Si algo caracteriza a la puesta
dirigida por Laura Yusem es la desmesura. Procedimiento buscado para dar cuenta
de lo patético de una sociedad en la visión condensada de un Instituto de
Salud, donde sus enfermeras /recepcionistas viven del número de llamadas
posibles, y funcionan como los personajes ya conocidos de la poética que
Antonio Gasalla impusiera a sus criaturas. Pero la directora logra que esa
impronta tan conocida: la empleada pública, la maestra, Soledad, sean llevadas
de su mano a una exaltación de torbellino. Todo está superado por lo
inesperado, por la inestabilidad de un sentido que se pierde y transfigura en
las figuras grotescas que cada actor/ actriz componen. Grotesco no como género
establecido, representante de nuestro teatro y nuestra idiosincrasia, sino como
fuerte pincelada, como adjetivación que supera lo absurdo y lo expresionista. Pero
a veces todo es demasiado, y por momentos decae una energía que comienza en la
escena en un nivel tan alto, que es luego difícil de sostener. Dicho esto sin
desmerecer las excelentes composiciones que el grupo realiza de esos seres
desopilantes, que nos producen risa pero a la vez la inquieta sensación que
debajo de la máscara exagerada se oculta una realidad conocida, tejida entre
las líneas de lo evidente, como un murmullo, como una música de fondo que nos
envuelve. La parodia exasperada, la presencia de una sexualidad múltiple, los
traumas y las fobias, las envidias y los recelos, y la presencia de una
autoridad que no aparece por ninguna parte, da cuenta de un caos que en micro
nos quisiera alertar de uno mayor de alcances indefinidos. ¿Teatro político? Si
es así, no sólo lo es desde el discurso ideológico, nos referimos algunas
menciones que lo señalan: el sindicalismo en la presencia de la delegada, y sus
internas; la marchita y el nombre del General, y las menciones a funcionarios
del gobierno actual, o de la oposición; sino también desde una performance que
busca la provocación a través de la acumulación de significantes, la inversión
de roles, lo escatológico, y un relato sacado de las páginas de un noticiero
sensacionalista. Un hecho teatral que podríamos pensar desde la perspectiva de
“lo camp”, pues vemos algunos de los elementos que desarrolla Susan Sontag en
sus Notas sobre el tema. Sin bien la puesta en escena no tiene nada de inocente
ni ingenuo pero sí de saturación y de exageración, “lo demasiado” para ser el
principio constructivo y con humor se va construyendo una visión cómica de las
falacias de nuestro sistema sanitario. Para aquellos que hayan transitado por
la recepción y/o administración de algún establecimiento pueden reconocer,
lamentablemente, que a veces el paciente no es prioridad. Quizá por eso la
inversión entre la cantidad de personajes recepcionistas / enfermeras y la única
paciente. Si para “lo camp” es importante “destronar lo serio” la obra lo logra,
en especial, a partir de un canevas formado por diferentes monólogos, momentos
en que cada personaje busca la complicidad del espectador. Desde una
recepcionista / travesti muy preocupada en
armar el arbolito de navidad a una enferma que languidece e intenta
desesperadamente algo de atención. Colores brillantes para el vestuario y los accesorios,
a puro artificio y teatralidad las pequeñas historias contaminan el relato de
un exceso buscado. Pues como comentó Laura Yusem eligió entre varios texto que Mónica
Cabrera le entregó y con el grupo de actores buscaron construir el mundo especial
de esta clínica privada (nosotros podríamos agregar que “cualquier parecido con
la realidad es pura coincidencia”). Con un final a toda fiesta, una fiesta de
Navidad o de Año Nuevo, Será de Dios nos deja el desafío de reconocer algunas
de las cualidades de “lo camp” en el “comportamiento de las personas” que
trabajan en cualquier Centro de Salud.
Será de Dios sobre textos de Mónica Cabrera. Elenco: Enfermeras: Julieta Alonso,
Tatian Baranoff, Dante
Iemma, Rafael Cejas, Gloria Gamallo, Graciela Malvagni, Jorge Sánchez
Mon, Silvia Villazur. Paciente: Susana Monjoux. Fotografía: Marcela Gabbiani.
Operación de luces: Enrique Velay. Operación de sonido: Marta Uthurry.
Asistente de Escenografía y Vestuario: Stéphanie Champagne. Escenografía y
vestuario: Julia Camejo. Asistente de dirección: Marta Uthurry. Diseño de
iluminación: Marco Pastorino. Dirección: Clara Pizarro y Laura Yusem. Prensa:
Varas & Otero Comunicaciones. Sala:
Patio de Actores.
Sontag, Susan, 1996. “Notas sobre lo
Camp” en Contra la
interpretación.
Madrid: Alfaguara: 355-376.
Grotesco muy logrado desde todas las aristas. Muy recomendable.
ResponderBorrarAnoche tuve la oportunidad de ver esta obra,nos encantó al grupo, ritmo, picardía y mensaje social.Excelentes actuaciones. Para ve. Maria Paz.
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