martes, agosto 20, 2013

Historia de Witold Gombrowicz | Dramaturgia de José Paez y Adrián Blanco


La puesta se llama Historia y encierra una doble lectura, por un lado la historia particular, peculiar de su autor, Witold Gombrowicz, por el otro, el relato de un contexto que el autor narra de manera crítica sobre la sociedad polaca y el contexto mayor que abarca las dos grandes guerras. Adrián Blanco y José Paez llevan la intriga hasta la vejez del escritor, hasta el momento en que este se enfrenta con su pasado y dialoga con el joven que fue y que aún sigue siendo. La dirección de Blanco resalta además el grado de ironía, sarcasmo y humor negro que contiene la pieza inconclusa del autor, y construye una farsa divertida, de buen ritmo, que logra la risa del espectador, y también la reflexión sobre la crueldad, el despotismo, la intolerancia, la desigualdad, y sobre aquello que era la preocupación constante de Gombrowicz, la juventud, y su supuesta inmadurez. ¿Qué es ser maduro en una sociedad que se pierde a sí misma, sumergida en un sistema que colapsa, y la hunde en dos guerras, en la desolación y el desamparo? La secuencia de la disputa por Polonia entre las dos potencias que serán, según las circunstancias, enemigas o aliadas, es paradigmática para entender el punto de vista del escritor y del director. Mientras como espectadores nos reímos de la muy buena parodia de Stalin y Hitler, dividiéndose el mundo, Polonia y los polacos son cosificados hasta dejarlos en el más absoluto estado de desnudez. El acierto es que todo sucede simultáneamente, y ambos registros se funden en uno, cuando todo se resuelve con la muerte. Con un muy buen uso del espacio, donde coreográficamente los personajes se mueven y construyen las acciones, es interesante la presencia de un ropero que es a la vez entrada y salida de todos en diferentes momentos, y donde también se juega la posibilidad del ser y no ser de cada uno. Wiltod, el joven, y el viejo, atraviesan los tiempos para dar cuenta de una coherencia de pensamiento, y de una percepción aguda desde la más temprana edad, cuando todos iban contra él, porque no se sumaba al rebaño. Como se afirma en el programa de mano:

Gombrowicz comenzó a escribir, Historia,  a mediados de los años 50 durante su residencia en Argentina. Es una obra a la que abandona y retoma repetidas veces dejando de ella sólo un poderoso boceto inconcluso que fue rescatado tras su muerte y nunca fue editado en español, ni llevado a la escena en nuestro país.
Historia es la visión de fragmentos de su vida y sus cuestionamientos inmadurez versus madurez y la Forma como su gran tema, relatados por los personajes de su novela familiar (Adrián Blanco).

El personaje histórico, el personaje de ese personaje, que cuenta desde una memoria selectiva los momentos de las contradicciones de una sociedad, la polaca, nunca estará de acuerdo con un sistema que estigmatiza lo diferente, que impide nuevas maneras de comportamiento, que llama inmadurez a la duda sobre lo común y naturalizado por todos. Un buen desempeño escénico de parte de los actores, da carnadura a los continuos flashes – backs, que se suceden, acompañados por la música y un vestuario que modifica los cuerpos y da cuenta del transcurso de un tiempo detenido en la memoria del autor, que refuerza la iluminación de Leandra Rodriguez. Hay un tiempo que es el de los pueblos, historia vívida que escapa a los acontecimientos que la Historia registra en su sintetizadora manera de percibir los hechos. Hay historias individuales que son las que construyen desde el cuerpo expuesto por los otros, una memoria colectiva que no puede ni debe ser ignorada. La tragedia de Polonia no es sólo la de los campos de batalla, está dentro de su propia concepción dicotómica de entender la vida. Como en la distinción que hace estar o no calzado, y que la dirección resuelve en una secuencia clarificadora. Como el huevo de la serpiente, son los pobres y desclasados, los que sin darse cuenta sostienen el poder. Gombrowicz vio ese proceso con una claridad que lo expuso a la discriminación de sus pares y al exilio1. La escenografia, funcional, es desplazada por el espacio escénico y permite a su vez el desplazamiento de los actores en un buen ritmo sostenido por una actuación farsesca, de explícita teatralidad y desmesura en lo gestual y corporal.
El campo teatral de Buenos Aires hace ya un tiempo que ha ido al rescate de la escritura del autor polaco. Interesa sobre todo su indignada e inconforme manera de mirar el mundo, su antibelicismo, su contrariedad contra todo lo que suponga una autoridad sin derecho, su desobediencia debida, y su interpelación a la juventud para que no sea una realidad sólo cronológica sino una forma siempre nueva de construir la vida.







Historia de Wiltod Gombrowicz, dramaturgia: José Paez y Adrián Blanco. Elenco: Ramiro Agüero, Manuel Bello, Estefanía D’anna, Hugo Dezillio, Diego Echegoyen, Luis Escaño Manzano, Mario Frías, Yamila Gallione, Cecilia Tognola. Asistencia de dirección: Marina Kryzczuk. Escenografía y vestuario: Liliana Robaina. Diseño de luces: Leandra Rodríguez. Espacio sonoro y canciones: José Paez. Asistente sonoro: Gustavo Luis Sandobal. Músico intérprete: Carlos Ledrag. Producción ejecutiva: Adriana Pizzino. Fotografia: Sol Janik. Diseño grafico: Emiliano Orellano. Dirección: Adrián Blanco. Prensa: Silvina Pizarro. Teatro: Hasta Trilce. Realizadores: Pablo Pinola (escenografía) María Auzmendi (sombreros) Anahí Ferrando (postizos) Stella Maris López \ Alicia Casares (modistas) Asistentes escenograficas: Mariela Barros. Jainen Fernández Ortali. Asistente de vestuario: Daniela Eminione. Dirección: Adrián Blanco











1 Cuando hablo de exilio, no me refiero solamente al que de alguna manera lo expulsó de Polonia para hacerlo desembarcar en 1939 en el Río de la Plata, sino del exilio que supone estar siempre remando en un mar de arena, a contra mano de los conceptos de su época, en cuanto a lo moral, lo político y lo literario. Gombrowicz siempre eligió el margen, era el espacio donde se sentía más él mismo, y donde podía mirar y ver. Incluso a su llegada a la Argentina, no obtuvo reconocimiento pronto de sus pares pero el se las ingenió para sobrevivir a esa adversidad sin quejas, y lograr construir un cenáculo pequeño que fue el que realizó la traducción de Ferdydurke.



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