermero, la Numis la hermana de Alma y la seductora de Vogler. ¿Por qué la puesta nos incomoda y nos sensibiliza al mismo tiempo? Tal vez porque pone en acto nuestra propia inestabilidad, nuestros miedos, la fragilidad de nuestras máscaras, los secretos que nos constituyen en lo más oculto de nuestra conciencia, y la única certeza posible e ineludible, la de la muerte. Relato que enmarca otros relatos, que se extienden para concentrarse en un punto hacia el final, donde la soledad se produce por la eliminación del otro, ese otro que nos perturba en su presencia acusadora. Relatos que en el nivel profundo de la historia son fuerzas, corrientes que se chocan y se desplazan constantemente. A otro nivel, no tan profundo pero igualmente intenso, también se genera cierta incomodidad espectatorial de manera arbitraria y totalmente provocada desde el espacio escénico. Un espacio muy reducido que involucra necesariamente al público, no por los límites físicos de la Sala sino por la manera en que está armado el dispositivo escénico. Otro tema importante es la abundancia de elementos kitsch, o mejor dicho “lo camp”, siguiendo a Sontang:


Es más, la esencia de lo camp es el amor a lo no natural: al artificio y la exageración. Y lo camp es esotérico: tiene algo de código privado, de símbolo de identidad incluso, entre pequeños círculos urbanos. (1984: 303)


La novelista y ensayista da más de 50 notas sobre “lo camp” y, en particular, nos parece pertinente la siguiente nota en relación a Persona:


10. El camp lo ve todo entre comillas. No será una lámpara, sino una«lámpara»; no una mujer, sino una «mujer». Percibir lo camp en los objetos y las personas es comprender el Ser-como-Representación-de-un-Papel. Es la más alta expresión, en la sensibilidad, de la metáfora de la vida como teatro. (308)


Porque consideramos que la propuesta de este hecho teatral, en especial, es poner entre comillas las categorías y códigos teatrales preestablecidos, poner entre comillas la cotidianidad y la rutina, para indagar sobre el artificio desde otras posibles perspectivas, otras diferentes miradas, sin olvidar lo mágico y lo ritual de cada representación teatral.









Persona por Paulo San Martín, Sabrina San Martín, Marcelo Saltal. Diseño de iluminación: Claudio Alejandro del Bianco. Realización de dispositivos lumínicos: Claudio Alejandro del Bianco.  Diseño de vestuario: Pía Drugueri. Fotografía: Sol Blanco. Musicalización: Galo Ontivero Asistente de dirección: Sofía Dunayevich Daly. Dirección: Galo Ontivero. Sala Habitándonos.













Las Heras, Antonio, 2003. Psicología junguiana. Buenos Aires: Editorial Trama.

Sontag, Susan, 1984. “Notas sobre lo ‘camp’” en Contra la interpretación y otros ensayos. Barcelona: Seix Barral: 303-321.








1 La persona o Máscara: Jung denomina Persona a un aspecto del psiquismo que forma parte del Consciente que está en contacto directo y continúo con el mundo exterior. Se trata de una “parcela de psique colectiva”. La única con jurisdicción directa en el campo de lo Consciente. Es el “rostro externo” de la psique. Extrae este término del griego “prosophon”, que significa máscara, nombre de los disfraces – armaduras que los actores griegos usaban sobre sus rostros cuando realizaban actuaciones teatrales representando animales, dioses o seres humanos; instrumentos al servicio de la sobrevivencia. (Las Heras, 2003, 27)




viernes, septiembre 28, 2012

¿Quién es Ramona Reyes ? | Octubre 2012







Jornada de Animación | 29 de septiembre | 13 hs



Viñetas Serias te invita al cine.
Jornada de Animación.
29 de septiembre desde las 13 hs - Cine Cosmos Uba
Corrientes 2046 | CABA
www.vinetasserias.com.ar

