viernes, marzo 18, 2011

Rosa Luxemburgo1 de Alejandra Aristegui2

A 130 años de su nacimiento, el 5 de marzo de 1871, año de la Comuna de París.

Una subjetividad descarnada, dentro del cuerpo de una política de raza.

Maria de los Angeles Sanz


¿Qué nos enseña toda la historia de las revoluciones modernas y del socialismo? El primer estallido de luchas de clases, en Europa: el levantamiento de tejedores de seda de Lyon, terminó en una derrota.
El movimiento cartista en Inglaterra, terminó en derrota.
La insurrección de París en 1848 fue una derrota. La Comuna de París resultó otra terrible derrota. El camino hacia el socialismo está sembrado de derrotas. Y sin embargo, ese camino conduce, paso a paso, a la victoria final.
¿Dónde estaríamos nosotros hoy sin esas derrotas?
(Rosa Luxemburgo, Reforma o Revolución)

                                                                                     
Uno de los imperativos categóricos del pensamiento de la joven dirigente era indagar en ese fracaso consecuente con las acciones desarrolladas por el socialismo en la Europa de fin de siglo XIX, y principios del XX. El otro, luchar contra un reformismo que era sólo un recurso más de ese mundo burgués que se pretendía combatir, para conservar el statu quo. Buscar las razones últimas de esa derrota era una necesidad urgente para quienes como la Luxemburgo pretendían la construcción de un mundo distinto, ecuánime, justo. En el mes donde se conmemora el día de la mujer, el reestreno de una pieza que expone con fuerza la mirada de una de las militantes más representativas del siglo XX, es la confirmación de cómo la femineidad y el compromiso político se entramaban en un momento histórico determinado donde estaba presente la necesidad imperiosa de una sensibilidad otra; para interpretar los designios de los acontecimientos que sólo parecían resolverse a partir del derramamiento de sangre inocente. La guerra no era sólo el enfrentamiento ideológico entre países, donde subyacían los más oscuros intereses económicos sino también la lucha despiadada de pobres contra pobres en una espiral donde unos y otros no eran capaces de verse como instrumentos de un poder que los superaba. La lucidez de Rosa para darse cuenta del dolor de una contienda que con un solo movimiento sería capaz de abatir a dos enemigos a la vez: aquél que se proclamaba en los discursos, el otro, el país enemigo, y aquél que se combatía desde dentro; la clase proletaria, que defendía sus derechos a sobrevivir en un mundo, que no la utilizara como carne de cañón de luchas ajenas a su realidad. La ignominia de soldados contra obreros, es una realidad de entonces y desgraciadamente es una realidad de ahora, constante como es también el manejo espurio de los poderes que rigen el destino del mundo. En el espacio del Teatro del Artefacto, Alejandra Aristegui presta su cuerpo y su voz para dar carne a un personaje que carga desde su nacimiento con un sino de dificultades y desencuentros. Con mayor acierto cuando utiliza la gestualidad y el movimiento, el desequilibrio de un cuerpo que se quiebra ante el peso de la brutalidad, y con menos convicción desde un tono de voz, que se pierde en una sola tonalidad, y que no logra por momentos acercar al espectador la sensibilidad de un sujeto que emana desde la corporeidad pasión y ternura, fuerza y debilidad. Los recursos de la escenografía, el cielo enlutado que señala la tormenta que la acecha, y la música en vivo de la soprano que atrapa el recuerdo de la musicalidad de los pájaros oídos en su infancia y desde la prisión, son procedimientos productivos al relato. La anécdota del escarabajo y las hormigas, metáfora de su propia condición, sin embargo, queda aislada en el devenir de la historia. El texto ofrece demasiados claroscuros, y es necesario, para quien no conoce la vida de Rosa Luxemburgo, personaje histórico, y mujer al fin; la introducción que se acerca antes de comenzar el espectáculo. El uso del espacio y el juego de luces acentúa el mundo de oscuridad de las últimas horas de una mujer que se sabe portadora del fracaso de una idea, y sobre todo que sabe el dolor futuro que acarreará ese fracaso. La puesta que la misma Alejandra Aristegui dirige, apunta a exponer los bordes sinuosos de una mujer en su relación con el mundo y consigo misma, pero por momentos la dirigente fagocita a la mujer que la contiene y el texto pierde así una línea de profundidad muy interesante, que merece ser explorada desde la interpretación escénica.






