Lo único que le pido al arte es que me ayudeA decir lo que pienso con la mayor claridadPosible. Que me ayude a inventar los signosPlásticos y críticos que me permitan con laMayor eficiencia condenar la barbarie de occidente.
(León Ferrari)
María
de los Ángeles Sanz
La presentación
en un libro / objeto de la trayectoria de la Compañía
El Muererío es un acontecimiento feliz para los
investigadores y espectadores de teatro que necesitan el relato de la memoria
sobre una actividad que tiene como elemento constitutivo su carácter efímero.
La conformación en discurso e imágenes de los trabajos llevados adelante por el
grupo bajo la dirección de Diego Starosta, es un documento inapreciable para
los que amamos el teatro y esperamos la dialéctica entre la perfomance y la
teorización por parte de sus
protagonistas. Siguiendo el orden lógico temporal desde el inicio de la Compañía en el 1996, la
mirada debe desplazarse en forma rizomática por una distribución que obliga a
la lectura y la relectura de lo expuesto. Con prólogo de Carlos Fos, y un
prefacio del propio director, nos introducimos desde sus palabras, en un
universo donde la conjunción con la imagen es de una perfección necesaria. Las
diferentes disciplinas que conforman las puestas son también desde el concepto
deleuciano de pensar el tiempo y el espacio un estallido de puntos de fuga que
obligan al espectador a un ejercicio activo para decodificar todos los signos
que se ofrecen. Con esa misma complejidad de continente y contenido es que el
objeto/ libro sobre El Muererío está estructurado. La impronta del pensamiento
del filósofo francés está presente desde el título del libro, y se afirma en el
que encabeza la introducción: “Un devenir teatro”. Podemos analizar la
afirmación categórica para dar cuenta de la producción que se rescata en el
texto y para estar atentos de cómo debemos apropiarnos de una textualidad que
reconstruye en dos órdenes la historia del grupo: el lógico temporal y el que
sostiene una multiplicidad de elementos que producen la riqueza de sus páginas.
A partir de un juego de oposiciones, que aparece definido en forma y escritura,
cada uno de los espectáculos tiene en el texto su análisis desde la producción
del hecho teatral, poniendo en claro cuáles fueron las herramientas necesarias
para su concreción, cuáles los procedimientos convocados para llevar adelante
un proceso de creación que no tiene por delante más que el camino a realizar:
“Como hombre de teatro, creo y me veo involucrado en una historia que
evoluciona de forma dialéctica. Un sistema asciende, se desarrolla y decae;
pero esa decadencia es el germen para el nacimiento de un nuevo sistema. El sistema
decadente es la referencia, es el punto de partida” (31) Todo, como en un
laboratorio donde la ciencia es el teatro, cada prueba y error, cada ensayo, es
la matriz donde comienza una búsqueda incesante para llevar la idea a su
expresión más completa. Para el director el teatro es el lugar donde el cuerpo
del actor realiza una danza donde estallan los sentidos: “Un cuerpo en escena
no puede ser igual a un cuerpo en el desenvolvimiento de la vida diaria. Un
cuerpo en escena tiene que crear, conscientemente, otro tipo de realidad.” (69)
Pero que no se realiza plenamente en una sola puesta, como una puesta no se
conforma con el soporte de una sola escritura, por eso, una estructura
recurrente es la trilogía, la primera: La
boxe (2000), El giratorio de Juan
Moreira (2001), El canto por Ignacio
Sánchez Mejía (2003); la segunda: Las
bacantes (2009/10), Manipulaciones
II, Tu cuna fue un conventillo (2011) y Manipulaciones III, El Banquete (2012)
Las asociaciones y las estructuras de los trabajos en el escenario están respetados
en la compaginación del libro. Donde como en una pintura barroca, estallan los
puntos de fuga, y se multiplican los sentidos. La disposición de las
fotografías, la textualidad de las palabras, las cronologías que acompañan, la
referencia a seminarios y talleres que ponen en acto la teoría desplegada
sumergen al lector en un universo donde la desmesura lo envuelve para atraparlo
en su vorágine lúdica. La información es intensa, pero no es sólo el fundamento
que lo sostiene, las imágenes son atrayentes, sugerentes, pero no son de por sí
lo que atrapa al posible destinatario, la reflexión teórica sobre el quehacer
propio y ajeno, la dialéctica con creadores como Eugenio Barba1, es muy interesante, pero no es marcar
la diferencia solamente lo que incita a la lectura; el libro atrapa por el
conjunto de todos aquellos detalles que hacen que se necesite volver una y otra
vez a descubrir lo que se puede haber escapado en una primera mirada. Hay una
poética que se desarrolla en el escenario, a través de los ensayos y los
talleres, a través de la discusión estética, que deviene en las páginas del
libro como una extensión de la idea. Búsqueda incesante de producir con
soportes diferentes, que se cruzan de manera no convencional, para dar cuenta
de una tensión dramática que es finalmente un primer punto de arribo. Los pies en el camino es un texto que se
cierra con los datos de los autores y que los ubica en el campo como
participantes activos del mismo, construyendo un centro en la periferia, un
centro distinto en un campo teatral que poco a poco va incorporando creadores
que se atreven a discutir la instrumentación, hacia fuera y hacia dentro, de una
perfomance teatral que incluye disciplinas implícitas pero muchas veces invisibilizadas
al no darles a cada una el espacio necesario.
Los
pies en el camino / 15 años de la Compañía
El Muererío Teatro
Diego Starosta / Mauro Oliver
Editorial ICA
Páginas 207
https://www.facebook.com/el.muererio.teatro?fref=ts
http://www.youtube.com/user/abrocomillas?feature=watch
1 La reflexión
sobre la poética de Eugenio Barba y el teatro antropológico gira en dos
conceptos que se atraen y se rechazan a la hora de la concreción poética. El
error parte de la definición de que existe un teatro antropológico, el
teatrista afirma: que si existe la antropología teatral, que no es una técnica
sino un estudio sobre principios comunes en las técnicas del arte de la
representación. La problemática, afirma
Starosta, no es privativa de Barba sino que es extensiva a todos aquellos
teóricos incorporados no desde el proceso sino desde una estructura
cristalizada. Se reproduce habitualmente su logro final, sin pensamiento
crítico del camino recorrido hacia él.
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