cosmosuba.wordpress.com

Coordinación: Máximo Eseverri, Mónica Kirchheimer y Laura Tusi

13:00hs: Cinepa – Rescate y preservación de cine de animación argentino

Las películas de animación realizadas y distribuidas por Cinepa permanecen prácticamente desconocidas, a pesar de haber alcanzado un nivel de producción industrial en la década del ´50. La labor conjunta del Museo del Cine“Pablo Ducrós Hicken”, su directora, Paula Félix-Didier y el investigador Raúl Manrupe posibilitó el rescate ypreservación de una colección de películas de esa casa productora, pieza fundamental de la producción audiovisual argentina. Ambos dialogarán sobre este patrimonio y las políticas de preservación del cine de animación.

15:00 hs: Panorama de animadores argentinos
Se proyectarán cortometrajes y fragmentos de largometrajes de la Cooperativa de Trabajo Animadores de Rosario Ltda., Esteban Echeverría, Florencia Faivre y Pablo Faivre, Pablo Polledri, Pablo Rodríguez Jáuregui y Juan Pablo Zaramella, entre otros.

16:30hs: Homenaje a Caloi. El dibujante de Clemente
Carlos Loiseau (1948-2012), mejor conocido como “Caloi” es sin lugar a dudas uno de los más importantes dibujantes, ilustradores e historietistas de Argentina. Sin embargo, esta semblanza no termina de hacerle justicia. Acostumbraba a presentarse simplemente como “dibujante de Clemente”, pero ha trabajado de manera sistemática en la difusión de un cine-arte especializado en la animación nacional e internacional, dándole espacio y pantalla a obras inaccesibles por otros medios. Este pequeño homenaje reúne algunos bloques del programa televisivo Caloi en su tinta y el making-off del cortometraje de su autoría compilado recientemente en el largometraje Anima Buenos Aires, que se convirtió inesperadamente en su obra póstuma.




miércoles, septiembre 26, 2012

Afrolatinoamericanas. De voces, susurros, gritos y silencios de Lea Geler y Alejandra Egido


En el espacio de El Museo de las Mujeres, se presentó en tres funciones, una para  público invitado, y dos para público en general una puesta que trabaja sobre dos categorías, género y etnia, unidas en una misma problemática: la discriminación. En un planteo de encrucijada histórica, desde la Colonia hasta nuestros días, el tema de la violencia sobre los cuerpos femeninos, la fuerza sobre la razón y la justicia, el cuerpo convertido en objeto, en mercancía; tierra fértil para el deseo y el lucro, son las temáticas puestas en acto en la sala que albergaba a un público ansioso por el discurso escénico que desde el relato y la danza, daban cuenta del proceso inacabado de la recuperación de la palabra, para dar cuenta de una narración oculta no dicha por el discurso oficial. Las querellas familiares que encerraban dos tipos de abusos sobre los cuerpos, el primero sobre las esclavas negras compradas en la feria de novedades, y luego convertidas en mancebas de sus amos, madres de sus hijos naturales; y el producido sobre las mujeres en general en una época donde sus derechos no existían porque su calidad de sujetos históricos tampoco estaba reconocida, da pie para el inicio, para la llegada de las actrices a la arena de esa plaza – circo donde desde una voz en off se nos invita a presenciar un espectáculo único. Cubiertos los rostros de las esclavas con velos negros, sin velo la mujer del amo que reclama un trato justo para sí, y que solicita la complicidad de la palabra de aquellas que si bien están en registro inferior de clase, son compañeras de abusos e infortunios en una tierra donde la ley patriarcal es el universo conocido. La iglesia y su aceptación del statu quo, cuando no la incitadora al mismo, está también presente en el relato, cómo no podría estarlo, cuando en la intervención de la defensa de los derechos de la mujer se trata para imponer un criterio autoritario y restrictivo. La puesta acierta cuando pone en evidencia como ese discurso distorsiona la mirada de todas, y provoca el enfrentamiento de quienes deberían estar unidas por el dolor y la necesidad de justicia. El rol de la mujer en las luchas de Independencia, y sobre todo de la mujer negra, que busca en una geografía distinta, su hogar, su patria y su destino, acallando muchas veces la voz de los ancestros que sin embargo emerge con fuerza en la canción y en la danza, donde el cuerpo por fin expresa en libertad su propia historia. La performance propuesta por Lea Geler y Alejandra Egido es la puesta en escena de diferentes textos escritos por mujeres afrolatinoamericas, tanto textos históricos como poéticos[1] que nos llevan por un recorrido vivencial desde el siglo XVIII al presente. La puesta in situ en el espacio del Museo de la Mujer, lugar de mil y una historias vivas, desborda de público que intenta ingresar para poder atrapar un retazo de esos crueles relatos. Mientras el espacio del público se amplia, por dicho motivo, se reduce el espacio escénico, y en ambos se contaminan lo histórico, lo social y lo privado, de las pequeñas narraciones compartidas. El clima, entre lo ritual y lo real, se va construyendo a partir de la intensidad del discurso en primera persona de cada performer. Relatos que tienen su núcleo duro en la problemática de género, que tienen que ver con el lugar que estas distintas mujeres han ocupado a lo largo de la historia,  como también el lugar que cada una de las actrices ocupa hoy en nuestra sociedad. La fuerte impronta femenina que se genera, en los 45 minutos que dura la performance, permite que nosotros como receptores confirmemos que “la vida real ha invadido al teatro”. Siguiendo a Schechner:

