viernes, noviembre 08, 2013

Panza verde (Rebote de un algo que sigue en una casa descansando mansamente) de Julio Molina




El fantasma de un pariente que se niega a dejar el locus de su familia, es una metáfora de cierto pasado que nos acecha con su siniestra presencia. Una historia sencilla, que se transforma en algo totalmente diferente, cuando de un relato fragmentado de donde surgen las historias personales y la del país, es decir, nuestra historia colectiva, surge una verdad que logra imponerse desde lo fáctico. Julio Molina es un dramaturgo que trabaja con materiales que provienen de la historia común de los argentinos y de la literatura, pero desde un punto de vista que se dirige hacia la subjetividad de sus personajes. De esta manera, fue la puesta La imagen fue un fusil llorando, donde el protagonismo estaba en la conciencia atormentada de Roberto Arlt ante el fusilamiento de Severino Di Giovanni. En este caso, la familia, núcleo de la sociedad burguesa que habitamos, es atravesada por el recuerdo, pero también por unas circunstancias donde la enfermedad, la muerte, y el secreto, son los ejes fundacionales de una relación que no responde a un estereotipo sino a una mirada ácida sobre los resortes de lazos indestructibles. Un living – comedor en estado decadente, una mancha de humedad que molesta a un vecino nuevo, el baño que se ve hacia foro, sin puerta y que deja al descubierto al posible usuario, en este caso la hija del matrimonio; metáfora que señala que de puertas hacia dentro todo está expuesto sin tapujos. La obra fue ganadora del primer premio del concurso de dramaturgia “Estampas de la Argentina actual”, y de aquella propuesta es que presenta una estructura donde los tiempos se confunden entre el pasado que no siempre tiene un recuerdo exacto, y un presente que es, a pesar de las confusiones, consecuencia de aquél. Un presente que está situado en el momento de mayor crisis social que la Argentina recuerda todavía como un fantasma que puede sorprendernos a la vuelta de la esquina, la crisis de 2001, y sus consecuencias de fagocitación de sueños, posibilidades y vidas. Tres tiempos, que se cruzan en el acto de la representación: el pasado que los personajes intentan reconstruir, con sus relatos familiares, el presente de los personajes, y el presente de la enunciación, al que el espectador puede sumarse con su propia experiencia, pasada y presente. Los personajes parecen estar parados sobre un tablero de damas, y si el objetivo del juego es capturar las fichas del oponente aquí se manifiesta la terrible necesidad de cada uno en atrapar la atención del otro para poder verbalizar ese pasado que lo atormenta. La continua referencia a las viejas fotos que circulan da cuenta de un tiempo que fue real y que no es simple alucinación de la familia. La irrupción contaste del afuera a partir de las imágenes “en directo” del televisor: una carrera de caballos que nunca llega a la meta y se repite indefinidamente. Con ductilidad cada actor / actriz construye a su personaje desde una doble perspectiva, en especial los integrantes del núcleo familiar. Por un lado, cuando su exterior se impone y sugiere que nada pasa y, por otro, de manera visceral cuando ese pasado surge más allá del deseo de cada personaje. Un clima claustrofóbico con la imagen fuerte por la discapacidad del padre y la figura de la madre no se quiebra a pesar de estar en límite entre contención y enajenación, mientras los más jóvenes equilibrar la aparente armonía. La particular escrita de Molina permite en cada intersticio a nuestra memoria colectiva unir los retazos de nuestra historia, y con su acertada dirección el texto dramático se expande en una puesta en escena que desborda al primero.





Panza verde de Julio Molina. Elenco: Daniel Kargieman, Cecilia Sgariglia, Román Melendrez, Vanesa Madia, Cristián Leonardo Aldorino. Asistente de dirección: Mercedes González Glemon. Música original en vivo: Maximiliano de Biasi. Escenografía e iluminación: Leandro Javier Crocco. Vestuario: María Julia Moretti. Fotografía: Pablo Kalhat. Iluminación técnica: Daniel Aimí. Asistencia técnica: Gabriel Cultura. Diseño gráfico: Celeste Suardíaz. Producción ejecutiva: Anabella Valencia. Dirección: Julio Molina. Producción: Teatro El Popular.










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