Dos espacios de una casa desangelada, despoblada
de seres y de objetos; el afuera, un patio y la puerta de calle, el adentro,
dos habitaciones y un baño, donde las acciones se suceden en escena y
extraescena. En el espacio donde todo finalmente converge, una cama, una mesa,
una heladera, un televisor, un panel con notas policiales, dos sillas; es decir
una puesta realista, que se carga de procedimientos para dar cuenta a través de
la exasperación, los sentidos cruzados que unen las relaciones
filiales, aquellas que se permiten ser observadas, y las otras las que forman
parte del submundo de la historia familiar. Hermanos seis, y una catástrofe que
ocurre para dar la oportunidad de conocer y reconocer a otra hermana que se
llama igual a una de las “legalizadas”, Marta Moretti. El juego con el equívoco
da lugar a las primeras risas y distensiones que el espectador se permite, en
un clima que desde el principio aparece oscuro e incierto. La invasión de los
hermanos provoca la reiterada muletilla que les recuerda la propiedad de la
dueña de la casa, “esa es mi cama, esa es mi silla…” El televisor como el medio
de comunicación con el mundo exterior, es el productor del miedo que produce la
insistencia de noticias truculentas en la vida de Marta Moretti dos. Todo se
duplica, las gemelas, las dos Martas, los espacios, y el espectador es así testigo de un viaje en
la vida de la familia, observando como se aman y se destruyen sin detenerse a
pensar más que en el límite que va desde el pasado de niños prodigios,
cantantes de canciones pegadizas, y el presente de locura, inseguridad, miedo y
violencia. En el discurso de la precariedad, todo se aúna, la ropa, la ceguera,
la falta de dinero, como así también, la falta de piedad, de comprensión, la
necesidad de ahogar la sensibilidad, para sobrevivir a la locura y la muerte.
El mundo de la posmodernidad y la globalización, trivializa y produce islas que
ante la falta de certezas buscan desesperadamente en sí mismos una única vía de
escape, incapaces de un gesto colectivo, fuera de la convención. Lo mediático
como variable que lo atraviesa todo, no deja afuera a la familia, y Lumerman
forma parte de un grupo de autores que toman en serio las relaciones personales
en el siglo XXI, a través de un tratamiento que limita lo paródico. Una
sociedad disfuncional, que busca en las fronteras su entidad y produce familias
que son su emergente, o familias que en su disfuncionalidad atraviesan la
frontera de lo íntimo y llevan su propia discontinuidad a la sociedad que las
contiene. Tal vez el interrogante ya no tenga sentido, porque la realidad es
que dónde duerman los Moretti se llevarán a sí mismos y a su problemática forma
de ser. De cómo duermen los hermanos
Moretti ya lleva varias temporadas en cartel y esto permite que el hecho
teatral no tenga fisuras, a pesar o gracias a la juventud de los actores y del autor
/ director. Esto también nos lleva a pesar la propuesta desde otro lugar, quizá
podríamos intentarlo desde la perspectiva del comics, obviamente no desde la
composición bidimensional. Por un lado, porque la puesta es muy visual, con cierto
sentido plástico, y esto es reforzado por la distribución propia de la sala: un
cierto equilibrio en la disposición de la escenografía y de los personajes, en
algunos momentos la sensación es que la imagen pudiera quedar congela, hay como
una idea de montaje entre una escena y otra, con coherencia pero no con un
desarrollo normal de continuidad. En determinados momentos la tensión de acción
dramática que podría llevar a la resolución previsible del conflicto queda
trunca, por este motivo podría pensarse que rompe con el encadenamiento lógico de
sucesión de cuadros. Por otro lado, para contrarrestar el clima de la violencia contenida entre los Hermanos y de la
inestabilidad familiar, que puede llegar a producir en el espectador un clima
asfixiante, requiere necesariamente del humor y de los personajes tipificados e
incluso de una mascota humanizada – el hámster.
A través de estos personajes vamos construyendo la pre-historia, nuestro
punto de vista podría ser neutro como el lector de ciertos comics. En el
espacio escénico la degradación que sufren los personajes está presente en los
pocos elementos – una heladera oxidada y vacía, ropa sucia y bolsas de dormir,…;
no hay nada acogedor sino, por el contrario, algo amenazante como un espectro a
punto de manifestarse. Con profesionalismo los actores, sin altibajos y de
manera homogénea, van otorgándole un espesor propio a la obra: en situaciones
de asimetría el equilibrio es alcanzado rápidamente y la expresividad gestual /
corporal va generando ritmos escénicos opuestos. La originalidad de la
propuesta estética de Lumerman[1]
nos lleva por un laberinto escénico sin salida.
De cómo duermen los hermanos Moretti de Francisco Lumerman. Elenco: Johanna Braña, Diego Faturos, Johanna González Novarín, Rodrigo Gosende, Florencia Mazzone, Rosario Varela, Maite Velo. Iluminación: Soledad Ianni. Fotos: Nicolás Ortiz de Elguea. Producción: Lucía Mazzone. Asistente de dirección: Ignacio Torres. Dirección: Francisco Lumerman. Teatro Anfitrión.
Desde el 2001 produce, escribe y dirige sus espectáculos paralelamente a su trabajo como actor. En 2003 estrenó su espectáculo Sucede en el Teatro El Hormiguero, y en el año 2004 Guardame como las pupilas de tus ojos y El Festejo (crónica de un cumpleaños) primer espectáculo con el Grupo La terraza, que permaneció en cartel en el Teatro El Taller por dos años. Con el mismo grupo presentó en el Teatro Anfitrión durante tres temporadas De como duermen los hermanos Moretti (2006-2008). En enero de 2007 se presentó un work in progress de su próxima obra Te encontrare ayer en la ciudad de Betanzos (Galicia- España) que se estrenó en marzo del 2008 en el teatro Anfitrión. Con esa misma obra ganó el primer puesto del concurso de dramaturgia del VI Festival Internacional e Buenos Aires, premio German Rozenmancher que consta de la edición del libro en español/inglés/francés y obtuvo una mención en el concurso Paradigma Digital organizado por Mac Station. También realizó la puesta en escena de esta misma obra en la ciudad de Mendoza en 2009 en el teatro Muaré. Como director participo del ciclo Polos, proyecto de intercambio con el Théâtre de L’Autre Amérique, Canadá.
Entre sus últimos trabajos como actor se destacan: ¿Qué Hicimos? de Jöel Pommeratt en el Teatro El Kafka con dirección de Vilma Rodriguez (2005), "Lisistrata" dirigido por Claudio Tolcachir Teatro Timbre 4 (2005) y "Quiero estar sola" (2005/2006) con dirección de Luciano Suardi también en El Kafka. Es además docente teatral, para adolescentes y adultos en el Centro Betanzos de Buenos Aires y en
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