miércoles, julio 10, 2013

Henry de Maria Inés Falconi




La verdadera historia de Enrique  VIII horrorizaría hasta al  más habitúe de los programas televisivos de “chimentos” de espectáculos en los que se ventilan amores y amoríos,  a los que sumaríamos los noticieros bañados en sangre. Hablar de historia significa hacer referencia a hechos concretos, a relatos que reseñados a través de las épocas en ocasiones suelen distorsionarse y hasta devenir en leyendas.
“Henry”, el de la obra que nos ocupa, es un desprendimiento, un intertexto remozado de la verdadera historia de Enrique VIII de Inglaterra.
Contar esa etapa de la historia de Inglaterra  en clave de humor es un incentivo más que loable para acercar a los jóvenes a esa etapa de la historia de ribetes trágicos. ¿Qué pretende ser Henry en tanto texto dramático y representación? ¿Un modo de hablar acerca  de la manera en que los poderosos acomodan sus procederes justificando sus acciones, en este caso, aduciendo una particular devoción por las mujeres y sus encantos?
¿Mostrar al “monstruo” en su etapa final, no exento de sufrir padecimientos humanos, horrores de la vejez, humillación por un cuerpo, su cuerpo,  que se niega a acompañarlo en el deseos de ser eternamente joven?
¿Reafirmar un refrán popular verificable en la historia que nos relatan: “Genio y figura hasta la sepultura? Opino, un “algo” de cada interrogante,  Porque de eso se trata” Henry ” en síntesis: intentar instalar al espectador en la convicción de lo que resta cuando el poder se pierde y cómo es difícil, al poderoso resignarse a ocupar  su momento vital que lo ubica más cerca de la muerte.
La dramaturgia propuesta por María Inés Falconi, nos ofrece un delicioso anciano, minusválido, cascarrabias y prepotente  que recluido en un sanatorio, se encuentra asistido por una paciente enfermera, encarnada impecablemente por Graciela Bravo.  El vínculo entre Henry y la enfermera es de afecto y compasión, por parte de ella,  y de demanda constante de atención por parte del monarca venido a menos. En alocada reminiscencia pasa revista a la relaciones que lo unieron a cada una de sus mujeres, demostrando por momentos arrepentimiento por su proceder “alocado”, arrepentimiento muy fugaz que termina por ser siempre una excusa que  no tiene más objetivo que buscar la aceptación de quienes lo escuchan. Carlos de Urquiza verosímil deformación del monarca, produce en la escena desde la risa a la compasión, desde el estupor por sus razonamientos intransigentes apelando a la complicidad y la intervención de quienes lo acompañan como espectadores, en ese espacio de tiempo ficcional.  El ambiente íntimo de una habitación pequeña de un sanatorio,  devenida en espacio teatral, se jerarquiza por la puesta escena, diseño y realización de escenografia, diseño y realización de vestuario y objetos e iluminación. Enrique VIII, el histórico, como integrante de la casa Tudor, fue captado por poetas, dramaturgos, novelistas, cineastas para recrear instantes y relatos apasionantes.  Las referencias a la historia de Enrique VIII han sido abordadas desde diferentes perspectivas, en algunos casos  en el Enrique VIII de Shakespeare y John Fletcher  el eje central pasa por la elección de la religión oficial de Inglaterra y los conflictos que se generan durante el encuentro diplomático entre Inglaterra y Francia  suceso de 1520 y el bautismo de Isabel en 1533. Entrar en el universo de Enrique VIII, es abrir una puerta de curiosidad para los jóvenes espectadores, principales destinatarios de este delicioso  “Henry” de la escena. Seguramente esa curiosidad los hará recalar en filmografía devenida de la historia. En algunos casos se destacó la parte “donjuanesca” del monarca en “Las hermanas Bolena, la otra reina” película dirigida por Justin Chadwich (2008)  incentivo indudable para que nuestros “curiosos” se acerquen  a la novela del mismo nombre de Philippa Gregory. La obra no termina con el último aplauso, está destinada a la proyección en el aula, en la casa, en el café, maestros y adultos atentos debieran aceptar el desafío de ayudarle a los jóvenes a ampliar su mundo cultural, a veces, solos no pueden.  Así, despertando interés a través de la risa, los jóvenes devienen en curiosos amantes de la historia, su panorama cultural, desde el placer de la escena se rizoma hacia el horizonte infinito de la avidez de conocimiento. No es ambiciosa la afirmación: de pequeños hitos se va construyendo la cultura, aquello que poseemos cuando se nos ha olvidado todo.










Henry de Maria Inés Falconi - con Carlos de Urquiza y Graciela Bravo. Realización de vestuario y objetos: Gladys David. Realización de escenografía: Claudio Provenzano. Diseño de iluminación: Miguel Coronel. Diseño de vestuario: Lucia de Urquiza. Diseño de escenografia: Carlos Di Pascuo. Puesta en escena y Dirección General: Norma Bachmann - Carlos de Urquiza. Auditorio UPB: Campos Salles 2145.  Reservas: 4 701-3101.









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