martes, octubre 23, 2012

La Tormenta (1857/ 2012) de Aleksándr Nikoláevich Ostróvsky


El escritor ruso se encuentra dentro de lo que sería el fin del romanticismo ruso y el principio de una poética dramática realista. Creador de comedias y dramas donde describe con pinceladas certeras “las categorías morales y sociales del mundo de los comerciantes” y el “samodurstvo”; fenómeno que revelaba las cualidades particulares de la naturaleza rusa, y su impenetrable tiniebla espiritual, su falta de cultura, de estructura social y política. Como dice el propio Ostróvsky en la voz de uno de sus personajes: “Samodur es un hombre que no escucha a nadie y que, así le cierren la boca por la fuerza, sigue repitiendo empecinadamente lo mismo”. El término ya incorporado a lengua designa a aquél que se guía por su punto de vista arbitrario. La madre terrible de La tormenta es un personaje de está estatura. También se afirma que el personaje de Katerine, de alma sensible, sencilla, religiosa, que no soporta ese mundo de hipocresía y autoritarismo que la ahoga, es el punto de inflexión en la poética del autor y lo que convierte a la pieza en un drama burgués. Sin embargo, desde el título que también fue traducido como El huracán, como en el mejor romanticismo la naturaleza acompaña el estado de ánimo de los personajes, y va señalando la furia y la pasión que desencadenará la tragedia. Katerine por otra parte, recibe el justo pago, según la figura de la heroína femenina romántica, por haber transgredido la ley que la fidelidad al juramento dado le exige. El amor imposible entre ella y Boris, se da sobre todo por la figura de la joven que no puede luego de cometido el adulterio soportar la mirada de ella misma sobre su caída, ya como tiene el personaje asumido el discurso religioso, mientras desdeña por insustancial y falso la moralina social. La puesta que se presentó en el Centro Cultural de la Cooperación, bajo la dirección de Suárez Marzal y Roberto Aguirre, se atiene a la letra del texto del autor ruso y busca crear con precisión el clima de opresión de una sociedad decadente, y casi orgullosa de su estado; incapaz de reaccionar, dejándose llevar por la inercia de los acontecimientos perdidos en un tiempo que parece eterno. De ese temperamento y de esa dejadez hablará más tarde Chejov con total precisión. La puesta en escena de La Tormenta es el producto del Seminario de Teatro Ruso dictado por los directores, proyecto que abarca también el futuro estreno de las otras obras trabajadas en ese marco. La particularidad de que el elenco es rotativo, entre la función de los viernes y la de los sábados, responde a la necesidad de darle la posibilidad a la mayor cantidad de integrantes del mismo. La propuesta de dicho Seminario fue “realizar un encuentro con Actores Profesionales e intentar renovar la pasión por el gran teatro ruso que significó tanto a la cultura universal.”[1] El hecho teatral se organiza en dos niveles, por un lado, desde el vestuario y la música, todo nos lleva a la Rusia del siglo XIX, con mayor o menor logro. Por otro, desde el dispositivo escénico junto la iluminación y al trabajo actoral  nos ubica en nuestra contemporaneidad: un gran techo con hendijas por donde se introduce la iluminación remarca el clima de opresión necesario para la acción dramática. Los distintos personajes están ubicados en la penumbra a ambos lados o solo recortados por una luz cenital en el amplio espacio escénico, espacio ficcional donde, en algunos momentos, se desarrollan situaciones simultaneas. Las imágenes visuales  pictóricas materializan el ejercicio del poder, no solo en el personaje de la madre sino también agazapado en los claros oscuros, en los silencios y en los gritos, en los intersticios de un relato que tiene al río Volga como único testigo mudo del inevitable desenlace dramático.








La Tormenta de Aleksándr Nikoláevich Ostróvsky. Elenco: Amanda Bond - Maia Francia (Katia), Emiliano Estevanez - Guillermo Forchino (Boris), Ana María Castel - Julia Azar (Marfa), Cecilia Belmonte - Maria Viau (Várvara), Ariel Pérez De Maria -David Páez (Tíjon), Oscar Cisterna (Savil), Daniel Di Cocco - Alejandro Zanga (Kuliguin), Guido Grispo (Kudriásh), Florencia Limonoff - Julia Azar (Féklusha). Escenografía e Iluminación: Gonzalo Córdova. Vestuario: Sofía Di Nunzio. Preparación musical: Alejandro Zanga. Producción: Amanda Bond, Pablo Silva. Diseño gráfico: Patricio Peréz Ututo. Asistentes de dirección: Agustín Sampietro Sullivan, Lucía Liviero.  Prensa: Marcos Mutuverría. Dirección: Daniel Suárez Marzal - Roberto Aguirre. Centro Cultural de la Cooperación.













Lo Gatto, Ettore, 1972. La literatura rusa moderna. Buenos Aires: Losada







[1]
http://www.google.com.ar/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=4&sqi=2&ved=0CC8QFjAD&url=http%3A%2 %2Fxa.yimg.com%2Fkq%2Fgroups%2F22188950%2F635249154%2Fname%2FConvocatoria%2Ba%2BSeminario%2BRuso%2BCCC.doc&ei=WQJnUIG8OOrx0gH7yoGIDA&usg=AFQjCNGTon1Ty0FOghPHh-q1T9JnYFYNzg












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