domingo, septiembre 09, 2012

Damiens (2003/2012) (El cuerpo de los condenados) de Cristian Palacios



En un juego de abismos la fuerza ejercida sobre un cuerpo, el de Damiens, se transmite al ojo perverso del espectador convertido en multitud en el siglo VXIII, y al ojo individual y expectante de aquella perversidad sugerida y apropiada en el presente de la puesta en escena de un drama que nos involucra en las azarosa huella de la historia. Pero esa violencia centrífuga que nos atraviesa sólo es posible por un texto potente, y una actuación deslumbrante sin eufemismos. Cuando la agonía y el sufrimiento terminan en escena, un piadoso apagón cae sobre la figura del actor, que al reaparecer la luz ya no es aquél que por sesenta minutos nos introdujo en la crueldad del relato, sino un ser luminoso que expresa la alegría del trabajo bien hecho. En ese instante, la pureza de su actuación queda al desnudo, cuando aún sin reponernos de lo vivido, vemos como el actor nos da cuenta de que el teatro es un juego maravilloso que nos permite vivir vidas, situaciones, amores y odios, en un tempo suspendido en el tiempo y salir de él para pensar lo sentido. Cristian Palacios logra una perfomance impactante desde la expresividad del gesto y la técnica del cuerpo, ya desde el instante de su presencia en un escenario despojado, -sólo dos banquitos pequeños, un lápiz mocho que sólo logra escribir a partir de la presión sobre el papel y una pequeña libreta donde el personaje intenta dar cuenta, fragmentariamente, de su propia narración -, mientras un silencio de peso específico y envolvente densidad va creando la complicidad necesaria con el público para el acto lúdico que iba a dar comienzo. La dirección de Paula Brusca, pasa el punto de vista por ese cuerpo /instrumento con el conocimiento de que Palacios era capaz de sacar de sí, todas las tonalidades necesarias. Damiens fue estrenada en el 2003, recibió premios, y participó en Festivales nacionales e Internacionales. ¿Qué narra el monólogo que despliega la puesta?, podríamos decir que los hechos a partir de la voz de los que habitualmente sólo pueden gritar hasta el agotamiento o mantener un delicado equilibrio entre la voz y el silencio. La voz de los condenados no por el crimen del que son culpables sino de los que nacen condenados, porque ya llevan en su sino el estigma de la realidad que los poderosos van creando para él.  Como el personaje expresa, la historia gira a su alrededor y él es sólo testigo. Rebelarse a la prisión que significa no tener derechos, desata la ira que lleva a Damiens a otra donde los barrotes son tangibles y concretos, y donde su cuerpo ya no le pertenece:

Los sentimientos religiosos nos invaden y los movimientos de nuestro corazón nos inducen a la clemencia. Pero nuestro pueblo, al que pertenece nuestra vida más que a nosotros mismos reclama, de nuestra justicia, venganza de un crimen cometido contra la vida que nos deseamos conservar para vuestra felicidad. (Preámbulo de Luis XV)

La monstruosidad de la sentencia en relación al crimen, pone en evidencia la prepotencia del poder sobre los hombres, hoy como ayer.1La propuesta de Cristian Palacios2 como en Alonso y Aguirre[3], aunque con una estructura y una estética distintas, expresa desde la Compañía Nacional de Fósforos[4] el trabajo sobre el relato histórico para dar cuenta de aquellos acontecimientos que produjeron en su vorágine de violencia y codicia, la muerte de muchos inocentes y el comienzo de una transformación. Transformación en varios sentidos, por un lado, en el pequeño programa de mano la imagen parcial de un violín – las clavijas, el astil y parte de su caja de resonancia…- que nos recuerda la mentalidad cortesana del absolutismo francés y las extravagancias del Palacio de Versalles. Por otro, es inevitable recordar que fue la antesala del estallido de la Revolución Francesa. El texto dramático parte de breves citas  a Foucault en Vigilar y Castigar, el filósofo da cuenta de que hubo un cambio importante entre la forma de castigar durante el siglo XVII, Antiguo Régimen francés, y la primera mitad del siglo XIX. Uno se esos importantes cambios es la desaparición del espectáculo público del castigo, del suplicio, y éste es el núcleo duro del texto espectáculo donde la experiencia expectatorial queda clausurada. Es imposible, a pesar de la teatralidad del monologo, evitar como espectadores lo concreto del espacio lúdico, la acumulación de los tormentos y lo opresivo de un devenir inevitable:

Finalmente, se lo descuartizó […] Esta última operación fue muy larga, porque los caballos que se utilizaban no estaban acostumbrados a tirar; suerte que en lugar de cuatro, hubo que poner seis, y no bastando aún esto, fue forzoso para desmembrar [...] (2002:11)