Se ha escrito mucho sobre la performatividad creciente de la vida cotidiana, sobre los modos en que el teatro ha influido y se ha infiltrado en religión, política, medicina, profesionales, deportes y casi cualquier otra cosa que se nos pueda ocurrir. Aquí hablo de un movimiento en la dirección opuesta. Los modos en que la autenticidad, real o supuesta, de la religión, el compromiso, la creencia, etcétera, han contribuido a formar un teatro que se cree, un tipo de teatro donde actores y receptores (“espectadores” o públicos” son palabras demasiado pasivas) están completamente comprometidos en lo que están haciendo. Son suyas las historias, los personajes son ellos mismos o personas que ellos conocen, las situaciones son específicamente pertinentes a sus vidas, los lugares donde actúan son parte específica de su comunidad; a menudo, sus acciones tienen consecuencias. En el teatro que se cree, la vida real ha invadido al teatro (2000: 149)

Especialmente, en las cuatro actrices que ingresan con sus rostros tapados, vedados, como si negando sus facciones pudiéramos ver en ellas a aquellas tantas mujeres afrolatinoamericanas, mujeres que a pesar de ser sometidas y ultrajadas tuvieron el coraje y la dignidad para engrandecer su condición de mujer, en primer lugar, y de latinoamericanas, y de su ascendente africano. Si la población negra, en general, fue silenciada, la mujer en especial, fue animalizada. Cincos personajes que exigen, entre el llanto y el grito mudo, ante una sociedad que las ha invisibilizado, personajes que se construyen a partir de la fuerza interior de cada actriz, explicitando una corporalidad femenina. Tristes huellas en nuestra memoria, cicatrices que aún sangran, pero que son necesarias para la construcción de nuestra identidad, individual y social, para terminar de una vez y para siempre con aquel circo –que se menciona al inicio y al cierre del hecho teatral- que invitaba, “pasen y vean”, a observar a ese “otro” considerado diferente. El planteo de esta performance es una experiencia casi religiosa, en su sentido más laico, en tanto que es una experiencia en comunidad, donde todas y todos tenemos un punto de encuentro con estos testimonios de vida que desde el espacio lúdico nos interpelan y nos hace tomar consciencia de todo lo que falta por hacer. Por último queríamos destacar que a partir del 5 de octubre, Afrolatinoamericanas se presentará todos lo viernes de octubre y de noviembre  a las 20: 30 en el Centro Cultural Raíces que está en Agrelo 3045.





