jueves, septiembre 01, 2011

Dijeron de mí, de y por Virginia Innocenti



El título en pasado, que parafrasea el título del tango de Pelay y Canaro de 1943, nos habla de la reconstrucción de la mirada del otro sobre uno mismo, la que lleva adelante sin superponerse a la real Virginia Innocenti1 desde la voz, el cuerpo, con la impronta si de alguna gestualidad que nos recuerda a la memorable Tita. En el escenario del Maipo la actriz nos ofrece un relato unido por la música, aún en sus silencios, ya que desde el piano Diego Vila sostiene la tensión y el diálogo con la actriz a partir de la mirada. Relato cronológico pero fragmentado, que avanza y retrocede marcando los momentos más íntimos de la Merello: el abandono, el amor, el desamor, la soledad, la necesidad de trabajar para sobrevivir en una ciudad fagocitadora de débiles; la puesta muestra como el personaje Tita se come a Laura Ana, la persona real, y trasluce una fortaleza que es un castillo de naipes. Virginia Innocenti y Luciano Suardi aciertan cuando comprenden que la dureza de Tita es refugio y que su fuerza reside en su porfiada debilidad: “No sé cantar, no se bailar, no se hacer nada, pero tengo dieciséis años”. Del mismo modo aciertan cuando no intentan darle a la interpretación de los tangos más representativos de la Merello, en la voz de la Innocenti ni el tono ni el color de Tita, ni siquiera reproducir su cadencia2 sino que la actriz en el presente de su acto es ella y la otra en un diálogo precioso. En un escenario despojado de brillos inútiles, con una mesa funcional a los desplazamientos de la actriz, que es también el objeto de equilibrio entre ella y el piano, un telón pantalla, un juego preciso con las luces y un vestuario que la ubica en tres momentos de su vida que aparecen ligados por la música y la letra de los tangos, son suficientes para describirla sin apelar al rigor histórico. Tita hija, Tita mujer, Tita enamorada, Tita abandonada y perseguida, recuperada por la amistad y la memoria, Tita agradecida, una mujer que atravesó el siglo y siempre tuvo mucho que decir. Todas ellas aparecen por la maestría del trabajo de la Innocenti que despliega su talento sin desmesura y que demuestra una vez más, que es no sólo una muy buena actriz sino también una maravillosa intérprete de la música popular. No la imita, la comprende, la describe desde ella misma, encarnada en la Merello; así su cuerpo menudo crece o se repliega según el curso del tiempo, impiadoso y cruel. De la risa al llanto, del dolor a la esperanza, Innocenti logra que el espectador se acerque a la mujer a partir de sólo unos pocos hitos importantes de la vida de la diva. Hacia el final que no lo será, porque todos queríamos más y generosamente se nos dará un plus; del telón de fondo surgen las fotografías en paralelo que muestran a ambas y nos dejan la dulzura del recuerdo, y en real la imagen de una Tita entonando su tango más característico, aquél que la pinta de cuerpo entero. El Maipo3 es un espacio significativo, porque la trayectoria de la sala tiene mucho en común con la trayectoria de Tita, hasta en esto se sitúa la Innocenti, cuando dialoga con el público a la manera de… pero con una gracia propia. Difícil tarea ser otra desde lo visceral, desde uno mismo, pero el trabajo es exquisito y el esfuerzo vale la pena.

Dijeron de mí de Virginia Innocenti. Elenco: Virginia Innocenti. Diseño de espacio escénico: Oria Puppo. Diseño y realización de vestuario: Pablo Battaglia, Mónica Mendoza. Diseño de iluminación: Omar Possemato. Peinados y pelucas: Oscar Colombo. Maquillaje: Francisco Ingratta. Asesoramiento de imagen: Horace Lannes. Asistente de Oria Puppo: Cecilia Stanovnyk, Leticia Ragozzino, Sofía Galazzi. Realización escenográfica: A&B realizaciones escenográficas. Coreografía: Cecilia Elías. Fotografías de Tita Merello: Annemarie Heinrich. Producción fotográfica de Virginia Innocenti: Estudio Heinrich Sanguinetti. Arte y diseño: Pablo Bologna. Prensa: Duche & Zárate. Asistente de dirección: Marcelo Szereszevsky. Producción artística: Lino Patalano. Piano y dirección musical: Diego Vila. Dirección general: Luciano Suardi.  




1 Virginia Innocenti, es actriz de teatro de cine y televisión donde sus recordadas interpretaciones han obtenido el reconocimiento del público y de la crítica especializada. En 2001 recibió la distinción Premio Konex como una de las cinco Mejores Actrices de cine de los ’90 y en 2011como una de las Mejores Labor Teatral Unipersonal de la última década. En lo musical por su disco Habrá fue nominada a los premios Gardel como Mejor intérprete y por su compacto En agua negra obtuvo el Premio Clarín 2006 como Revelación Mejor Intérprete Melódico Popular.

2 Dice Osvaldo Pellettieri de su cadencia: “A ese balbuceo que compartía con la mayoría de los actores cómicos argentinos, Tita le insufló la expresividad “canyengue” de todo su cuerpo, de su estado de ánimo, de su andar y, especialmente, de su elocución. Desde su forma de sentarse hasta su discurso se plegaban a esa actitud. Su entonación “llorada”, nasalizada, era a veces seria, otras graciosa o cachadora, pero siempre canyengue.” (2003, 135)

3 Tita Merello actuó por primera vez en el teatro actualmente denominado Maipo en 1923, hasta el año 1922 denominado Esmeralda, en la revista cuyo título era Las modernas Scherezadas de Roberto Cayol, cantaba el tango “Trago amargo”; cuando sólo tenía diecinueve años. El autor la definió con el apelativo Tita. En este teatro fue figura estelar compartiendo cartel con los cómicos Pepe Arias, Marcos Caplán y Luis Arata. El periodista Jorge Göttling expresó: «Ella contaba que allí, con ese lúgubre decorado, cantó en público el primer tango, con su voz feroz y desafinada. Estrena el tango Se dice de mí de 1943, en la Comedia musical de Ivo Pelay y Francisco Canaro Buenos Aires de ayer y de hoy. Es una canción concebida originariamente como milonga, con música de Francisco Canaro y letra de Ivo Pellay, con rica historia en Hispanoamérica. La primera grabación de "Se dice de mí" la hizo Canaro con la voz de Carlos Roldán, en un registro argentino del 19 de mayo de 1943; la letra era para que la cantara un hombre, pues el protagonista era un varón. La canción adquirió notoriedad al ser interpretada por Tita Merello en una versión femenina en la película Mercado de abasto, de 1955, con dirección de Lucas Demare. Casi cincuenta años después, la canción volvió a reeditarse, como cortina musical de la telenovela colombiana de éxito mundial Yo soy Betty, la fea. El leitmotiv musical de la telenovela es este tema interpretado por la cantante bogotana Yolanda Rayo, en tiempo de milonga y en tiempo de salsa. La excusa es la coincidencia de la aparente fealdad de la protagonista de la canción con el personaje principal encarnado por la actriz Ana María Orozco. 



 



Pellettieri, Osvaldo, 2003. “Tita Merello: el actuar como cantar un tango” en De Eduardo de Filippo a Tita Merello. Del cómico italiano al “actor nacional” argentino (II). Buenos Aires: Galerna /Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires.


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