viernes, noviembre 15, 2013

Vamos que Venimos 2013




Vamos que Venimos es el primer festival de teatro adolescente en la ciudad de Buenos Aires. Este último Octubre tuvo lugar su quinta edición. Por quinto año consecutivo, se vivió una real fiesta que no hace más que confirmar lo transformadora y educativa que es la experiencia teatral.
Empezamos el martes bien temprano. Antes de nuestra ceremonia de Apertura en el Teatro Opera, nos encontramos en el mismísimo escenario con dos actores de cada uno de los elencos que participaban de esta edición. La puesta era ambiciosa. Este año, ellos serían nuestros maestros de ceremonia, interviniendo durante toda la apertura, presentando con escenas de ficción cada parte de la ceremonia y realizando un montaje final con fragmentos de sus espectáculos. Trabajamos duro y sirviéndonos de todo lo que este enorme teatro nos ofrecía: luces, sonido, proscenio,  escaleras, pasillos y bambalinas. Una señora  puesta en escena con un grupo de actores adolescentes que se estaban conociendo en ese momento, muchos recién llegados a Buenos Aires después de largos viajes desde sus lugares de origen.  Actores totalmente predispuestos, dispuestos a dejar todo en la cancha y a trabajar con el otro llenos de alegría. La fiesta del Teatro Adolescente estaba comenzando…
Una semana de funciones. Los 22 elencos de Caba, Adrogué, Banfield, Marcos Paz, Pilar, Berazategui, Avellaneda, Pergamino, Jujuy, Córdoba, Puerto Madryn, Cipoletti, Mendoza, Chile, Perú, Colombia y Venezuela hicieron sus funciones en el Auditorio Losada, Teatro Sha, Teatro Andamio 90, Teatro Empire, Teatro La Máscara y Teatro El Popular. Todas las funciones fueron a sala llena.  Así, pudimos hacer que una obra dialogue con la otra, escuchar, observar, aprender e intercambiar. Vimos versiones de clásicos y distintas maneras de acercarse a un texto de autor; elegir, involucrarse y llevar a la escena los universos o denuncias que los escritores proponen.  Vimos creaciones colectivas basadas en experiencias de los propios adolescentes: la discriminación y violencia en la escuela, el bombardeo de información y el desafío de ser uno mismo. Además, los grupos de Perú y Colombia nos acercaron espectáculos más relacionados con sus raíces y su folklore.
Toda la programación fue vista por un jurado que, agrupado en parejas pedagógicas, tuvo la oportunidad de dialogar con los elencos sobre el trabajo realizado. Este año nos acompañaron: Julia Calvo, Horacio Roca, Ricardo Talento, María de los Angeles Sanz, Sergio Surraco y Rodrigo Noya.
El fin de semana llegaron las reflexiones sobre los espectáculos que estábamos viendo. En los Paneles de Intercambio, los elencos pudieron contar cómo había sido su proceso de creación. Así, los distintos grupos se hicieron preguntas entre ellos, analizaron sus puestas en escena y el vínculo que cada uno tiene con el teatro:

                               “El teatro para mí es enseñar. Todo tipo de arte es bonito y expresarlo es maravilloso. El teatro es una forma de vida. El teatro está en todos lados. Te enseña a nutriste de todas las cosas. El teatro te permite experimentar realidades que no conocés. En el teatro tenés que trabajar con el otro. Yo me siento un pájaro libre. Te una algo que va más allá de lo que pueda expresar la palabra. El teatro es un mundo aparte. Lo que me divierte del teatro es que no entiendo absolutamente nada. Cuando empiezo a entender, dejo de entender. El teatro t da una herramienta para ver las cosas de otra forma. Con el teatro me doy cuenta que todavía tenemos imaginación. No es que dejás el paquetito de tus problemas en la puerta de la clase y lo volvés a agarrar cuando salís. Lo volvés a agarrar, pero transformado, lo ves de otra manera. La fuerza que tenés como artista la ganás cuando valorás tus raíces. El teatro es un superpoder. El teatro, más allá de una técnica, es denuncia. El teatro es un espacio de resistencia. Es un hecho revolucionario. El teatro es un mundo mágico. Para mí es una familia. Es una esponja. Una forma de vida. Arriba del escenario nos sentimos como dioses, porque sentimos que no nos va a parar nadie. Para mí el teatro, hoy, es Vamos que Venimos.”

Cuando llegó el sábado, los jóvenes estaban conviviendo en esta marea teatral desde hace 4 días. Sin embargo, a primera hora estuvieron todos ahí, en el patio del Iuna. Con sus cuerpos predispuestos, tanto los adolescentes integrantes de los elencos como otros jóvenes de Buenos Aires dieron vida a los talleres gratuitos coordinados por María García Guerreiro, Marcelo Savignone, Silvina Sabater, Diego Starosta, Darío Levin, Enrique Federman, Nicolás Dominici, Martín Salazar y Fabio “Mosquito” Sancineto.
Intercaladas entre este remolino de teatro joven, disfrutamos de las Conferencias abiertas a todo público. Leonor Manso mantuvo un diálogo con los actores adolescentes de nuestro país y Latinoamérica donde se compartieron experiencias, consejos e inquietudes. Cora Farirstein y su grupo se encargaron de compartir con los más jóvenes las herramientas del Teatro del Oprimido, causando sorpresa, descubrimiento y revelación en mucho de ellos. Finalmente, Martín Salazar y Claudio Da Passano, risas de por medio,  navegaron por la profunda labor de mantener vivo un grupo; conversando con los adolescentes sobre el camino  y el oficio del actor.
Todo terminó en fiesta, claro. En el galpón de Venezuela del Iuna Dramáticas, el jurado se encargó de destacar aspectos de cada uno de los espectáculos. El intercambio latía y cada uno que se acercaba a recibir un diploma era acompañado por cánticos y aplausos. Estalló la alegría con los tambores de Cafundó . Pero una vez que los músicos dejaron de tocar, los propios adolescentes sacaron sus instrumentos y bailaron al ritmo de la música colombiana. Cuando ya no hubo más música, ellos seguían bailando, cantando y encontrándose. Tal vez al ritmo del intercambio, tal vez al ritmo del teatro, tal vez al ritmo de la felicidad.




























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