viernes, julio 12, 2013

Manzi, la vida en orsai de Betty Gambartes, Diego Vila y Bernardo Carey



La poética de Betty Gambartes se instala siempre, en el universo de la música popular con un amplio recorrido que abarca títulos que están fuertemente instalados en el gusto y sentimientos de los argentinos. Esta línea de trabajo comenzó con Arráncame la vida (1991) y continuó con espectáculos que pivoteando en el tango también incluyen temas melódicos de autores que trascienden la frontera del dos x cuatro. Luego, junto a Bernardo Carey y Diego Vila (quien ya colaborara con Gambartes en musicales anteriores) presentó Discepolín y yo (2003),  excelente recreación del universo discepoliano. Ahora, llega Manzi, la vida en orsai, sobre la vida de Homero Manzi, autor que no podía faltar en este paneo que Gambartes realiza acudiendo a la música que define nuestra identidad ciudadana.
No podemos dejar de mencionar los espacios transitados por Homero Manzi, fiel a la cultura que vinculó siempre con las causas populares: se desempeñó como docente en los colegios Mariano Moreno y Domingo Faustino Sarmiento hasta 1930. Militante radical, en 1935 fundó FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) junto a Arturo Jauretche, Luis Delleppiane y Raúl Scalabrini Ortiz con el fin de generar un cambio dentro de las filas del partido decididamente volcado hacia el alvearismo. En 1947 fue expulsado del radicalismo por manifestar su simpatía por las acciones de gobierno implementadas por Perón. Comprometido en la defensa gremial, en 1948 fue elegido presidente de SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores). Manzi dejó 240 títulos registrados en esta entidad. Además, su capacidad artística se integró a la cinematografía en la década de oro del cine argentino, junto a Francisco Petrone, Lucas Demare, Sebastián Chiola y el productor García Smith, fundó Artistas Argentinos Asociados. Fue autor de veinticuatro guiones, entre ellos, el de La guerra gaucha (1942). Además de guionista, fue el director de Pobre mi madre querida (1948) y El último payador (1950).
            En 1998, con dirección de Manuel Ledvabni subió a escena en el Teatro del Pueblo, Homero, de Bernardo Carey. Esta pieza fue el primer reconocimiento del teatro argentino hacia la polifacética personalidad del gran poeta y letrista. Posteriormente, en el año 2009 se estrenó la película Homero Manzi, un poeta en la tormenta, dirigida por Eduardo Spagnuolo y protagonizada por Carlos Portaluppi. Y con motivo de cumplirse los sesenta años de su muerte, se presentó el Documental realizado por Mario Bellocchio, con guión del historiador Diego Ruíz y los aportes de Acho Manzi (2011).
            La historia de la pieza de Gambartes se inicia en el momento en que Manzi lee el diagnóstico médico que indica la enfermedad que lo llevará a la muerte. A partir de ese instante, comienza a evocar, fragmentariamente y sin continuidad cronológica momentos pregnantes de su vida, pues como él mismo lo dice: “… después de todo, la vida son los recuerdos”.
            Podríamos decir que el tema de la pieza es la pasión, la apasionada intensidad con que Manzi encaró todos los momentos de su vida. Si algo logra la puesta es precisamente eso, sumergirnos en la subjetiva mirada del personaje que con matices íntimos, de profunda emotividad, desgrana los estados por los que se deslizaba su espíritu, siempre un poco más allá, anticipándose a su tiempo, arriesgando un compromiso que lo coloca “en orsai”. Esos momentos están plenamente logrados en la secuencia escénica:”: la carta que desde la cárcel (1931), escribió a su novia Casilda, amor de juventud y luego su esposa. Su encuentro con Cátulo Castillo y la sólida amistad con Sebastián Piana. Sus primeros discursos políticos, su encendida militancia. El compromiso social que iba más allá de su identidad partidaria. Para Manzi, Perón era el reconductor de la obra de Irigoyen. El culto a la amistad, el fraternal sentimiento que lo unió a Troilo y a Cátulo Castillo. La severidad no exenta de audacia con que criticó a Gardel por haber incorporado su voz a la producción de Hollywod. Nelly Omar, su pasión por la cantante. Su amistad con Discépolo, el tango dedicado al autor que le dicta a Troilo por teléfono. El recuerdo de su amistad con Eva Perón. Su doloroso final, la certeza de la muerte que hace que le pida a Dios: “… no me sueltes, tengo tanto para hacer, tanto para dar”. Todo, todo lo que nombran y evocan los tangos de Manzi integran una cosmografía donde la vida del autor confluye inevitablemente. Sin embargo, el núcleo dramático lo constituye el romance de Nelly y Homero, con sus aristas de felicidad y dolor que, por momentos, alcanza niveles de desmesura, lo que coloca a la puesta en la estética del melodrama.
            Homero canta y ese canto nos cuenta y por supuesto, canta Nelly. La historia desgrana tangos emblemáticos del repertorio de Manzi. Pero, en la interpretación de La descamisada, Julia Calvo adquiere vuelo propio, recorta el clima y nos ubica en aquel momento histórico donde la mujer adquiere su conciencia de mujer militante y de trabajadora con derechos. En algunas escenas los protagonistas cantan diferentes temas en simultáneo, algunos fragmentos dialogan y otros, los interpretan en “quodliben” (forma musical que combina distintas melodías en contrapunto), logrando una perfecta y muy bella armonización.
            En el sistema de personajes, se alterna la actuación realista con procedimientos que provienen de la técnica del actor popular: la mueca, la maquieta, la gestualidad exagerada, especialmente en Nestor Caniglia que tiene a su cargo los personajes de Cátulo Castillo, Santoro (el amigo radical de Manzi) y Anibal Troilo. Sin lugar a dudas, para dar con el tipo en personajes tan diversos, necesitó acentuar aquellos rasgos que condensaran la personalidad de esos hombres. El hecho de que Aníbal Troilo esté más presente en el recuerdo del espectador (por algunas filmaciones de época) nos permite asegurar que a pesar de no tener Caniglia ningún tipo de parecido físico, logró el ritmo gestual y tonal y una cierta postura física que remite al Troilo que el espectador conoció. El personaje de Nelly Omar, oscila entre el realismo y algunos toques teatralistas, particularmente, cuando aflora el desparpajo propio de una mujer plenamente identificada con lo popular. Julia Calvo, sumamente expresiva en la mímica, aporta en algunas escenas la picardía que agrega humor y en otras, la mueca desgarrada propia del melodrama que, a su vez, remite al gestus social del grotesco. La actuación de Suárez busca el efecto de realidad, identificar el personaje con su modelo referencial, trabaja con un medio tono  que sólo rompe en los momentos en que el dolor lo desborda. Los ademanes, el tono de su voz, sus desplazamientos, son la exteriorización de lo que psicológicamente lo afecta. Su actuación intensifica la necesidad de autoafirmación, el personaje quiere saber si dejó “algo” en su paso por la vida. La escena en que dialoga con Troilo, donde le pregunta si hizo algo importante y Troilo le enumera todo lo realizado, tiene un hondo contenido emotivo y cierta intención pedagógica (quizás para recordar o informar al espectador lo mucho que hizo Manzi en sólo cuarenta y tres años de vida).
            En cuanto a la escenografía, el fondo dividido en diagonal, el triángulo inferior siempre en negro, el superior, oscila entre el celeste suave al intenso o al rojo, según la atmósfera anímica de cada escena. Cuando el personaje ingresa por esa diagonal (sólo se ve la parte superior del cuerpo), el fuerte contraste de los colores, genera una imagen muy bella. La música que aporta la orquesta en vivo, ubicada a la izquierda del escenario, se constituye en un elemento que le da un plus de calidad a la puesta. El centro del espacio escénico es el lugar que la luz privilegia con fuerte focalización, en ese centro se desarrollan las escenas de mayor dramatismo. Gambartes ha logrado muy buen aprovechamiento del espacio escénico, el perchero, en cuyo espejo se refleja el rostro del protagonista sorprendido en el dolor ante el conocimiento de su muerte; una mesa y dos sillas, tan sólo para la charla con el amigo y con Nelly, son más que suficientes para la intimidad que requieren las escenas.
La Julia Calvo cantante, no es sorpresa, hay títulos importantes que la respaldan en esta faceta artística (El diluvio que viene-2010, Doña Disparate y Bambuco-2011, entre otras comedias musicales en las que participó). Sí, es muy posible que el espectador se  sorprenda con el Jorge Suárez cantante, con la calidad y el timbre de su voz. Se podría pensar, si no conociéramos su brillante trayectoria actoral, que su vida artística estuvo dedicada al tango desde siempre. Jorge Suárez y Julia Calvo, cantan e interpretan con la profesionalidad que los avala actoral y musicalmente.
            Todos los signos escénicos logran un entramado perfecto para que música y palabra inauguren un espacio de ficción que permite a los espectadores mirar …  como “en el cristal de un charquito” (De barro -1943)  la conmovedora vida del poeta que cantó como nadie los sentimientos y los espacios del barrio y del hombre que puebla la noche.        