El tenso clímax hacia el final del hecho teatral es logrado con el mínimo de los recursos con que cuenta un actor: solamente con el tono de su voz. Porque incluso se nos oculta su rostro en un momento de tanta crueldad. Damiens, el personaje, se filtra por los poros del actor y está vivo más allá de toda convención teatral. Damiens es la representación de la  ruptura de un cuerpo brutalmente sometido con la sociedad de su época y también con la naturaleza, al que sólo le queda el mundo divino, “Dios mío, ten piedad de mí; Jesús socorredme”. (2002:11)
 





Damiens de Cristian Palacios2. Un espectáculo de la Compañía Nacional de Fósforos. Vestuario: Natalia Alayón Bustamante. Asistente escénico: Juan Manuel Caputo. Desarrollo del Proyecto: Tónicas. Dirección: Paula Brusca. Prensa: Duche & Zárate. Teatro: Patio de Actores.










Foucault, Michel, [1975] 2002. “El cuerpo de los condenados” en Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI: Buenos Aires: 11-37.








1 La monarquía quiso sentar un precedente para el delito de regicidio, pero a todas luces se les fue la mano. Después de la muerte de Damiens se emprendió una verdadera cacería de brujas; la aldea donde nació fue arrasada con la orden expresa de que nunca más volviera a ser reconstruida ni poblada. Su esposa e hija, sus padres y hermanos, fueron desterrados de Francia bajo pena de muerte instantánea si regresaban. El resto de su familia se vio obligada a cambiar de apellido por temor a las represalias.
Este cruel asesinato y la posterior persecución a su familia, estremecieron varios cimientos de la sociedad, empezando por la mentalidad del mismo pueblo que solía disfrutar de estos espectáculos. Por primera vez, empezaron a tener conciencia de la injusticia, sobre la desproporcionalidad con la que fácilmente se juzgaba el delito de un plebeyo. Este evento, ampliamente difundido entonces, marcó un punto de inflexión en los espíritus libres. Hubo un antes y un después de la muerte de Damiens.

2  Cristian Palacios estudió la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires y Dirección de Artes Escénicas en el Instituto Universitario Nacional de Artes. Es profesor de Teatro, Literatura y latín y licenciado en Letras. Ha realizado seminarios con Pompeyo Audivert, Suzanne Lebeau (Canadá), Robert Woodruff (U.S.A.), Hassane Kouyate (Kenya). Estudió en México con el maestro Nicolás Nuñez y en Colombia con Marian Ralea de Rumania. Trabajó junto a Carlos Mathus en La Lección de Anatomía. Perteneció (como actor, director y fundador) al Circo Cicuta. Estudió Artes Circenses con Mario Pérez, Trapecio con Gustavo Silva, Clown con Enrique Federman y Técnicas Circenses con Los Siete Dedos de la Mano (Canadá). Ha dictado talleres y seminarios de teatro en Córdoba, Mar del Plata, Tucumán, México DF, Bogotá y Madrid. En televisión realizó trabajos para Ecuador, Costa Rica, Chile, México y Argentina. Ha formado parte del elenco de DE LA GUARDA, con el cual ha realizado giras por Rusia, Chile, Colombia y Argentina y junto al cual ha participado del prestigioso Festival Iberoamericano de Bogotá. Como dramaturgo ha estrenado nueve obras de su autoría. El autor /actor junto a  Paula Brusca dirige La Compañía Nacional de Fósforos, con la cual presenta espectáculos tanto para adultos como para niños. En el teatro para niños realizó: LIBROS DE PIRATAS, 2003 (Mención Especial Mejor Espectáculo para Niños en la Fiesta Regional del Teatro de la Provincia de Buenos Aires, 2004) LOS SONÁMBULOS: UNA HISTORIA DE LA CIENCIA EN DOS PATADAS, 2006 (Espectáculo seleccionado para la Fiesta Provincial de Teatro Para Niños 2007; 2da Mención Fiesta Provincial de Teatro para Niños 2007, premio ATINA mejor actuación masculina) EL EXTRAÑO VIAJE DE NIKOLAUS PIPER, 2008 (Segundo premio en el Concurso Nacional de dramaturgia “Cultura, Derecho, Necesidad y Decisión” organizado por el Instituto Nacional del Teatro, Argentores, la Asociación Argentina de Actores y la Asamblea Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos.)


4 Herederos de la renovación de antiguas tradiciones, buscadores de nuevas formas para pervertirlas, deformarlas y abandonarlas a la búsqueda de más, la Compañía Nacional de Fósforos nace en marzo de 2002 con el estreno de El Abismo en el Teatro Municipal de Morón. Sus espectáculos se caracterizan por ser siempre una búsqueda, conjugando la teoría con la práctica, adaptando viejas técnicas a nuevos modelos, apostando siempre al espectáculo como pensamiento, y como tal revolucionario, subversivo, inquisidor, irreverente.  
http://lafosforerateatral.blogspot.com.ar/p/presentacion.html



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