lunes, agosto 30, 2010

Romance de Lobos (1908-2010) de Ramón del Valle-Inclán1

Una tragedia gallega, o la codicia de los cuervos


Azucena Ester Joffe, María de los Ángeles Sanz


Romance de Lobos de Valle-Inclán es para muchos la culminación dramática y estética de su trilogía Las Comedias Bárbaras; publicado por entregas en el diario El Mundo, es luego adaptado y llevado al teatro. El autor trabaja con la materialidad de su tierra natal, un pueblito en Pontevedra, Villanueva de Arosa, de labradores y pescadores, y con algunos datos de su vida personal. Valle Inclán provenía de una familia hidalga que pierde los bienes heredados y el apellido de su madre, Montenegro es el apellido del padre que desata un cúmulo de pasiones encontradas en la pieza. A diferencia de los dramas lorquianos, no es el amor sensual, y la represión del deseo la herramienta que utiliza el poder para someter a los hombres, sino el deber, la obediencia, la humillación de un pueblo que baja la cabeza a la voz del más fuerte, y en donde prima lo económico por sobre el deseo. La propuesta del grupo de teatro El Convento, fiel a su estilo de representar obras clásicas, es poner en escena la obra “porque refleja en su trama a un pueblo de desheredados, plagado de marginales, enfermos y locos; pero también, a esa clase dominante cuyos rasgos de identidad siguen siendo la ambición, la lujuria y la violación constante de lo humano”. En el espacio escénico despojando, el zapateo de la bailarina de flamenco, La Muerte (Rocío Melonaro), contribuye a crear el ritmo y la atmósfera de la obra, la combinación rítmica que efectúa con el tacón y con la punta de su zapato junto con los sonidos del espacio virtual representado –el viento, el agua, el fuego, …- que irrumpen con cierta violencia “auditiva”, dan cuenta de la intensidad del texto dramático: la transformación de Don Juan Manuel Montenegro (Fernando Blanes) y en esta puesta, en particular, es acompañada por La Muerte, con los movimientos de sus manos y brazos, la ondulación de su cadera y el quiebre de su cintura, parece ser la “musa” siniestra que acompaña el cambio de personalidad del despiadado Caballero, quien al conocer la muerta de su esposa se ha convertido es un personaje sin rumbo, después de “una noche de tormenta”. La puesta hace un buen trabajo coreográfico en el tratamiento del espacio, y en el trabajo con las luces, donde se detiene, es en no concentrarse en la tensión dramática, y enamorándose de las palabras del autor extender en escenas secundarias la intriga. Las actuaciones de una textualidad tan fuerte no necesita de una expresividad desbordada que por lo mismo resulta declamatoria y aleja al espectador de la acción y de la verosimilitud requerida. La pregunta es, ¿cómo llevar adelante un clásico que al mismo tiempo que nos lleve a la cosmovisión de su imaginario, imponga su presencia con la frescura del presente? La tarea no es fácil, con un espectador acostumbrado a la decodificación de signos de un ritmo otro, pero con el grupo humano del Convento, confiamos en que encontrarán el tempo necesario para la percepción de los tiempos actuales.


Ficha Técnica de Romance de Lobos. Elenco: Fernando Blanes, Gabriela Caponetto, Diego Verni, Sergio Faya, Fernando López, Ariel Li Gotti, Mimi Ferraro y Omar Díaz. Baile Flamenco: Rocío Melonaro. Escenografía, Vestuario y Diseño de Luces: MB-MB. Asistente de dirección: Marta Butavand. Adaptación, Puesta en Escena y Dirección General: Martín Barreiro. Teatro del Convento.

1 Ramón María de Valle –Inclán, nace en 1866 y muere meses antes de que comenzará la guerra civil española, el 5 de enero de 1936. Literariamente está relacionado con el Modernismo, conoció a Rubén Darío en Madrid cuando este último viajó a España para dar a conocer la primera vanguardia que creada en América, llegaría a Europa; y también con la generación del 98; grupo de carácter ecléctico cuyos integrantes de encontradas formas de pensamiento tanto en política como en arte, tenían con el autor serias divergencias que no siempre se resolvían con las palabras, de un duelo con Manuel Bueno es que pierde uno de sus brazos. Narrador y dramaturgo, sus textos más famosos, son de su etapa modernista las Sonatas, una por cada ciclo de la naturaleza entre 1902/1905; y sus obras teatrales El marqués de Bradomín (1906); Romance de lobos (1908); Luces de Bohemia (1920/24); Divinas palabras (1934). Su pensamiento político pasa de ser un ferviente Carlista a fines del siglo XIX a participar a favor de la segunda República en 1927 y fundar en 1933 el Primer Congreso de Escritores y artistas revolucionarios y cofundador de la Asociación de amigos de la Unión Soviética. En 1929 había estado preso en la cárcel Modelo, llamada popularmente la universidad por la cantidad de intelectuales que estaban en ella, a causa de negarse a pagar una multa por disturbios en el Palacio de la Música. Su figura siempre en permanente choque con lo instituido, era la de un dandy; flaco, siempre vestido de negro, con larga cabellera al igual que luenga barba, un inconformista desencantado de la sociedad. La creación de los esperpentos como figuras deformadas por un espejo cóncavo, son la percepción de una realidad monstruosa, y de la monstruosidad que se avecinaba en una España dividida, que a Valle – Inclán le dolía en el alma. 


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