miércoles, julio 10, 2013

El conventillo de la Paloma de Alberto Vaccarezza


La Sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes presenta una excelente puesta, de un clásico de nuestra dramaturgia, El Conventillo de la Paloma1, un sainete de final a toda fiesta, que como un fresco en movimiento nos da una instantánea de la mirada idealizada sobre la inmigración de principios de siglo en Buenos Aires, y su relación con el entorno en el patio del conventillo, destino común a todas las nacionalidades que llegaban al país: el gallego, el tano, el turco, el franchute, junto al criollo compadrito, la percanta, el malevo: todos y cada uno tratando sobrevivir en un territorio ajeno y que el sainete aunó en los escenarios porteños para el disfrute de todos. La dirección de Santiago Doria logra que los actores construyan sus personajes en una actuación similar a la maquietta necesaria para lograr la risa del espectador, al mismo tiempo que como en la Comedia del arte, la pareja de enamorados mantenga un tipo de actuación diferente, Ana María Cores como Paloma y Horacio Roca, en su rol de Villa Crespo; en sus diálogos cruzan un discurso que no tiene que ver con la parodia del resto de los personajes, que se mueven en coro mostrando desde un cuerpo que desafía el equilibrio, el aspecto cómico de sus personas. El Miguel, (Claudio García Satur) tano encargado del convento, que se juega por el amor de Paloma, adversario del gallego, (Arturo Bonín), del criollo, eterno buscador de la melodía que lo saque de pobre, Seriola (Daniel Miglioranza) y del  turco, (Cutuli)  componen un grupo de muy buena factura escénica, al igual que sus sufridas mujeres: Mariquiña, (Ana Acosta), Doce Pesos2, (Irene Almus), Sofía (Marcela Ferradás) La escenografía arquitectónica, que gira y muestra el frente y el fondo de la vivienda, es no sólo funcional al suceder de las situaciones sino de una interesante belleza plástica. Las puertas que dan a las habitaciones, se abren con precisión, la ventana de Paloma, simula el balcón de una Julieta de suburbio asediada por más de un Romeo, las plantas que embellecen el espacio común, único lujo de los pobres que lo habitan, suma un todo que está para dar cuenta, como quería el autor, de una pobreza que se dignificaba a sí misma con el trabajo, o con la defensa de los principios morales de la época. El machismo que convertía a la mujer en objeto de deseo, donde el hombre ejercía su derecho de exclusividad es transgredido en esta pieza de Vacarezza cuando el amor triunfa sobre un destino marcado, y sobre el asedio de los otros; a diferencia del final de Tu cuna fue un conventillo (1920). Por otra parte, el resto de los personajes femeninos centrales se atreve a pagar el desdén de sus maridos, embobados por la figura de Paloma, con la misma moneda, eso sí, aconsejadas por la experiencia varonil de Villa Crespo. Humor, canciones, bailes, una polifonía de voces, y una relación amorosa que se debate para el hombre entre ceder al deseo o defender su hombría fingiendo indiferencia, se despliegan con eficacia, con un muy buen ritmo, que no decae, y que mantiene al público a pura risa durante toda la jornada. Un público heterogéneo que aplaude de pie, agradecido por la calidad de lo ofrecido desde el escenario, con un conjunto de actores que saben como llevar adelante un género difícil, porque no es fácil encontrar el tono de una actuación que se construye desde el exterior, y sobre un trabajo con el cuerpo que no siempre puede ser llevado adelante con eficacia, aquél que era característico del actor nacional, cuando el sainete y el grotesco eran los éxitos de taquilla de los teatros porteños. El tango que nos introduce en clima junto con la voz en off de Raúl Lavié, emblemática figura de la canción de Buenos Aires, se cierra con un baile general donde otro representante del baile de nuestra música popular se luce en el escenario: Juan Carlos Copes. Una pequeña orquesta en escena, le da calidad y calidez a la alegría de todos hacia ese final a todo festejo. Alberto Vaccarezza estrena la pieza en 1929, con éxito de público y crítica; la puesta dirigida por Santiago Doria tiene ya tres exitosas temporadas, para la satisfacción de los integrantes del elenco y para el deleite de los espectadores.










El conventillo de la Paloma de Alberto Vaccarezza. Elenco: Claudio García Satur, Arturo Bonín, Daniel Miglioranza, Horacio Roca, Ana María Cores, Ana Acosta, Irene Almus, Marcela Ferradás, Néstor Sánchez, Alfredo Castellani, Cutuli, Luis Podestá, Marcelo Bernadaz, Gustavo Bassani, Julio Viera, Juan Carlos Copes. Vecinas: Diana Arias, Johana Copes, Mónica D’Agostino, Soledad Rivero, Karina Rivera. Vecinos: Francisco Menchaca, Emanuel Duarte, Diego Freigedo, Fernando Mercado. Músicos: Lucas Ferrara (guitarra)m Bruno Giuntini (violín), Pablo Jonisz (bandoneón). Voz en off: Raúl Lavié. Coreografía: Juan Carlos Copes. Diseño de iluminación: Leandra Rodríguez. Diseño de vestuario: Maribel Solá. Diseño de escenografía: René Diviú. Dirección musical: Gaby Goldman. Asistencia de dirección puesta actual: Ana Calvo / Jorge Marcucci. Asistencia de dirección puesta original: Silvina Rodríguez. Asistencia de coreografía Johana Copes. Dirección: Santiago Doria. Diseño gráfico: Lucio Bazzalo. Fotografía: Gustavo Gorrini / Mauricio Cáceres. Producción TNC: David Hoyo.













Wiñazki, Miguel, 2011. “El conventillo de la Paloma lucha para no desaparecer” en Clarín, 16/5.









 

1 El conventillo de la Paloma era un espacio real y concreto  que aún persiste y donde sus habitantes luchaban en 2011 por no ser expulsados: “Mientras los comediantes del Conventillo de La Paloma salen a escena, los habitantes del Conventillo de la Paloma vuelven a sus piezas después de sus trabajos y sus días arduos de Buenos Aires 2011. Hay dos conventillos y uno es la representación del otro. En el Teatro Nacional Cervantes, una nueva versión de la obra de Alberto Vacarezza (de 1929) convoca a sala llena y el drama, con algo de circo criollo y patio de tango, configura el sainete, que no ha muerto y sigue bien vivo en la Ciudad. El otro conventillo, el de Serrano 156, es el real y el drama es una puja que no cesa. Sus habitantes pugnan por no ser expulsados de sus habitaciones. Hay herederos (falsos herederos, según los habitantes de La Paloma) que vienen persiguiendo su propiedad, y hay inquilinos del conventillo que, sin embargo, no pagan alquiler. “Nosotros, los habitantes actuales, somos la continuidad de los antiguos inmigrantes, trabajadores como ellos, y luchamos para que esto sea patrimonio cultural”, dice Abel Acosta, morador.  (Wiñazki, Miguel, 2011, para Clarín)


2 Tita Merello tuvo una de sus grandes oportunidades en 1930, cuando intervino en El conventillo de la Paloma. Ahí, compuso al personaje denominado ‘Doce pesos’, estrenado en 1929 por Libertad Lamarque. A pesar de que nunca fueron amigas, ambas fueron cantantes solistas y tuvieron sus inicios artísticos en teatro. Lamarque le pidió que la reemplazara en 1930, pedido que la Merello aceptó.








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