Afrolatinoamericanas. De voces, susurros, gritos y silencios. Guión y selección de textos: Lea Geler y Alejandra Egido. Elenco: Carmen Yannone, Irene Gaulli, Silvia Balbuena, Anastasia Jiménez, Natalia Morales. Voz en off: Derli Prada. Coreografía: María Zegna. Diseño Luces y Equipo Técnico: Leandra Rodríguez, Santiago Schaerer. Diseño Escenográfico: Adrián Levy. Vestuario: María Ontiveros. Dirección: Alejandra Egido. Museo de la Mujer.
Y queríamos destacar que a partir del 5 de octubre, Afrolatinoamericanas se presentará todos lo viernes de octubre y de noviembre a las 20: 30 en el Centro Cultural Raíces que está en Agrelo 3045 CABA




http://www.museodelamujer.org.ar/index.html







Schechner, Richard, 2000. “Teatro que se cree” en Performance. Teoría y Prácticas Interculturales. Libros del Rojas: Universidad de Buenos Aires. 231-152.








[1]
Piezas adaptadas [según la gacetilla entregada antes de la función] de:

Siglo XVIII:
- Declaración en Buenos Aires de Paula Gorman, negra esclava del Dr. Don Miguel Gorman, en 1789, para ser separada de su amo.

Siglo XIX:
- Carta escrita en 1821 por la esclava Josefa Tenorio a San Martín, Monteagudo y Guido, en la que pide su libertad después de haber servido a la patria en sucesivas batallas.
- Recreación del juicio de divorcio ocurrido en la ciudad de Córdoba (Argentina) entre 1805 y 1841.
- Poema afrofemenino anónimo titulado “El aire y el agua”. Reproducido en el periódico afroporteño La Perla, 1878.
- Pieza de Eduardo Gutiérrez sobre Mamá Carmen (ca. 1879), escrita durante la Campaña al Desierto.

Siglo XX y XXI:
- Poema “Porque me da la gana”, de Shirley Campbell Barr (Costa Rica.)
- Poema “Elogio para las negras viejas de antes”, de Georgina Herrera (Cuba)
- Diario del Carolina María de Jesus (Brasil)



A partir del 5 de octubre todos los viernes
de octubre y de noviembre a las 20:30 hs

en el Centro Cultural Raíces que está en Agrelo 3045.


