Como un mago Pablo Picotto [1] saca sus
personajes no de una galera sino de un enorme lavarropas que se encuentra en el
medio del escenario, que además cuando comienza la puesta avanza hacia
proscenio. De allí, desde ese elemento tan significativo para hablar de los
enjuagues familiares, el rey de los electrodomésticos para cualquier ama de
casa, uno a uno van surgiendo los integrantes típicos de una familia de clase
media de hoy: un niño de cuatro años, un adolescente rastafari, una joven con
ambiciones de yuppie, el padre ferretero, la madre columna vertebral de todos,
y el abuelo italiano con un pasado fascista, que como se debe en los saltos
generacionales se lleva mejor con sus nietos, que con sus hijos. El humor entre
irónico, tierno y desenfadado no da tregua al espectador que no consigue no
empatizar con alguno de los personajes o alguna de las situaciones. Pablo
Picotto tiene talento, mucho talento para construir un mundo a partir de
pequeños elementos que logran identificar a cada uno de los personajes, pero
para hacerlos vivos y creíbles sin ellos también; hacia el final sin ningún
tipo de artilugio sólo su voz y su postura corporal nos hace verlos a todos en
escena como si en vez de uno fueran seis los actores en ese espacio de la
Sala Julio Cortázar. Quién pueda pensar que
todo pasa por reírnos de los otros y de nosotros mismos ante situaciones
absurdas de la vida cotidiana, se equivoca; la puesta se atreve a desacralizar
desde el humor reflexivo: la familia, el trabajo, las costumbres, las
relaciones familiares y vecinales, los ritos tradicionales, los prejuicios de
la edad, y hasta la mismísima historia sagrada con Dios incluido; y nos ofrece
además una nueva tabla de la ley con siete mandamientos, aggiornada a los
tiempos que corren. La dirección artística de Ricardo Rodríguez Miro, junto a
la dirección general de Carlos Belloso, logran con el actor el trío perfecto,
ya que la puesta armoniza con una estructura sincronizada, que nos devela el
muy buen entendimiento de todos. Nos divertimos mucho nosotros, afirma Pablo,
se nota en el escenario, agregamos nosotras, porque esa pasión con la que se
desarrolla la puesta, se traslada en abiertas carcajadas y espontáneos aplausos
de la platea. Con ductilidad el actor en su primer unipersonal logra que los
simples elementos, no por eso menos importantes, adquieran un espesor teatral
poco habitual. Desde el antiguo lavarropas donde salen los “trapitos al sol”,
tanto los limpios como los sucios, y que además se convierte, por ejemplo, en
la nave espacial que abre y cierra el espectáculo; hasta una gorra, unos
antejos, unas rastras,…., mínimos detalles que hacen a la vida diaria de una
familia común. Cada escena o mejor dicho cada personaje, tiene su singularidad
y está construido de manera diferente, con algunos rasgos realistas y muchos
elementos paródicos. Así, la rapidez de Pablo en la transformación corporal, en
la voz y en la mirada logra el ritmo sostenido del espectáculo. En la
anteúltima escena, como hemos comentado más arriba, el actor sin artificios se
desplaza alrededor del viejo lavarropas, hacia un lado y hacia el otro, como
imitando los movimientos del electrodoméstico al lavar y luego al centrifugar.
Porque al girar rápidamente y con una fuerza centrífuga permite gracias a su
tambor interno agujereado que la ropa quede casi libre de agua. Un poco me molesta…pero un poco no con
esta misma fuerza une a dos generaciones, al nieto con su abuelo, pero en
especial deja demostrado que sobre el escenario el cuerpo del actor es el
principio constructivo por excelencia del texto espectáculo. Por lo tanto, la
expresividad corporal funciona como principal soporte y permite una relación
directa entre el actor y el espectador. Es un claro ejemplo de lo que afirma Karina
Mauro [2] que
sucede en la actualidad:
…en muchas obras, los
personajes no son susceptibles de que se les atribuya una existencia más allá
de su materialidad en la escena. El personaje pasa a ser un rol o un cuerpo que
realiza una serie de itinerarios (verbales o corporales) que no puede
relacionarse con una persona real de la extraescena. Por eso no se le puede
adjudicar ni carácter, ni sentido [3] .
La comedia es un género que no siempre es
respetado ni considerado con el mismo valor que el drama y la tragedia, (salvo
por el público que lo recibe agradecido cuando tiene la factura de éste) a
pesar de que en realidad es mucho más difícil hacer reír que hacer llorar, sobre
todo en estos tiempos que son el paraíso de lo efímero y de la distopía. Por
eso, es más relevante la labor que sostiene en el escenario Pablo Picotto,
encarnando en su sola figura toda la estructura de una comedia de costumbres,
de punzante e irónico humor.
Un poco me molesta…pero un poco no. Unipersonal
de Pablo Picotto. Dirección artística: Ricardo Rodríguez Miro. Dirección
General: Carlos Belloso. Producción: Germán García. Sala Julio Cortázar. Paseo La Plaza.
1 Pablo Picotto nació en 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, desde muy temprana edad comenzó a vincularse con el cine y las actividades referidas al escenario, realizó alrededor de una docena de cortometrajes y comenzó en su adolescencia a vincularse a actividades escénicas, como las danzas folclóricas y el teatro. A los 18 llega a buenos aires a continuar su formación. Estudia teatro con Ricardo Rodríguez Miró (Discípulo de Carlos Gandolfo), Marcelo Struppini, EMAD, C.C.G.San Martín, Miguel Guerberof, etc. Como actor representó unas treinta obras en distintos teatros de la ciudad y el país. Trabajó en distintos roles, desde la producción hasta la actuación para cuatro largometrajes e incursionó en breves presentaciones televisivas en Todos por 2 $ (Canal 7), Los Osos (Canal 13) y otras. Ha trabajado con directores y actores de la talla de Néstor Montalbano (Soy tu aventura, Pájaros Volando, Todo por 2 $), Lito Cruz, Carlos Belloso, Diego Alonso y demás artistas de primer nivel. Como dramaturgo es autor de "Marlon Brando todo", show para café concert. Co- autor de "Criticonas 2" y de "Zubiría- Vergara" junto a Federico Simonetti. Actualmente realiza las obras "El mundo ha vivido equivocado" de Roberto Fontanarrosa, "Club de Humoristas Medianoche" "Criticonas" y "Criticonas 2" en la sala Terraza del paseo La Plaza. Además se desempeña desde hace 5 años como docente de teatro de su propia escuela. Dirige sus muestras y futuros proyectos. Tiene 31 años. (Alternativa Teatral)
2 Doctora
de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, con el tema de investigación
“Técnicas de Actuación en Buenos Aires”. Docente de la Asignatura Psicología
del Arte de la Carrera de Artes de la Facultad de Filosofía y Letras de la
misma Universidad y en otros cursos y talleres públicos y privados. Ha sido becaria
doctoral UBACyT e investigadora del Instituto de Arte Argentino y
Latinoamericano “Luis Ordaz” de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Crítica de la página web Alternativa Teatral y de la Revista Teatro XXI, entre otros medios. Actriz y
cantante (se ha formado con Ricardo Bartís, Marcelo Savignone, Raúl Serrano,
Augusto Fernández y Pepe Bove, y ha participado como actriz en la obra Bacantes, simulacros de lo mismo y en Push up 1-3. (Revista Afuera. Estudios
de Crítica Cultural)