“Mi interés principal cuando escribo teatro es destruir cosas. Durante treinta años me obsesionó Hamlet, de modo que escribí un breve texto, Hamletmachine, con el que intenté destruir Hamlet (…)
mi impulso más fuerte consiste en reducir las cosas a su esqueleto, arrancándoles la carne y la superficie. (…)
Penetrar tras la superficie para ver la estructura”
(Müller 1996: 160).
Heiner Müller es el autor alemán más reconocido luego de Bertold Brecht,
trabaja sus obras con muchos de sus procedimientos: teatralidad, parodia,
canciones narrativas, situaciones clownescas y bufonescas, trasgresión del
diseño aristotélico y ruptura de la lógica temporal del realismo, el feísmo, la
violencia en escena, y todo aquello que recuerde al espectador la necesidad de
permanecer en vilo durante la puesta, es decir, agredirlo desde la palabra y la
imagen para que tome conciencia activa de lo expuesto. Pero al mismo tiempo, el
autor eleva en sus obras de manera potencial esos recursos para dar cuenta de
la estructura del relato de Shakespeare, basado en el mito de Orestes, y
producir una implosión textual desbaratando las certezas de las palabras
conocidas, del relato repetido, permitiendo a los actores y a la dirección una
libertad que los atraviese. Máquina
Hamlet1 es una pieza que exorciza las
pasiones del triángulo amoroso entre la madre, el padre de Hamlet y su tío, y
expone con una crueldad que se expande desde la fragmentación de un texto, una
historia que no nos permite como espectadores ceñirnos y asirnos a ninguna
línea de certeza, pero que sin embargo, nos habla de nuestro presente y de sus
múltiples facetas de violencia y desolación. En Buenos Aires, la primera vez
que la obra se vio en escena fue por el grupo Periférico de Objetos dirigido
por Daniel Veronese en 19952, la
puesta que dirige en esta oportunidad Cristian Martinez, ya desde la música nos
ubica en una zona conocida, la cumbia forma parte de la cosmogonía
latinoamericana, y los actores se mueven en ese ritmo conocido, para dar cuenta
a través de seis actos, cinco son los originales, de un relato que presenta
tensiones universales y por lo tanto, que no ceden su poder en el tiempo. Lo
real y lo aparente, la inexistencia de una comunicación posible entre los seres
que habitan el espacio teatral que es a la vez pálido reflejo de un afuera
tenebroso, se logra a través de esos monólogos donde abunda la fuerza de la
convicción y el temor; el amor y la traición, la vida y la muerte. La oscuridad
y el contraste de una puesta expresionista es la manera que el grupo de actores
y la dirección eligen para dar cuerpo al texto de Müller. Cada uno en su lugar
de pertenencia, dando luz a las tinieblas de su historia, lleva adelante los
soliloquios que construyen una narración a partir del desmembramiento de otra
que es la pieza de Shakespeare, pero que en su demolición deja ver la
estructura de toda relación y la eficacia que posee despojar del vestuario de
la época isabelina al texto para desde ese
interior desnudo de máscaras, construir la continuidad entre lo que fue
y lo que es. Ofelia, es la locura que produce el desamor de Hamlet, pero es
también la última mujer que sufre la violencia de género. El amplio espacio
escénico de La Mueca
parece convertirse en un carrusel siniestro, donde todos los personajes siempre
están presentes en semicírculo y cada uno de ellos tiene un ritmo propio.
