miércoles, julio 24, 2013

Mi único muerto…El Che | Idea Original de Dario Odriozola y Fabio Tiberi | Dramaturgia de María Verónica Arroyo Goyoaga y Fabio Tiberi


Luz ciega del sol / Raíz oscura de la Higuera.

De verde oliva, sin Dios/ En una tarde cualquiera/

El diablo se disfrazó/ y pudo entrar en la escuela.

Dos tiempos se conjugan en la puesta que dirige Fabio Tiberi, el presente y el pasado en La Higuera, pero para uno de los personajes, el de oscuro nombre, aquel acontecimiento que lo incluiría en la Historia, sigue su curso de presente continúo. Tiempo detenido, que como la marea en sus flujos y reflujos retorna a la playa de la memoria para recordarle un hecho que fue por siempre un error en su vida. Los hechos de La Higuera darían un vuelco a la historia del mundo, pero sobre todo, a la de Bolivia, y a aquellos que fueron testigos y actores del acontecimiento: La muerte del “Che”. La ceguera como símbolo es mucho más que el deterioro de una edad, es la manera de defenderse a sí mismo para no ver, para no verse ni en el espejo, ni en los ojos de su hijo.  Cuando ingresamos a la sala como espectadores no desprevenidos, nos reciben los soldados que custodian la puerta por donde todos entraremos y saldremos en algún momento. Los paneles que la sostienen, son a la vez pantalla que  exhibirá junto al hecho teatral la documentalidad del registro de la época. La música del altiplano nos recibe y va construyendo el clima necesario para evadirnos de nuestro presente inmediato, y ubicarnos en el pasado y el presente de la enunciación. Tres dimensiones que se cruzaran en la categoría de la memoria colectiva, ya que el suceso nos involucra a todos. A los que tenemos edad para recordar el momento exacto de su muerte, y para aquellos que desde el discurso de la historia y del arte, El Che, es el perfecto conocido. Pero el punto de vista, no pasa por esa muerte archi conocida, sino por las consecuencias de no haber interpretado el acontecimiento en toda su magnitud. En el pasado, sólo la maestra, tras el temblor de la impotencia, es la que entiende a ese hombre enorme y desaliñado que la mira y le conversa sobre sus compañeras. Es la única que se anima a preguntarle al coronel sobre lo sucedido e intentar una discusión sobre que va a pasar luego en ese lugar. En el presente, los herederos de aquella revolución fallida en tierra boliviana, los médicos cubanos que llevan adelante la operación que recupera la visión de Mario  Terán, el asesino del Che, tardan tras el estupor de lo realizado, de darse cuenta que su acción es otra batalla ganada por su víctima. La revolución abortada, exige desde el pasado su lugar en el presente de La Higuera; trayendo a ese lugar la posibilidad de una forma más digna de vivir. En el presente de los personajes, se esconde una realidad que no quiere ser revelada, pero que todos conocen y guardan en silencio. Personajes que a través de sus acentos dan cuenta de su origen, más allá de sus acciones, polifonía que el texto destaca. Los cambios de espacio en una semipenumbra permiten por momentos la simultaneidad. Para dar cuenta que el pasado nunca se ha ido del todo. Las actuaciones resuelven bien los encuentros personales, que a veces se dilatan en un tempo detenido que hace perder la tensión dramática, pero en otras ocasiones la fuerza de sus contradicciones exponen con crudeza, las que también los atraviesan en el afuera. La de Terán con la maestra, la de ésta con el coronel, la que sostiene con el Che. Una puesta que bucea en los recovecos de la historia menos conocida, que nos presenta un Ernesto Guevara humano, a la altura de los acontecimientos, pero un hombre, sólo eso, cuya valor intrínseco fue saberlo hasta las últimas consecuencias, aceptando su condición de vulnerabilidad y siendo responsable de sus actos. La pipa, el pañuelo de gasa, la comida para sus compañeros, el ponerse de pie para no terminar como un perro apaleado, sino para dar cuenta de su cualidad vertical, humana. Los hombres no hacen cosas heroicas porque nacen héroes, las realizan con la fuerza de su voluntad y los demás los convierten en bronce para neutralizarlos. Pero un hombre es un hombre y su voluntad es infinita, si se lo propone.



Mi único muerto… El Che. Idea original: Darío Odriozola y Fabio Tiberi. Dramaturgia: María Verónica Arroyo Goyoaga y Fabio Tiberi. Colaboración autoral: Dario Odriozola. Elenco: Edwin Berzain, Tito Cancino, Lucrecia Carrillo, Héctor Díaz, María Verónica Arroyo Goyoaga, Marcelo Lazarte, Christian Petersen, Norberto Portal, Fabio Tiberi. Diseñador Escenotécnico: Ricardo Sassone. Realizador Escenotécnico: Dario Odriozola. Música original y efectos de sonido: Diego Dzikovski. Vestuario: María Verónica Arroyo Goyoaga. Operación audiovisual: Isarel Izquierdo. Realizado audiovisual: Sol Ticera. Coordinación de puesta en escena: Norberto Portal. Autor de Vidala “Mi único muerto”: Darío Odriozola. Cantante de vidala “Mi único muerto” Lucía Carabajal. Música de Vidala: “Mi único muerto”: Diego Dzikovski. Diseño de programa y folleteria: Darío Odriozola. Prensa: AYNI Comunicación. Dirección general: Fabio Tiberi.



http://www.teatrodelartefacto.com.ar/documents/nuestros_espectculos.php?entry_id=1373680999







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