martes, noviembre 19, 2013

Un marido ideal (1895/ 2013) de Oscar Wilde


Un Oscar Wilde recostado en un sofá, que es reproducido en espejo y profundidad, de manera barroca hacia el foro del espacio escénico recibe al espectador. La imagen reproduce a su vez la que aparece en una fotografía de 1882 en Nueva York, tomada por el fotógrafo Napoleón Sarony al autor, posando con su libro de Poemas. El personaje unificará objeto y lente, cuando desarrolle en escena las acciones de un fotógrafo muy peculiar: testigo reflexivo de la vida de todos los demás; que siguiendo un plano que también aparece en la cortina – pantalla, va ubicando según las secuencias los puffs, módulos que van componiendo la sala de recibimiento de una casa burguesa en la época victoriana en Inglaterra. Atemporales, las piezas móviles no dan cuenta del marco histórico, como si lo hacen las intervenciones del personaje narrador, Coco Kusznir, el vestuario, realizado por Victoria Chacón y los diálogos que respetan el tiempo de la textualidad dramática. La pantalla también produce los cambios necesarios de espacio, para el desarrollo de la acción, y permite la ilusión en su perspectiva de una profundidad en la extraescena, por donde acceden los personajes. Wilde con fina ironía reproduce en una anécdota toda una forma de vida y de proceder que obedece a la ambición desmedida y a la hipocresía tanto en el mundo de lo público como en el de lo privado. El humor, atraviesa el discurso, y la seriedad del asunto es resuelta por aquel que parece el más banal de los personajes, Lord Goring, otro alter ego del propio escritor. Las actuaciones por momentos brillantes tienen una buena armonización de la dirección a cargo de Eduardo Lamoglia y María Eugenia Heyaca, y un nivel en el que sobresalen Chevely (Flavia Vitale), el juego de sus miradas en complicidad con el personaje fotógrafo construye una segunda textualidad, Lord Goring seguro en su papel de cínico desencantado del amor (Eugenio Geraci), Lady Marky (María Barrena) que compone de forma excelente una típica corre ve y dile victoriana que goza con los enredos de los demás, cuando no los provoca, y obtiene un aplauso cerrado a media pieza, algo que ya rara vez sucede en el teatro independiente. La iluminación con su intermitencia entre claro / oscuro, permite al personaje narrador, modificar la escena y anticiparnos algunos de los acontecimientos mientras nos ayuda a reflexionar sobre la situación de una sociedad y su hacer político, en una época que se cruza con el presente.  Una feliz recuperación de un autor y una pieza que tiene todavía mucho para decirnos cien años después, sobre la apariencia y la hipocresía, el amor y el matrimonio, en ciertos círculos sociales donde la pátina de una conducta ideal es un recurso más para obtener fructíferas ganancias y éxitos en el camino del poder. Pero también, en la pieza de Wilde hay una interrogación sobre la piedad sobre el prójimo, ¿quién es el prójimo? ¿Cuáles son las medidas de valor con que debemos mirar nuestra vida y la de los demás? El personaje de Gertrudis en su dureza es un interrogante dirigido al espectador, y cuál lábiles son las conclusiones que podemos sacar sobre el comportamiento de los otros. Porque el autor también se pregunta sobre el amor, y las relaciones entre los sexos, en una sociedad donde primaba lo material por sobre todas las cosas. El arte entonces, el teatro en particular, es el espacio ideal para que nos encontremos con nosotros mismos, y al reírnos de las vicisitudes de los personajes, nos podamos mirar en un espejo que aparece no siempre cristalino, no siempre puro. Porque como afirma el dramaturgo: “Ningún gran artista ve las cosas como son en realidad. Si lo hiciera dejaría de ser un gran artista”, pero en esa concavidad de su mirada nos aparece centellante un posible acercamiento a la verdad. Por eso, es una buena nueva que este Festival1 sobre los clásicos se haya llevado a cabo, y nos aúna el deseo que la labor emprendida continúe con el mismo fervor.









Un marido ideal de Oscar Wilde. Elenco: Fernando Rodríguez, Natalia De Cicco, Flavia Vitale, Eugenio Geraci, Alejandro Hodara, María Barrena, Natalia Santiago, Lisa Caligaris, Cynthia Att, Coco Kusznir. Escenografía y vestuario: Victoria Chacón. Asistencia y gestión de vestuario Teatro Cervantes: Carolina Pairola. Asistentes de escenario y sonido: Mauro Pérez, Mailén López y Nahir Pérez. Música José Paéz. Dirección: Eduardo Lamoglia y María Eugenia Heyaca. Coordinación de Producción: Natalia De Cicco. Producción ejecutiva: Daniel Dee y Eduardo Lamoglia. Teatro: El Tinglado.







https://www.facebook.com/pages/Daniel-De%C3%A9-Producciones/206550776142481

https://www.facebook.com/pages/Festival-Teatro-Cl%C3%A1sico-Universal/328567773913831?fref=ts





1 (…) nuestra intención es rescatar autores populares que han perdurado a lo largo del tiempo, y que por diversos motivos se fueron alejando del público en general. Es nuestro compromiso como artistas y / o personas vinculadas al arte, volver a las fuentes y así poder recapacitar entre todos y ubicar a estos textos en el lugar donde siempre debieron estar: “El lugar de las emociones y el intelecto” (Editorial de la primera edición de la revista El Tinglado)







No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails