sábado, marzo 24, 2012

Top, Top, Top Todos tenemos una familia o Algo por el estilo de Marcelo Katz y Hernán Carbón



Una familia Top, top, top, tanto que uno de sus integrantes siente que tanto éxito, que no lo atraviesa, necesita ser exorcizado, por eso, elige la diferencia, el escapismo del humor del clown para construirse un mundo, donde albergar una sensibilidad diferente. Desde ese lugar de la marginalidad, en un universo que sólo acepta lo concreto, la imaginación y el juego recorren el espacio y el tiempo de una narración en primera persona, sin cuarta pared, donde el monólogo se transforma en un diálogo cómplice con el espectador desde la llegada de ese personaje entre tímido, e ingenuo que apela al buen sentido y pide silencio respetuoso para su trabajo. La sugerencia de cómo quitar el envoltorio de un caramelo sin hacer ruido, sustituye al conocido leat- motiv, de apagar el celular. Porque en el imaginario de la puesta, se busca desde la ternura provocar la empatía con el otro indispensable para el hecho teatral, el público. ¿Vos te quedás, no?, repite el clown ante la perspectiva que su presencia no agrade, que el ritual no se cumpla, por la ausencia de un receptor interesado, captado por la historia y la habilidad del narrador. El espacio preparado para el juego, y este como tema permanente es el recurso del payaso, profesión que pareciera tener que explicarse y justificarse a sí misma, a partir de la necesidad del encuentro con uno mismo. Jugar, universo olvidado por el adulto, que duplica la realidad y la modifica a deseo y antojo de aquél que se atreve al doble salto mortal, del juego de la infancia y el escénico. Marcelo Katz apuesta al imaginario de la infancia para llevar al espectador adulto a una dimensión olvidada; y lo hace a través de los objetos, caros al mundo del niño y que sobreviven como instantes de felicidad en la memoria. El personaje construye una familia múltiple, más allá de su entorno natural, y rescata en su memoria los recuerdos de lo mejor y lo peor en su viaje vivencial. En el espacio escénico los límites entre lo real y la ficción son sumamente porosos, es un relato de vida donde la relación entre el individuo y el personaje es estrecha y como espectadores aceptamos la propuesta sin preguntarnos qué hay de verdad, qué hay de fantasía. Las imágenes proyectadas en la pared corroboran, o no, lo dicho con sensibilidad infantil y con profesionalismo, el clown nos lleva por un recorrido escénico autobiográfico: “mi mamá”, “mi papá”, “mi hermano”, “mi hija”, mi casita en el Tigre,… La comicidad estructura la obra, comicidad inocente que hace del espacio lúdico un rincón de juegos infantiles y permite que varios espectadores de las primeras filas accedan a “jugar” sin miedo al ridículo. El espacio real representado va tomando mayor volumen como las finas capas de una cebolla, por los afectos en distintos tiempos y espacios, por las fantasías y quizás por los miedos a medida que el relato oral se desarrolla. Un trencito cargado de ilusiones o un botecito de alegrías compartidas, son pequeñas situaciones cotidianas y tal vez olvidadas. Top, Top, Top nos propone construir un gran traje de arlequín en ese espacio escénico lleno de pequeños colores y grandes recuerdos, y donde cada retacito de tela es la visión personal de cada espectador. Aprendimos la lección: si el juego es creatividad esta actividad es indispensable para estar vivo.
 








Top, Top, Top; de y por Marcelo Katz1 y Hernán Carbón. Clown: Marcelo Katz. Dirección: Hernán Carbón. Música original: Sebastián Furman. Vestuario: Laura Molina. Escenografía: Analía Gaguin. Realización escenográfica: Analía Gaguin y Florencia Borowski. Fotografía: Sebastián Gringauz. Diseño de luces: David Seldes – Fernando Berreta. Coreografía: Diego Bross. Prensa: Simkin & Franco. Teatro: Centro Cultural de la Cooperación.













1 Marcelo Katz  dice en una entrevista: “Yo me crucé con el clown por los años 80. Me gustó mucho lo que implica ese trabajo; la poética, el humor, la vulnerabilidad. Lo encuentro un género con mucha fuerza, con mucha magia. Y fui haciendo cosas de clown, pero no me dedicaba exclusivamente. Trabajé en el Teatro San martín durante 7 temporadas. Ahí también hacía papeles cómicos, pero no eran específicamente clownescos. Después, dirigí la Compañía La Trup, donde actuaba los números de los clowns, me ocupaba de dirigirlos, pero también hacía malabares y acrobacias. Y en algún momento me cansé de la parte más técnica y acrobática, y me dieron ganas de dedicarme específicamente al clown. Ahí dejé de hacer circo y formé la Compañía Clun.” (Clown, otro mundo es posible; entrevista a Marcelo Katz, para Imaginación atrapada por Jimena Trombetta)












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