En el espacio del Centro de la Cooperación Marcelo
Katz, Marcos Arano y Julia Katz llevan adelante un ejercicio teatral con humor,
talento y disciplina, donde producen el relato de las peripecias de tres
antihéroes que recorren los caminos con un circo; casa / trabajo y vida unidos
en la búsqueda de despertar en el posible espectador la respuesta que permita
seguir adelante. En la primera línea narrativa nos encontramos con las
destrezas ensayadas, los problemas que deben transitar la improvisación y la
búsqueda constante del actor trashumante que tiene en su profesión la vida y la
fe; en la extraescena, cuando se apagan las luces y la sonrisa todavía nos
ilumina, aparece el mundo real, la lucha cotidiana, y la ausencia del amor, que
no quiso compartir por mucho tiempo más el mismo destino. Una pequeña familia:
padre, tío e hija, y el recuerdo fantasmal de una mujer, madre y esposa que sin
querer forma parte también del recorrido de la gira sin fin. El talento de los
tres, hace posible en el pequeño escenario de la sala, que los integrantes del
grupo resuelvan con acierto, conmoviendo y divirtiendo al público, los
personajes que las rutinas les requieren. Natacha y su ballet, el Mago
Mansfield, el trabajo de las Contorsiones inhumanas, Lazarus, y Finito Gardini,
se lucen en escena, mientras vemos como con la utilidad de la simpleza en
elementos como el papel de diario o el papel higiénico, los Singer son capaces
de construir la ilusión y la magia; mientras nos revelan los trucos necesarios
para lograrla. Simulando tres camarines, los tocadores con bases que hablan de
la construcción desde la precariedad, y un espejo lleno de luces, son una metáfora
del contraste que aparece en sus vidas dentro y fuera del escenario. La voz en
off, nos recuerda cuando nos introducimos de lleno en el relato de vida, que
estamos en presencia de un circo, y que las frágiles criaturas que vemos en la
intimidad se transformaran tras un cambio de luces, de vestuario y de música en
personajes donde el humor, la gracia, y la ductilidad son el centro de la
cuestión. Rutinas, rutinas que se improvisan aunque suene contradictorio, en el
quehacer cotidiano cuando la casualidad se transforma en la causalidad del
próximo número. La competencia con los otros actores que también se enfrentan
con mayor o menor suerte al monstruo sagrado, que con su aplauso o abucheo hará
depender el regreso o la huída hacia otros límites. La vida del actor popular,
en su cuna de nacimiento, el circo criollo, en sus dos caras la que se enfrenta
al espectador iluminada, y la otra la del esfuerzo cotidiano por ganarse el
pan, parar la olla, febril y muchas veces desangelada. Marcelo Katz dirige una
escuela teatro, Espacio Aguirre1, donde el
trabajo con el clown, el bufón, y el uso de máscaras, es enseñado en talleres y
cursos que luego producen espectáculos entrañables como éste, o el ya
mencionado en otra crítica Cinema. En
una entrevista afirmaba:
(…)”Siento que el clown es un camino de conocimiento
sobre uno mismo, es un camino sobre poder pavear, tontear, hay mucho trabajo
con el hacer tonterías sin juzgarse, disfrutar de eso, ofreciéndolas, que no
sean intelectuales, soportar la mirada del otro y la desaprobación del público
cuando algo no funciona, convirtiendo esa desaprobación en un trampolín para ir
a otro lado y no convirtiéndola en bajón, en una depresión, en abandonar. Todo
eso hace que sea un camino de conocimiento sobre uno mismo, me gusta acompañar
a la gente a verse y a probar vivir de otra manera, a aflojar exigencias y
locuras y ponerlas en juego, a jugar con uno mismo, donde las obsesiones, las
paranoias, las hipocondrías y los delirios varios se convierten en el propio
material de trabajo y en lo más valioso cuando son cosas con las que uno se
pelea constantemente”. (Entrevista a Marcelo Katz para el blog La ventana, arte
y cultura, de Romina Soler, 2009)
Jugar con los recursos que sabemos que tenemos y con aquellos que van
surgiendo desde su propia performance, aprender a que cuerpo y cabeza son una
conjunción que debe trabajar en armonía, y divertir al espectador con aquello
que arriba de la escena los hace felices, es parte de una fórmula que produce no
sólo divertimento sino una experiencia de belleza plástica que como
espectadores agradecemos.
Los fabulosos
singer de Martín Joab, Marcelo Katz y Marcos Arano. Elenco: Marcos Arano,
Marcelo Katz, Carolina Saade o Julia Katz. Composición y dirección musical: Javier
Estrín. Puesta coreográfica: Gabi Goldberg. Diseño de vestuario y asesoramiento
coreográfico: Valentina Bari. Asistente de vestuario: Cecilia Turnes.
Realización de vestuario: Carmen Montecalvo. Ambientación, utilería y acabado
escenográfico: Paual Tortorella, Melanie Klas. Voces en off: Cecile Caillón,
Gabriel Conlazo, Aníbal Guiser. Diseño y realización de escenografía: Gabriel
Díaz. Diseño gráfico: Andrés Kyle. Fotografía: Sebastián Gringauz. Diseño de
luces: Fernando Berreta., David Seldes. Producción ejecutiva: Rebeca Checa.
Producción general: Marcos Arano, José Luis Saade, Martín Joab y Marcelo Katz.
Asistente de dirección: Berit Ejk. Dirección: Martín Joab. Prensa: Ayni
Comunicación. Centro Cultural de la Cooperación.
1Espacio Aguirre cuenta con dos salas, una de 60m² y
otra de 150m², en donde se llevan adelante las clases, cursos, entrenamientos y
ensayos; y funciona además un teatro con capacidad para 80 espectadores. En
Espacio Aguirre se ofrecen espectáculos de clown, realizados por los grupos de
entrenamiento de la escuela, y también por otros profesionales. Hay también una
sala de realización de máscaras, un bar y un "pasillo de juegos", en
el que uno puede distraerse con distintas atracciones originales. Espacio
Aguirre se ubica en la Ciudad
de Buenos Aires, en el barrio de Villa Crespo, a 3
cuadras del barrio de Palermo. Las salas de Espacio Aguirre también pueden ser
alquiladas como salas de ensayo de teatro.
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