jueves, marzo 31, 2011

La felicidad según Mabel Riviere de Jorge Acebo

Una madre al borde de un ataque…


Azucena Ester Joffe, María de los Ángeles Sanz

Pinta tu aldea y pintarás el mundo, la frase de León Tolstoi, define la puesta que ofrece la textualidad de Jorge Acebo, en el escenario de Andamio 90; cercanos muy cercanos a nuestras problemáticas cotidianas la realidad de Mabel es una catarata de obstáculos y dificultades que el personaje apenas puede sostener apoyada por el deporte nacional, el psicoanálisis, que no sólo no resuelve su depresión sino que sin proponérselo, por la mala empatía con su paciente, la arroja a enfrentarse sola y sin reservas a una realidad que se vuelve insoportable. Como las mujeres de Almodóvar, como la madre de La escala humana (2001)a, el personaje a cuyo alrededor giran todos los demás, desata su furia eliminando a todo aquel que siente que va destruyendo la pequeña felicidad que intenta construirse a fuerza de voluntad y ciego empeño. La negación es la clave que une esa familia que no quiere ver los caminos que cada uno de sus integrantes van tomando, y la ira violenta es el resultado de ocultar y tapar hasta lo imposible lo evidente. Como un tiro por elevación la búsqueda de la felicidad de Mabel, es también, la búsqueda de bienestar de una sociedad que intenta la dicha que ofrece la publicidad, no viendo los problemas, apelando al consumismo y al entretenimiento fácil. Ya sabemos, no podemos solucionar aquello que no planteamos como encrucijada. La droga, la prostitución, la homosexualidad, la mentira, la infidelidad, la falta de amor, o el sexo como sustituto del amor, y el desencanto que produce saber que la filosofía del esfuerzo y el trabajo a perdido su eficacia, mientras los caminos alternativos se ofrecen como cantos de sirena a una generación que ve a sus padres tristes, cansados y sin fuerzas para seguir; es una realidad dura, pero es una realidad al fin. Es por eso, que texto y dirección apelan al humor, ya que enfrentan al espectador a un teatro que no ofrece soluciones, sino que como en el grotesco plantea la decadencia de un grupo social, las diferencias generacionales, las diferencias de lenguajes que los separan; lenguajes que hablan de miradas distintas e irreconciliables entre abuelos, padres e hijos.b Y, la tragedia familiar de la que no se murmura ni se grita, que se mantiene en secreto, sumerge a Mabel (Mirta Sclavo), una mujer común de unos 50 años, en esa depresión y desesperación. Mujer que le pone el “cuerpo” y con ductilidad lleva adelante la consigna de la obra: ¿“Que estarías dispuesto a hacer para lograr alcanzar la felicidad en tu vida”? Al inicio su única relación con el espacio virtual representado es un simple elemento cotidiano: el teléfono, que la une con su terapeuta como un cordón umbilical y que la profesional corta abruptamente. Mabel deberá buscar en el mundo exterior su felicidad personal. Mundo que desde la escenografía se remarca, por un lado, el espacio real representado: un comedor con cierta luminosidad aunque caótico, pero, por otro, el afuera: que se ofrece oscuro como la pared de fondo en color negro opresivo y claustrofóbico. La disposición escenográfica genera una fuerza centrípeta empujando a los personajes principales –la madre y sus tres hijos- a ese núcleo duro de la última escena, entre la oscuridad del fondo y la oscuridad de la sala. También la música refuerza la situación dramática y contribuye a crear el clímax necesario para el desarrollo del hecho espectáculo: Viejos cassettes, testigos de un tiempo inaprensible, por lo tanto la música no es descriptiva, sino es testimonial; es parte de la vida cotidiana de esta familia disfuncional, donde tanto los conflictos como los lazos afectivos se yuxtaponen en el espacio lúdico de manera intensa. Un logro de su director junto a todo el grupo de profesionales.




La felicidad según Mabel Riviere. Elenco: Mirta Sclavo, Roberto Moulin, Pablo Viollaz, Hernán Rodrigo, Mariela Rodríguez, Lionel Peralta, Emanuel D’Aloisio, Karina Monroy, Natalia Pascale, Patricia Galván. Espacio escénico: Juan Carlos Rivera. Operación de sonido: Stéfano Paván. Operación de luces: Magali Romero. Diseño de maquillaje: Martín Caramés. Prensa: Marisol Cambre. Autor y Director: Jorge Acebo. Teatro Andamio (2011)






a La escala humana es una obra construida por tres de los autores del grupo Carajají, (Rafael Spregelburd, Javier Daulte, Alejandro Tantanian) en ella también se exponía la disfuncionalidad de la familia argentina de clase media, sólo que con procedimientos teatralistas cuya funcionalidad era el sinsentido, la banalidad del mal y la violencia que en vasos comunicantes atravesaba desde el tejido social a la intimidad del núcleo familiar y viceversa. En el caso de La felicidad… otra es la poética, desde un realismo que lleva al patetismo a sus criaturas aunque sin tesis que afirme una sola lectura, el autor expone como ese tejido está roto, ya que no hay discurso contenedor, ni religioso ni laico, -la fragilidad del psicoanálisis-, que pueda dar una respuesta sólida a la problemática que envuelve a la familia de Mabel Riviere, cuyo apellido es ya una señal al espectador sobre ese discurso vaciado de contenido, por lo tanto, ausente en su eficacia.

b La diferencia es que en este drama de personaje, a diferencia del grotesco criollo, la figura que lleva adelante la intriga es femenina, y por otra parte, es consciente de la máscara que porta, de su funcionalidad, por eso la secuencia del final no es la derrota total del personaje, porque sus hijos comprenden hasta donde es capaz “una madre” de llevar adelante la defensa de sus hijos, y la contienen. Como afirmaba el filósofo y ensayista italiano, estudioso de Pirandello Adriano Tilgher; es el espíritu común del teatro del grotesco: “la convicción absoluta de que todo es vanidad y vaciedad y que los hombres son títeres en manos del destino, siendo sus dolores, sus alegrías y sus actos nada más que sueños repletos de sombras dentro de un mundo de la lobreguez siniestra que se halla dominado por el destino ciego.”

1 Jorge Acebo es profesor universitario en Artes del Teatro, egresado del Instituto Universitario Nacional de Arte, también curso la carrera de Director Teatral. En 1995 comienza a trabajar con un grupo de actores y luego formará el grupo Aleteo de Mariposa; se encuentra trabajando con su compañía en la trilogía sobre las crisis del género femenino. La primera fue Solas, No Más (2005); La felicidad según Mabel Riviere (2010) es la segunda; la última está actualmente en proceso de trabajo dramatúrgico.



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