MANZI, la vida en orsai
de Betty Gambartes, Diego Vila y Bernardo Carey. Teatro La Comedia. Rodríguez Peña 1062. T.E.
Elenco: Jorge Suárez, Julia Calvo y Néstor Caniglia. Músicos: Damián Bolotín y Mariana Atamas (violín). Gabriel Rivano (bandoneón). Diego Vila (piano). Escenografía e iluminación: Gonzalo Córdova. Diseño de vestuario: Mini Zuccheri. Asistente de dirección: Sergio Grimblat. Stage manager y asistente de producción: Natalio Bochi Ibañez. Asistente de escenografía: Isabel Gual. Asistente de vestuario: Florencia Antacle. Vestidora y asistente de camarines: Daniela Dearti. Asistente y técnico de escenario: Fernando Sanz. Diseño gráfico y comunicación audiovisual: FMS. Realización de escenografía: Lucía y Manuel Escudero. Luces: Adrián Condomi. Sonido: Rodrigo Lavecchia. Diseño de sonido: Mariel Ostrower. Operador de sonido: Santi Lesca. Diseño de peinados y maquillaje: Ale Star. Fotografía: Rodrigo de la Fuente & Claudio Santamaría. Producción gráfica: Alejandro Garbarino. Prensa: Agencia Duche & Zárate. Productores generales: Martín García y Georgina Rey.  Arreglos y dirección musical: Diego Vila. Idea y dirección general: Betty Gambartes.










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