domingo, septiembre 01, 2013

Reseña | Los pies en el camino / 15 años de la Compañía El Muererío Teatro

Lo único que le pido al arte es que me ayude
A decir lo que pienso con la mayor claridad
Posible. Que me ayude a inventar los signos
Plásticos y críticos que me permitan con la
Mayor eficiencia condenar la barbarie de occidente.
(León Ferrari)




María de los Ángeles Sanz

La presentación en un libro / objeto de la trayectoria de la Compañía El Muererío es un acontecimiento feliz para los investigadores y espectadores de teatro que necesitan el relato de la memoria sobre una actividad que tiene como elemento constitutivo su carácter efímero. La conformación en discurso e imágenes de los trabajos llevados adelante por el grupo bajo la dirección de Diego Starosta, es un documento inapreciable para los que amamos el teatro y esperamos la dialéctica entre la perfomance y la teorización  por parte de sus protagonistas. Siguiendo el orden lógico temporal desde el inicio de la Compañía en el 1996, la mirada debe desplazarse en forma rizomática por una distribución que obliga a la lectura y la relectura de lo expuesto. Con prólogo de Carlos Fos, y un prefacio del propio director, nos introducimos desde sus palabras, en un universo donde la conjunción con la imagen es de una perfección necesaria. Las diferentes disciplinas que conforman las puestas son también desde el concepto deleuciano de pensar el tiempo y el espacio un estallido de puntos de fuga que obligan al espectador a un ejercicio activo para decodificar todos los signos que se ofrecen. Con esa misma complejidad de continente y contenido es que el objeto/ libro sobre El Muererío está estructurado. La impronta del pensamiento del filósofo francés está presente desde el título del libro, y se afirma en el que encabeza la introducción: “Un devenir teatro”. Podemos analizar la afirmación categórica para dar cuenta de la producción que se rescata en el texto y para estar atentos de cómo debemos apropiarnos de una textualidad que reconstruye en dos órdenes la historia del grupo: el lógico temporal y el que sostiene una multiplicidad de elementos que producen la riqueza de sus páginas. A partir de un juego de oposiciones, que aparece definido en forma y escritura, cada uno de los espectáculos tiene en el texto su análisis desde la producción del hecho teatral, poniendo en claro cuáles fueron las herramientas necesarias para su concreción, cuáles los procedimientos convocados para llevar adelante un proceso de creación que no tiene por delante más que el camino a realizar: “Como hombre de teatro, creo y me veo involucrado en una historia que evoluciona de forma dialéctica. Un sistema asciende, se desarrolla y decae; pero esa decadencia es el germen para el nacimiento de un nuevo sistema. El sistema decadente es la referencia, es el punto de partida” (31) Todo, como en un laboratorio donde la ciencia es el teatro, cada prueba y error, cada ensayo, es la matriz donde comienza una búsqueda incesante para llevar la idea a su expresión más completa. Para el director el teatro es el lugar donde el cuerpo del actor realiza una danza donde estallan los sentidos: “Un cuerpo en escena no puede ser igual a un cuerpo en el desenvolvimiento de la vida diaria. Un cuerpo en escena tiene que crear, conscientemente, otro tipo de realidad.” (69) Pero que no se realiza plenamente en una sola puesta, como una puesta no se conforma con el soporte de una sola escritura, por eso, una estructura recurrente es la trilogía, la primera: La boxe (2000), El giratorio de Juan Moreira (2001), El canto por Ignacio Sánchez Mejía (2003); la segunda: Las bacantes (2009/10), Manipulaciones II, Tu cuna fue un conventillo (2011)  y Manipulaciones III, El Banquete (2012) Las asociaciones y las estructuras de los trabajos en el escenario están respetados en la compaginación del libro. Donde como en una pintura barroca, estallan los puntos de fuga, y se multiplican los sentidos. La disposición de las fotografías, la textualidad de las palabras, las cronologías que acompañan, la referencia a seminarios y talleres que ponen en acto la teoría desplegada sumergen al lector en un universo donde la desmesura lo envuelve para atraparlo en su vorágine lúdica. La información es intensa, pero no es sólo el fundamento que lo sostiene, las imágenes son atrayentes, sugerentes, pero no son de por sí lo que atrapa al posible destinatario, la reflexión teórica sobre el quehacer propio y ajeno, la dialéctica con creadores como Eugenio Barba1, es muy interesante, pero no es marcar la diferencia solamente lo que incita a la lectura; el libro atrapa por el conjunto de todos aquellos detalles que hacen que se necesite volver una y otra vez a descubrir lo que se puede haber escapado en una primera mirada. Hay una poética que se desarrolla en el escenario, a través de los ensayos y los talleres, a través de la discusión estética, que deviene en las páginas del libro como una extensión de la idea. Búsqueda incesante de producir con soportes diferentes, que se cruzan de manera no convencional, para dar cuenta de una tensión dramática que es finalmente un primer punto de arribo. Los pies en el camino es un texto que se cierra con los datos de los autores y que los ubica en el campo como participantes activos del mismo, construyendo un centro en la periferia, un centro distinto en un campo teatral que poco a poco va incorporando creadores que se atreven a discutir la instrumentación, hacia fuera y hacia dentro, de una perfomance teatral que incluye disciplinas implícitas pero muchas veces invisibilizadas al no darles a cada una el espacio necesario.







Los pies en el camino / 15 años de la Compañía El Muererío Teatro

Diego Starosta / Mauro Oliver

Editorial ICA

Páginas 207





https://www.facebook.com/el.muererio.teatro?fref=ts


http://www.youtube.com/user/abrocomillas?feature=watch







1 La reflexión sobre la poética de Eugenio Barba y el teatro antropológico gira en dos conceptos que se atraen y se rechazan a la hora de la concreción poética. El error parte de la definición de que existe un teatro antropológico, el teatrista afirma: que si existe la antropología teatral, que no es una técnica sino un estudio sobre principios comunes en las técnicas del arte de la representación.  La problemática, afirma Starosta, no es privativa de Barba sino que es extensiva a todos aquellos teóricos incorporados no desde el proceso sino desde una estructura cristalizada. Se reproduce habitualmente su logro final, sin pensamiento crítico del camino recorrido hacia él.





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