miércoles, mayo 15, 2013

Delia de Sebastián Suñé


La ciudad de Buenos Aires  está considerada como una de las ciudades del mundo que cuentan con el  mayor número de psicólogos y en consecuencia, de gente psicoanalizada que se transforma en terapeuta-dependiente. El terapeuta pasa a ser alguien absolutamente confiable (se supone que así deber ser), que en muchos casos, como en el de Delia, complementa la falta de afectos familiares y de amigos. De la misma manera, el profesional también  cuenta con grandes detractores: “no estamos locas, no necesitamos psicólogo”, exclaman constantemente las compañeras de trabajo de Delia (aunque en realidad lo necesitan más que ella).
La comedia de Sebastián Suñé nos introduce en la vida del personaje, oficinista, que no logra una ubicación feliz: ni en el seno familiar, después de la muerte de su padre (a quien más amaba), ni en el espacio de la oficina donde es una “rara avis” de coherencia. La pieza, a partir del chiste rápido, espontáneo, casi ingenuo por momentos y otros con un fuerte toque de humor negro, realiza una crítica a ciertos aspectos del entorno recurriendo a la parodia de los roles sociales. De esta manera, Delia no tiene un psicólogo sino cuatro, sus compañeras de oficina son  la exacerbación del mal carácter, tan propio del estereotipo de la empleada pública en uno de los casos, y en el otro, la hipérbole de la haraganería (mate en mano en forma constante) y exaltación de la sexualidad en la ropa, movimientos y poses. Además, su compañero varón, un psicoanalizado con experiencia que no obstante no logra resolver su relación con su ex mujer. En cuanto a su familia, todo se complejiza, una de las hermanas es lesbiana, otra, superficial y con una ingenuidad que raya en “la bobería”, la tercera hermana,  no alcanza con que sea enferma sino que agrega el factor melodramático con su muerte y la madre que fuera de toda mímesis, refuerza sus rasgos de mujer de carácter con el hecho de que su personaje lo desempeña  un hombre.
                En cuanto a las actuaciones, la composición muestra la artificialidad necesaria, precisamente, para conformar en los personajes los rasgos descriptos anteriormente.  En el todo se recorta la actuación realista en el personaje de Delia: en la coherencia de sus reflexiones, en el manejo de la gestualidad, en los tonos, en la vestimenta. El texto busca “salvar” a Delia, mostrarla como una persona consciente de sus problemas, que en lugar de negarlos procura la ayuda  necesaria. La pieza muestra un excelente manejo del humor, el espectador no puede alcanzar la empatía, ni aún en el momento de la ceremonia en el cementerio. El objetivo: mostrar lo tragicómico de la vida misma, junto al dolor, siempre hay algo que mueve a risa, la torpeza o la rigidez de un gesto, de una palabra inadecuada, de una actitud. 
                La espacialización se construye con una cierta estilización, aunque elementos claves señalan el espacio de la oficina, de la casa de Delia y del cementerio. La primera escena, casi en penumbras, la iluminación destacando sólo a Delia y al rostro enmascarado de los cuatro psicólogos, los comentarios incisivos, apremiantes y exigentes, generan un clima perturbador que  remite a todo lo doloroso que Delia debe rescatar de sí misma como forma de reconocerse y valorarse. 

               











Delia de Sebastián Suñé. Teatro Beckett, Guardia Vieja 3556. Domingos 20:30, info y reservas: delialaobra.wordpress.com. Elenco: Victoriano Arana. Nacho Bozzolo. Agustina Cerviño. Laila Duschatzky. Paula Staffolani. Diseño de vistuario: La Polilla: Gustavo Alderete. Natalia González. Rodrigo Lico Lorente. Escenografía: Natalia González y Alejandro Marcucci. Máscaras: Elizabet Gora. Música original: Mauro Toro. Diseño de iluminación: Rocío Caliri. Diseño grafico: Higos & Brevas y Rosario Suñé. Blog y difusión multimedia: Alicia Borghi. Asistencia de Dirección y Sonido: Luciana Becerra. Fotos: Rosario Suñé y Verónica Storey. Dirección: Sebastián Suñé.















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