En mi obra pretendo develar a los nuevos marginados de
la actualidad, narrar el dolor humano ante la imposibilidad de cumplir sueños y
expectativas, a partir de la trascripción de las crisis sociales, políticas y
económicas en las vidas de los ciudadanos de nuestros barrios. Pretendo que mi
escritura esté construyendo un discurso poético sobre nuestra realidad, sobre
los cambios culturales y sociales que se suscitan en nuestros barrios, en
nuestras ciudades. De una manera más o menos explícita pretendo que el teatro
sea un ajuste de cuentas con el presente.
(G. Fernández Chopa)
(G. Fernández Chopa)
La obra de Chapo en
esta oportunidad trabaja sobre una ciencia ficción histórica, en un futuro
anacrónico (crisis de 2001) la
Argentina habría sido dividida con las viejas banderas de
unitarios y federales; porteños y bonaerenses en este caso se disputarían el
poder y el territorio, pero sobre todo una identidad delimitada por una geografía
caprichosa. Dos personajes, Lexo y Feuchito, son reclutados de la noche a la
mañana y llevados a una trinchera que
resiste los embates porteños, campo minado mediante. Las órdenes y
contraórdenes, vuelven absurda una situación ya absurda, sobre todo para uno de
los personajes. El escenario de una guerra fraticida, que apela a la emoción
para obnubilar los otros sentidos, y convertir a los ciudadanos en simples
máquinas de matar, sin dudas éticas posibles; a pesar que tanto uno como otro
son integrantes de la
Universidad, es decir, la supuesta catedral del pensamiento
racional. La puesta construye un espacio claustrofóbico para el espectador,
donde los sentidos son atravesados, no sólo desde la mirada, sino desde el
sonido, el de la palabra, la voz humana, y la de los cañones y ametralladoras,
y desde el olfato, el humo da cuenta de una relación íntima desde la platea con
los acontecimientos. La caída de los pétalos de rosa, son otro momento donde
las líneas de demarcación se anulan por completo. La trinchera nos invade, se
expande hacia un afuera que es el adentro de la sala, y nos trae la extraescena
a través de la voz en off del coronel, y de las explosiones. Ambos personajes
pertenecen al conurbano bonaerense1, sur u
oeste, da lo mismo en principio, hasta que la línea invisible de nuestra
historia de divisiones y dobleces, los envuelvan en una nueva espiral de
horror. ¿Quién da las órdenes en medio del caos? ¿Quién está interesado en que
el caos sea la constante sistemática de nuestras vidas? ¿A qué orden obedecer,
cuándo ese orden es sólo un instante de fragilidad? Con diálogos sencillos,
pero cargados de una semántica que implica nuestra forma de pensar el deber y
el hacer, los personajes en el cuerpo de los actores, Juan Mako y Giovanni Bellezzi, nos ponen dentro de sus
propios límites y nos hacen testigos de una posibilidad que por ahora nos
parece lejana. Llevar al límite a las situaciones aleja al espectador que se
siente fuera de una narración que juega con el futuro próximo, pero que también intenta darnos un alerta sobre las
divisiones que nos cruzan desde nuestra pasado histórico común. El marco que el
autor trabaja es el 2001, y el delirio de militares que formaron parte de la
dictadura cívico / militar, y que en el medio de la crisis logran reavivar
antiguos odios. Pero ese relato fantástico logra hacernos pensar en nuestro
pasado y en la manera que desde el comienzo de nosotros como entidad estatal
configurada, estuvimos siempre atravesados por una dualidad donde la vida
social tuvo hijos y entenados, y por supuesto carne de cañón. El absurdo de la
guerra es un problema existencial y humano, el absurdo de encontrar siempre un
motivo para no ser todos iguales es un problema que heredamos y que no parece
tener solución. El límite es la guerra, pero hasta allí el camino está sembrado
de buenas intenciones.
Viaje al fin de la guerra de Gabriel Fernández Chapo. Elenco: Giovanni
Bellizzi, Juan Mako. Voz en off: Nacho Rossetti. Diseño de iluminación: Claudio
del Bianco. Escenografía y vestuario: Emilia Pérez Quinteros. Diseño gráfico:
Juan Mako. Fotografía: Emiliano Politano. Asistente Martín Berra. Dirección:
Gabriel Fernández Chapo. Espacio Polonia.
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1 Uno está impregnado del universo que
lo rodea o que transitó. De alguna manera, todos tenemos un paisaje urbano o
rural que es la escenografía de nuestra vida. Al menos en esta etapa, mi obra
está orientada a dar cuenta de estos lugares propios del conurbano que me son
cercanos, de los cuales necesito apropiarme y volver literatura dramática. El
conurbano fue y es un espacio tan determinante en mi vida que se hace lugar en
mi espacio poético de escritura para ser expuesto. Y ese espacio condiciona una
poética de contrastes: lo poético y lo coloquial se disputan su derecho de
estar. En ese camino me hundo en lo oscuro, en el dolor, en la tristeza local,
pero desde una mirada poetizada que me acompaña no como recurso creativo, sino
como necesidad para vivir –si no me agobio– y llevar adelante mis búsquedas.
(blog Teatro, entrevista extraída de Página
12, 20/6/2012)
Gracias, María de los Angeles, por el aporte de tu mirada. Saludos. Chapo
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