A
partir del cuento “A la diestra”[1]
de Haroldo Conti
“Como islas en el mar aparecemos como individuos distintos,pero bajo la superficie todos estamos conectados (…) Cuando el héroe ha llevado a cabo la misión (,,,) Regresa con los misterios de la sabiduría, con una reliquia sagrada o con la princesa dormida al reino de la humanidad donde el trofeo permitirá el renacimiento de la comunidad, el planeta o todo el universo.”(Jung)
Haroldo Conti, en
el cuerpo de Marcelo Bucossi desde la escena, construye con palabras la memoria
que deviene de su ausencia, los personajes de su infancia y su juventud, y las
palabras a su vez lo construyen a él como personaje de la historia de un pueblo
y una familia en ese recuerdo sustantivo; a su cuerpo lo cruzan el rigor de dos
historias que lo conformaron como persona: la de su Chacabuco natal y aquella
que hace que hoy lo busquemos en el recodo de un camino siniestro que lo dejó
suspendido en un tiempo, el de la memoria colectiva. La muy buena disposición
del público que circunda el espacio escénico, le permite al espectador ser
testigo privilegiado, cuasi protagonista del relato, que en la voz del actor,
en su trabajo con él, rompe con la distancia, que es como romper con la
ausencia, y lo integra con una mirada, una sonrisa cómplice, un mate. La
actuación de Bucossi es visceral, no hay declamación en ese monólogo intenso,
sino por el contrario tomando las características de la persona que encarna nos
seduce desde la docencia para explicarnos en todos los tonos y cruzando
densidades: sus deseos, sus sueños, sus recuerdos, su paisaje y un destino que
lo confunde en el de otros. De la historia mínima pero constituyente de sus
memorias más íntimas, a la Historia
de los setenta donde la vida suspendida en el grito, detenida por la implacable
mano de la violencia de Estado, lo convierte en inmortal. Un pizarrón, el latín
de sus clases, lo cotidiano se cruza con la mirada cuestionadora del otro; la
máquina de escribir, prolongación del pensamiento del escritor, que golpea con
su eficacia devolviendo el golpe sistemático de los dedos, que le exigen la
concreción en palabras de lo sentido y de aquello que no se puede casi decir.
Lo que lleva de ausencia la figura del escritor es el recorrido doloroso de una
sociedad que no puede todavía cerrar, cicatrizar la herida profunda de la
injusticia, del robo de vidas y haciendas, de la mentira sistemática, de la
falta de arrepentimiento, de saber que lo harían otra vez si pudieran, sin que
les temblara la mano, como entonces. La figura del actor, lo trae desde la
noche, y uno no sabe si está viendo a Marcelo Bucossi llevando adelante una
narración sobre Haroldo Conti, o si es Conti que dentro de su cuerpo nos relata
su historia para que no olvidemos, a través de ese cuerpo que hasta se le
parece. Alfredo Martín desde la dirección, como en otras oportunidades, logra
que cada elemento, y cada lugar aporte su parte en el lenguaje expresivo de la
puesta. Los objetos son identificatorios, huellas en el devenir de la
actuación, mientras las gradas y escaleras funcionales al relato, proporcionan
la textura y el clima que la pieza necesita. El tiempo de la historia se
presenta como un largo flash-back
cinematográfico, el punto de partida y del inevitable fin: 5 de mayo de1976,
día en que fue secuestrado y luego desaparecido. Hojas sueltas y libros en el
suelo, una silla tirada, todo es desorden y confusión después de la noche de
procedimiento por la brigada de algún batallón. Así el tiempo y espacio se
desplazan hacia Chacabuco y a los recuerdos de niño y de adolescente, sin
previo aviso nos ubica nuevamente en Villa Crespo. Entre los colores pasteles
de la escenografía y vestuario se destaca el gris quizá porque fue gris aquel
triste amanecer lluvioso de 1976. El hecho teatral a pesar de la dureza del
tema logra incorporar al espectador en una rueda de amigos, mate y tortitas
negras mediante, y entre ráfagas de frescura ante la inocencia pueblerina. La
música de la guitarra en vivo también le agrega un plus extra al clima íntimo,
de confesión, que tiene la puesta en escena. Pero no es una confesión en voz
baja sino, por el contrario, es el grito mudo de Conti / Martín / Bucossi y de
todos nosotros, espectadores en el 2012, que nos desgarra el alma ante la
mutilación sufrida por nuestra sociedad en la última dictadura cívico-miliar.
Lo que llevo de ausencia de Alfredo
Martín. Actúa: Marcelo Bucossi. Músico en escena: Antoliano Rojas. Voz en off:
Alfredo Martín. Escenografía e Iluminación: Kenneth Orellana Gallardo. Vestuario: Ana Revello. Diseño Gráfico:
Lorena Bufidis. Prensa: Silvina Pizarro. Fotografía: Karina Grinstein. Asistente de Dirección: Guido Passafaro. Dramaturgia y Dirección: Alfredo Martín. Espacio Teatral Del Borde.
http://www.facebook.com/LoQueLlevoDeAusencia
Campbell, Joseph, 2008. “El inconsciente colectivo. Carl Gustav Jung” en El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
[1] “Testimonio de Marta Scavac, esposa de Haroldo
Conti. Aparecido en la revista Crisis, Nº 41, abril de 1986. ‘Escucho que sigue rompiendo papeles. Le suplico que no rompa el cuento
que Haroldo estaba escribiendo. Después comprobé que dejó la máquina de
escribir de Haroldo, junto al borrador del cuento, intacto. Quedó sólo eso sin
romper como un símbolo en medio de la casa revuelta, como sacudida por un
terremoto’.”
http://www.literatura.org/Conti/secuestro.html
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