Precisión de una máquina donde cada engranaje tiene su función y puede
transmitir un sentido distinto, y en cada desplazamiento los personajes se
encastran generando una energía particular. Es difícil para el espectador asir
al hecho teatral como algo acabado sino, por el contrario, está en constante
movimiento y transformación. Los personajes cambian de lugar y de tarea, las
buenas actuaciones le dan cuerpo en distintas situaciones con los más variados
gestos, muecas y tonos, en un clima de fragmentación y de destrucción. La
iluminación destaca, entre luz y sombra, al personaje que se adelanta hacia el
público, mientras el resto de arrastra o salta o realiza movimiento torpes como
una marioneta. Espacio lúdico en constante ebullición, donde nada se evapora y
es el espectador quien debe elegir dónde focaliza su mirada, en una tensión
constante desde el inicio de la obra. Más allá de escuchar la música pegadiza
de:
En esta puesta en escena de Máquina
Hamlet la propuesta es diferente y creativa, con lo cual si bien podemos
conocer el texto primero o haber asistido, en su momento, al primer estreno, nos
ofrece múltiples bordes y como espectador intentamos inútilmente descubrir.
Máquina Hamlet de Heiner Müller. Actúan: Damián D`Espósito, Martín Dodera, Federico Fernández Mardarás, Federico Fernández Schmidt, Ramiro Manduca, Cristian Martinez, Keila Reynoso, Mariana Ulivarri. Voces en off: Rubén de León, Cristian Martínez, Martín Dodera. Diseño y Realización de Vestuario: Mariana Salvi. Diseño Gráfico: María Cecilia Iacono. Diseño y puesta de luces: Horacio Piñeiro. Fotografía: Thematischmidt. Producción: Equipo Máquina Hamlet. Diseño y Realización Escenográfica: Equipo Máquina Hamlet. Asistencia: Marilú Maygret. Dirección y Puesta en escena: Cristian Martínez. Prensa: Tehagolaprensa. Teatro La Mueca.
1
Máquinahamlet (Die Hamletmaschine) es un texto escrito en 1977 y
estrenado en Saint Denis (Francia) en 1979, y posteriormente reestrenada en
Alemania, en 1988. La obra surge a raíz de la obsesión que Müller sentía por la
obra de William Shakespeare y como un intento de dinamitar ese complejo
dramático, de reducirlo a su esqueleto. El autor Alemán retoma el personaje de Hamlet
y lo presenta inmerso en un problemática contemporánea, a través de una forma
que busca la subversión de los límites del drama, que ya no funciona como
principio arquitectónico del arte escénico. (Wikipedia)
2
Fue la quinta obra que el grupo
llevó adelante y su primer "éxito" de público, transformando
al Periférico de objetos en un teatro
imprescindible en todo festival internacional que se considerara prestigioso.
Según palabras de Daniel Veronese, autor y director del grupo, "Hacer
‘Máquina Hamlet’ fue una decisión política, pero ante todo fue una decisión
estética. Primero transitamos la etapa de búsqueda de la tragedia clásica como
molde sobre el cual pararnos y trabajar los elementos de creación periférica.
Llegamos entonces a Hamlet, a sabiendas de que el público que vendría a vernos
contaría a priori con una cantidad de información y de infinitos prejuicios a
partir de las puestas que ya habían visto de la obra, elementos estos con los
cuales nosotros pudimos jugar". (Audiovideoteca de Buenos Aires)
Por la contundencia en la violencia de las
imágenes -ligadas por momentos en forma explícita a los sucesos que atravesó
nuestro país-, el montaje tuvo como referencia directa -para los propios
artistas y para el espectador que la presenció- al terrorismo de Estado
argentino. Alejandro Tantanián -actor, autor y director teatral y ex integrante
de “El Periférico de objetos”-, explica el trabajo desarrollado por el grupo en
el proceso de adaptación del texto de Müller a la problemática argentina: “Lo
que hicimos con Dieter Welke¸ un dramaturgista alemán especialista en la obra
de Müller, quien vino especialmente a colaborar en el proceso de montaje, fue
un trabajo de deconstrucción del texto original. Estuvimos tres semanas
haciendo un trabajo de mesa.
(Maximiliano Ignacio de la
Puente, 2008, “Sobre Máquina Hamlet”, en Ensayos
dramatúrgicos blogspot)
3 Fragmento de la canción Asalto de cumbia
de
Gustavo Cordera