El espacio El
Tenemos Teatro tiene mucho de mucho de íntimo, de privado, y desde el ingreso a
la casona nuestra cotidianidad queda suspendida. La Sala está preparada para
pocos espectadores y el reducido espacio escénico impone su presencia, es
imposible no sentirnos parte de ese espacio lúdico. Pocos elementos son
necesarios para dar cuenta de los varios registros genéricos se cruzan en la
estructura de la pieza de Matías Feldman, de nombre complejo y difícil para
quienes no manejamos el alemán como lengua habitual. Podríamos mencionar el
absurdo como la base de la escritura que luego será atravesada por los
procedimientos del policial de espionaje, y para finalmente trabajar ambos con
la fragmentación propia del teatro de la posmodernidad: de tiempo y espacio,
dentro de un texto repetitivo, que busca descomponer la totalidad para dar
cuenta de su propia manera de construcción a partir de un discurso que distrae
y altera la percepción del espectador. Una escritura paradojal y metatextual
que a partir de la anécdota de tres personajes singulares: agentes, espías,
asesinos a sueldo, definiciones que no cambian en nada la trama pero que de
alguna manera justifican su lógica; se nos presenta un hecho que ante el
detalle de todo lo narrado, de las reiteración con variaciones y un flash
–forward que nos anticipa una de las posibilidades que pueden sucederse ante
las circunstancias que los envuelven, queda en el margen de la narración, sin
que sepamos el cómo, el cuándo y el por qué. Ha habido un crimen, que se quiere
borrar en dos direcciones, pero que se logra invisibilizar ante el fárrago de
relatos y situaciones que nos hacen perder la perspectiva de que se ha cometido
un crimen. La escasa emocionalidad de las actuaciones, proceso buscado para
lograr el extrañamiento en la mirada, permite una atención parcializada entre
el movimiento de espacio a espacio construido por las sillas y el sillón. Esta
puesta en escena, en particular, tiene una dinámica interna que no es fácil de
aprehender, nuestra experiencia
espectatorial es accidentada a pesar de los desplazamientos precisos de cada
personaje y el ritmo intrínsico de cada uno de ellos es ambiguo y escurridizo.
Solo podemos entender la totalidad de la propuesta a partir de la entrevista
realizada a su director por Saverio Revista cruel[1].
Pues son dos los ejes que se entrecruzan constantemente en el hecho teatral,
por un lado, los personajes / agentes y su misión de limpieza y, por otro, los
personajes / actores y su lucha entre la presencia y la representación. El
acierto de Sebastián Raffa[2]
es haber encontrado el tono musical en los dobleces del texto dramático y convocar
a tres actores con distinta preparación escénica, que con profesionalismo crean
a los agentes especiales para una misión más y dan cuenta en escena de la
deconstrucción del artificio a partir del mismo hacer actoral.
Schultzundbielerundsteger de Matías
Feldman. Elenco: María Laura Castillo, Laura Aramburu, Rodolfo Zaiat. Asistente
de dirección: Gisela Rebichini. Voces en off.: Martín Najlis. Dirección:
Sebastián Raffa. Producción: Compañía Bisou. Prensa: María Laura Castillo.
Fotografía y Diseño: Andrea Salomón. Luces Camilo Cerón. Sala El Temenos
Teatro.
[2] Seba Raffa
se formó como actor con Lorenzo Quinteros, Osmar Núñez,Guillermo Arengo, entre
otros. Realizó estudios de clown con Iván Moschner. Estudió dramaturgia y
puesta en escena con Emilio García Wehbi y Luis Cano; dramaturgia con Alejandro
Tantanian y Bernardo Cappa. Algunos trabajos como actor son Luz de mañana
en un traje marrón de Daniel Veronese y dirección de Osmar Nuñez, Circuitos
para gente artificial, Bella noche y Sincronías, bajo la
dirección de Guillermo Arengo; El nombre de Jon Fosse con dirección de
Analía Fedra García, Incursionó como director y autor en El pescadito
y Como bandera de colores que se despliega al viento. Trabajó como
actor y coguionista en los cortos La mirada de la yegua y Más allá de Lanús,
con dirección de Pedro Otero. http://www.alternativateatral.com/persona10518-sebastian-raffa
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