martes, septiembre 18, 2012

Arena entre la carne y el hueso de Bea Odoriz





Ella: La  calle por donde venía  tenía adoquines, pero no pretendía nada con eso. Era solo una calle que tenía adoquines y yo caminé mucho hasta llegar. Me gustaba caminar por esa calle porque todo era más lento y me gusta ir más lento o hablar más lento  ¿te hablo más lento? No veía bien la calle, ni mis pies  sobre la calle. Todo  lo que pisaba parecía borrarse para siempre y eso me daba tristeza. Ahora trato de acordarme para que no desaparezca. Creo que  pisé charquitos cuando venía. Charquitos sobre adoquines que no pretendían nada… Estoy pisando sangre, pensaba, ¡Sangre, que susto! ¿Habré pisado sangre? Guardo la carta, papá, en mi cabeza la guardo. Me enojé y vos me escribiste tantas cosas hermosas y yo con siete años. Me la repito todavía, para que no se me vaya (silencio) Tal vez no te gusta que éste acá,  intente distraerme para no venir, te lo juro ¡Estoy llena de cuchillos! (Ella se acerca más a la puerta. La acaricia. Silencio.) ¿Te acordas de la carta? Vine porque la escribiste y porque se me repetía acá.  Pensé que no  tenía que dejarte ir así, tan fácil después de tantas palabras, de nuestros ojos mirándose. Cuando venía la usé para no tener miedo. La usé como espada. Es gracioso, una carta-espada. Me duelen hasta las suelas de los zapatos. Siento ampollas ¡Todo es tan tibio, papá! La gente no quiere en serio. El camino era largo y con sombras. Yo trataba de  descubrir que cosa eran las sombras ¿Qué cosa son las sombras, papá? ¿Qué cosa son las sombras? (en la penumbra se escuchan ruidos) Escucho los ruidos ahora, aunque te siga hablando. Cuando venía me asusté y del susto me corté  el pelo y lo desparramé por el piso y  quise hacer promesas que no me salieron (Silencio) Que raro es que no me contestes. ¡Es tan difícil recordar como era tu voz! (Pausa) No sé como llegué hasta acá, papá, vine  tanteando. Así, con los brazos para adelante, haciendo airecito hacia atrás para no chocarme con nada. ¡El dolor te hace hacer cosas enormes! Sí ya sé, y cosas estúpidas. (Continúan los ruidos en las penumbras) Tengo que hablar para no escuchar lo de abajo que me asusta. Cuando caminaba olía raro, como ahora. Un olor que no puedo acordarme a que me hace acordar. Se me deben estar saliendo cosas de la cabeza y se están mezclando con las sombras ¡Estaba tan  oscuro! Y yo sin luz. (Dejan de escucharse los ruidos) Sentía las sombras cerca del cuerpo, cerca de mi carne, papá. Grite fuerte tu carta. Grite que estaba dispuesta… y nada. Si había que prometer algo, o quemar viseras, yo lo hubiera hecho. Pero nadie dice nada de estas cosas ¿no? Venía por un camino  interminable y eso me hacía llorar. Lo interminable. (Continúan los ruidos en las penumbras) ¿Escuchas?  Los ruidos digo ¿los escuchas? Deben de ser las sombras de miserables como yo que buscan y buscan algo. ¿Van a atacarme? ¿Vas a defenderme?   Digo tu carta: ¿puede el árbol no querer a sus ramas? ¿Puede el árbol no querer a sus ramas?  (Continúan los ruidos en las penumbras) Me duele el cansancio, papá, o caminar o las ampollas o los cuchillos o no tenerte. (Pausa) Quiero ser  tu hija para siempre ¿sabes? Vine a buscarte.


Este profundo monólogo[1] inicial en la voz del personaje femenino, de espalda y aferrado a la puerta frigorífica, nos sugiere múltiples sentidos; será cada espectador y según su historia particular quién elija a partir del espesor dramático de dicho comienzo el recorrido a realizar. La Sala de Patio de Actores le otorga a la obra, Arena entre la carne y el hueso, el marco íntimo y casi confesional necesario para el desarrollo del hecho teatral. La utilización del espacio en dos niveles nos recuerda a la tragedia griega. En la parte superior, el lugar sagrado de los dioses, en Arena… se encuentra el cuerpo de un padre a quien su hija venera como a un dios. En la parte inferior, los hombres de carne y hueso que intentan cuidar esa puerta, quizá para que no se devele ningún misterio, y quienes constantemente se interponen a las súplicas de Ella. En el inicio, la luz en tono azul claro remarca a la hija llamando a su padre con un lamento y el recuerdo de una carta como una última voluntad; mientras en la penumbra se mueven lentamente esas sombras, como espectros que acechan, y se escucha el ruido que provocan como si afilaran sus grandes cuchillos. Cierta musicalidad que parece encontrar su contrapunto en los golpes que producen los viejos cajones al ser arrojados por estos mismos personajes. La melodía del violonchelo en vivo y los pequeños momentos de comicidad producen cierto respiro al espectador, atrapado en un relato intenso. Como en la tragedia clásica, el cuerpo del padre nunca se verá en escena, pero damos por cierto que detrás de la gran puerta yace sin vida. Los cincos guardianes cumplirían un rol similar al del coro en la tragedia griega – por su carácter ambiguo entre algo ritual y algo distanciador- y encarnan fuerzas que no se pueden individualizar incorporándose a la acción dramática. Hombres que actúan y cantan, hombres con blancos delantales de cocina que pican y destrozan paquetes de acelga y cebollas, que luego esparcirán por el suelo, provocando en el espectador una situación real: el olor de la verdura fresca nos involucra más allá de la fuerte teatralidad en el espacio lúdico. La perfecta utilización del espacio escénico le otorga más dinamismo al ritmo sostenido que tiene la obra, también la iluminación, que de manera acertada focaliza continuamente la mirada del espectador. Todo el texto espectáculo está atravesado por la musicalidad del discurso verbal, del instrumento musical, de las diferentes sonoridades de los chuchillos, de los ruidos que producen los cajones. Además, por la musicalidad que se construye en escena a partir de los distintos tonos, los gestos y los desplazamientos de cada actor, especialmente Bea Odoriz (Ella), quienes logran a lo largo de la obra modificar la tensión dramática en esta búsqueda de un cuerpo insepulto.