Rosa Luxemburgo de Alejandra Aristegui: Actriz: Alejandra Aristegui. Soprano: Silvina Hilbert. Supervisión dramatúrgica: Silvio Lang. Escenografía y vestuario: Majo Gómez Amaya. Imagen y sonido: Dionisio Cardozo. Diseño de iluminación: Mariano Arrigoni. Operador de luces: Matías Miranda. Diseño gráfico: Jimena Durán. Asistente de dirección: Andrea Boveri. Ayudante de escena: Marcela Díaz. Asistente de producción: Eliana de María. Dirección: Alejandra Aristegui.






Luxemburgo, Rosa, 2001. Reforma o Revolución. Buenos Aires: Longseller (Clásicos de bolsillo)



1 Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de 1871 en Polonia, por entonces perteneciente al Imperio Ruso. Fue la menor de cinco hermanos y pertenecía a una familia judía de clase media. Desde la juventud se sintió comprometida con las actividades políticas, particularmente encaminadas a liberar a su patria de la dominación imperial. Desarrollaba su tarea clandestinamente en una célula del Partido Proletario mientras concurría al colegio secundario. Como tantos otros de su época, no tardó en ser buscada por las autoridades. (...) convenció a un sacerdote para que la ayudará a escapar, simulando un motivo romántico, y atravesó la frontera a Zurich, en 1889 ingresó a su Universidad,  allí estuvo entre los fundadores del Partido Socialista Polaco, pero lo abandonó por creer que se trataba de una trampa que subordinaba el interés de los obreros a los de la burguesía, bajo el pretexto de un nacionalismo. Fundó la Socialdemocracia del Reino de Polonia, que luego se llamaría Partido Socialista Democrático de Polonia y Lituania. Otro de los fundadores del Partido fue Leo Jogiches, quién permaneció junto a Rosa por el resto de su vida, como su colaborador y pareja, aunque nunca se casaron. Ella si lo hizo con el alemán Gustav Lubeck, para conseguir la ciudadanía alemana, de quien se separaría a la salida del registro civil; para divorciarse cinco años más tarde. Su enemigo político fue sin duda Eduard Bernstein, quien había llevado su socialismo de un principio a un reformismo que unía su pensamiento a la derecha burguesa. Sostenía que: el socialismo es el resultado final del liberalismo propio de la aspiración humana, y no un producto de la revolución contra la clase media capitalista. Bernstein sostenía que la teoría marxista estaba superada y que el socialismo en las naciones industrializadas se alcanzaría por medio de una aproximación gradual, la acción sindical y la política parlamentaria. A comienzos de la Primera Guerra Mundial, (1914-1918), el PSD respalda al gobierno alemán y Rosa Luxemburgo pasa a la oposición. Junto con Karen Liebknecht y otros pensadores funda La liga Espartaquista, en memoria de la lucha contra la esclavitud romana de Espartaco, cuyo fin era acabar con la guerra mediante la revolución y la toma del poder por parte de un gobierno proletario. (Luxemburgo, 2001, prólogo, Susana Aguiar)

2 Profesora de Filosofía de la Universidad de La Plata, se formó como actriz principalmente con el prof. Raúl Serrano y también cursó seminarios con Norman Brisky, Cristina Moreira, Joy Morris, Realizó estudios de disciplinas corporales, clown (Lila Monti, G.Angelelli), máscara neutra( R. Sokolowics), máscara balinesa, (M. Savignone) técnica vocal ( Instituto de la Voz) y canto ( A. Cañoni, Nora Galit). Dirección con J.C. Gené. Integró el seminario 2005-2006 de entrenamiento de R. Bartís. Cursó Historia del Teatro con J.Dubatti. Dramaturgia con M. Bertuccio y Marco Antonio de la Parra.


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