martes, mayo 21, 2013

Victoria una historia de fosforeras de Cristina Ghione

 
La puesta que dirige Agustina Ruiz Barrea sobre la textualidad de Cristina Ghione expone con acierto la dicotomía que se establece entre la memoria y la historia. La Historia habitualmente se constituye en discurso con aquellos acontecimientos que marcan hitos que modificarían la vida social de los pueblos, pero sucede que esos acontecimientos no tienen en cuenta en ese  ajedrez político a los peones que como en el juego de mesa son los que van a la vanguardia de las acciones, los que llevan siempre la peor parte. De esa historia opacada, sumida en el olvido, de miles de seres anónimos sin registro documental toma la dramaturga su materia prima para construir un relato fragmentado en la dimensión temporal rescatada por una cámara fotográfica. Las huelgas de principio de siglo, de alto protagonismo femenino, son el contexto que la palabra y la imagen intentan reconstruir a través del personaje de la fotógrafa que se niega a que los protagonistas de aquellos sucesos sigan en el olvido. La puesta, entonces, pone el ojo de la cámara sobre una de aquellas manifestaciones de rebeldía justa, la de las fosforeras que se produjo en 1906 y que fue acompañada por el barrio donde la fábrica estaba asentada. Iniciada y conducida por mujeres anarquistas, cuyo lema era: Ni Dios, ni patrón, ni marido, y cuyo oponente era por un lado el capitalismo burgués que las sumía en la miseria, la explotación, el abuso sexual, el hambre, la soledad y la tristeza, como se ejemplifica en imágenes en el correr de la intriga; mientras dentro del movimiento también debían pelear y mucho contra sus propios compañeros de lucha, que no veían con buenos ojos el avance femenino sobre unos derechos que les correspondía defender y del que luego ellas se verían beneficiadas. Las mujeres, sin embargo, eran conscientes que eran las más perjudicadas junto a los niños de la explotación: bajos sueldos, horarios inhumanos y malos tratos eran la constante. Como eran conscientes de la necesidad de alzar la voz afuera como adentro para defender derechos específicos que eran sistemáticamente ultrajados. El grupo de actores que lleva adelante su labor en el espacio CAFF, con una teatralidad propia del teatro popular, donde la música y los cuadros de baile muestran el contraste entre la posibilidad de la alegría a pesar de todo, y el mundo hostil que deben transitar, pone blanco sobre negro para traer al presente desde el fondo de la historia que todos construimos día a día, los nombres y los hechos de aquellos que los documentos oficiales, de la historia oficial, no registran, pero a quienes les debemos desde su valor y generosidad, en su tenacidad mucho de lo hoy disfrutamos y debemos sostener. El largo camino recorrido, con sus avances y retrocesos, nace en aquel Buenos Aires inmigrante y criollo, que se estrenaba en las luchas obreras bajo el signo del anarquismo y de un socialismo incipiente. El trabajo con el espacio y el tiempo hace que viajemos al año señalado, 1906, para luego detenernos en una instantánea, a través del personaje actual, que quiere reconstruir una foto donde aparecen los integrantes de la huelga en el momento crucial de la lucha. La reconstrucción de época en el vestuario, las lenguas, y la música, hay una orquesta en vivo, hablan del respeto que todo el grupo tiene por la temática abordada y por el espectador, a quien se le ofrece un fresco de una época no suficientemente abordada. Un muy buen trabajo, para disfrutar y reflexionar sobre quienes somos desde quienes fuimos.  
 






Victoria una historia de fosforeras de Cristina Ghione. Elenco: Patricia Lardani, Luciana Buschi, Ana Ponce, Rocío Ríos, Marisabel Perillo, Eugenia Díaz, Rosario Maranesi, Mariana Berger, Julieta  Greco, Gastón Jeandet, Sabino Molina, Pablo Corradi, Aldo Perez. Músicos en vivo: Juliana Corazzina (piano) Ayelén García (violín) Cristina Ghione (flauta traversa) Esteban Ruiz (guitarra) Música: Esteban Ruiz Barrea, Bernardo Santiago. Vestuario y Escenografía: Marcela Tazzioli. Colaboradora en Vestuario: Cristina Romero Colaboradores de Arte: Paola Tazzioli, Marilina Viegas, Mariano Junio Fotos: Lucía Santiago Iluminación: Alejo De Falco Prensa: Ayni Comunicación.  Dirección: Agustina Ruiz Barrea.












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