Arena entre la carne y el hueso de Bea Odoriz [2] . Elenco: C1: Ariel Hagman (cover. Carlos Diener), C2: José Luciano González, C3: Hernán Bustos, C4: Rafael Walger, C5: Lautaro Mackinze, Ella: Bea Odoriz. Asesoramiento vocal: Pablo Pollitzer. Prensa: Claudia Macauliffe. Fotografía: Catalina Boccardo. Organización gráfica: María Eva Ricchio.   Ilustraciones: Madonna Mayfield. Vestuario: Mariana Seropian. Diseño de iluminación: Fabricio Ballarati. Escenografía: Ariel Vaccaro. Música: Ariel Hagman. Producción: Romina Beraldi. Co- dirección: Carla Baglivo. Dirección: Bea Odoriz. Patio de Actores.









[1] Gracias a la gentileza de Bea Odoriz,  hemos reproducido el monólogo de manera íntegra ante la dificultad de realizar un recorte no arbitrario.
[2] Bea Odoriz tiene una amplia trayectoria en distintas actividades artísticas: dramaturga, directora, regisseur, actriz y docente. Estudio actuación con Norman Briski, Mariana Briski (Clown y comicidad), Diego Starosta (Teatro antropológico). Dirección Eugenio Barba. (Copenhague, Dinamarca); Víctor Varela "Del sensible al vital" y "Training del cuerpo suspendido"; Susana Rivero "Uso dramático del cuerpo" y "Creación del personaje". En dramaturgia se formó con: Daniel Veronese, Alejandro Tantanian. Luego en la Escuela de Letras de Madrid, con José Sanchís Sinesterra, Yolanda Pallín y Juan Mayorga. Sus últimos estudios de dramaturgia fueron en la Escuela de Arte Dramático de Buenos Aires, a cargo de Mauricio Kartun. Terminó la carrera de Regié en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Como actriz participó en diferentes obras teatrales y varietes de humor, también participó en televisión. Como dramaturga estrenó "La Parte Pendiente", 2005; escribió "Caída Crónica", estrenada 2007; estrenó en 2009 "Ten Piedad de Mí" de su autoría y bajo su dirección; "Mariela" sin su dirección en 2000; dirigió y escribió "La Piecita, tango en un acto". Fue integrante del ciclo "Bestiario Grimm", presentando la obra musical "El ir al encuentro" como autora, 2006-2007. Como dramaturga escribió junto a Jorge Sánchez "Desierto Aire" estrenada en 2009. Estrenó como autora- directora la pieza "Yo, Renata", 2010. Tiene aun varios textos sin estrenar ni editar. Dirigió "El maestro de música"de Pergollesi;  Puesta en espacio del concierto "Vespro della Beata Virgine" de C. Monteverdi,; Semi- montado de "La Virtud de stralli de amore" de F. Cavalli; dirigió también la ópera "Dido y Eneas" de H. Purcell; hizo el semi- montado de "Flauta Mágica"de Motzar; semi montado de "Ifigenia en Tauride" de Gluck, dirigió "Amahl y los visitadores de la noche" de G. Menotti , 2008. También estrenó un semi montado "Castor y Pollux" de Rameau y fragmentos de "David y Jonathas" de Charpentier dentro del ciclo "Conciertos del mediodía del Mozarteum" y el ciclo "El camino del Santo". [http://www.alternativateatral.com/persona359-bea-odoriz]









Related Posts with Thumbnails