El Teatro Cervantes tiene una trayectoria y un halo mítico que con sólo
ingresar al edificio el espectador se apropia de un plus extra de fascinación.
Gracias, en 1918, al “sueño” de María Guerrero se levantó por primera vez el
telón en septiembre de 1921 y el público puedo escuchar recitar los versos de
Lope de Vega. En abril de 1936 y bajo el nombre de Teatro Nacional de Comedias,
ya propiedad de los argentinos, se estrenó Locos
de Verano de Gregorio de Laferrere. En particular, la Sala Luisa
Vehil no tiene ni escenario ni platea y esto
permite que se pueda adaptar según requiera la puesta en escena.
Conocida como el Salón Dorado, su decoración es de una profusión de suaves
formas y tiene un acabado en dorado a la hoja. Un ambiente especial para un relato pequeño narrado desde tres puntos
de vista diferentes a través de la estructura del monólogo, de manera que la historia
ante esta visión bifurcada se expande en el discurso y logra llegar al
espectador con una textura profunda, que equivale a múltiples lecturas. En un
escenario donde el espacio está ocupado por bancos o ¿tumbas?, donde asoma
tímidamente alguna planta, Eloy en el cuerpo de una mujer (Irene Almus) nos
cuenta desde un no lugar como llegó a estar en esa condición, aunque lo
importante del relato es otra cosa, no la pérdida del globo, no los aconteceres
de su rescate, no la causa de su pérdida, sino la emoción que encierra la
relación entre él y su padre; la emoción que puede encerrar la concurrencia
ocasional de las personas, la que se produce entre Fran y Pancho. El alma del pequeño
Eloy encerrado en el cuerpo de la mujer que narra, siente con profunda ternura
el amor que provocó tanto su presencia como su ausencia en la vida de los
otros, y el muy buen trabajo de la actriz logra que esa ternura, y la inocencia
con que su mirada de niño cuenta los hechos, también lleguen con intensidad al
espectador. Las composiciones de Victor Hugo Vieyra y de Horacio Roca, son de
una calidez tal que hacen que todos estemos involucrados desde la emoción en
esa ceremonia de catarsis que es el relato del padre y del encargado del
shopping. Muchas veces con la respiración contenida y una sonrisa cómplice
desde la platea seguíamos cada palabra, que en su literalidad narraba los
hechos siguiendo el orden cronológico, pero que en su profunda semántica
dibujaban un recorrido de sensaciones, mapa de estado de la sensibilidad a la que
nos veíamos invitados. La simetría de las líneas rectas satura el espacio
escénico, como fichas del dominó o como lápidas funerarias sin inscripción, la
alta pared de color gris, color ni frío ni cálido sino neutro, en transición
entre el blanco y el negro y como una fusión entre alegrías y tristezas. El
tiempo en relanti, en un delgado equilibrio en la vida y la muerte, un tiempo
“entre dos” y que parece moverse con un globo inflado con gas helio y que nos
recuerda aquella vieja canción “El globo
rojo era su amigo, El globo rojo era su amigo….” Si bien como espectadores
aceptamos la suma teatralidad del género, “el monólogo revela la artificialidad
teatral y las convenciones del juego.” (Pavis, 1998: 297), es casi imposible no
levantar la mirada para “ver en la cúpula” al globo del astronauta Buzz entre otros y esperando ser
rescatado. Desde un espacio ficcional delimitado por el soporte lumínico en
equilibrio con la situación dramática, ni claroscuros ni fuertes contrastes, la
propuesta de Globo flotando contra el techo de un shopping creemos que va más allá de la duración
real del hecho teatral. ¿Quién podrá mirar la cúpula de algún shopping sin
buscar el globo de Eloy?
Globo flotando contra
el techo de un shopping de Alberto Rojas Apel1.
Elenco: Irene Almus, Horacio Roca, Víctor Hugo Vieyra. Producción TNC: David
Hoyo. Fotografía: Gustavo Gorrini. Diseño gráfico: Lucio Bazzalo. Asistencia de
dirección: Mónica Quevedo. Música original: Federico Marrale. Iluminación: Eli
Sirlin. Vestuario: Luciana Gutman. Escenografía: Mariana Tirantte. Dirección:
Román Podolsky. Sala Luis Vehil del Teatro Nacional Cervantes.
Pavis, Patrice, 1998. Diccionario del
Teatro. Barcelona: Paidós: 297-299.
1 Alberto Rojas Apel es guionista, dramaturgo, director, actor, crítico y docente. Estudió cine, dramaturgia, teatro y puesta en escena en diversas instituciones (CIEVYC, TEBA, C.C. RICARDO ROJAS, U.P., AUILEA, con Mauricio Kartún, con Ricardo Halac, con Alfredo Rosenbaum, con Walter Velazquez, etc) Fue docente de Guión en CIEVYC, Ort de Argentina y TEBA. Escribió crítica cinematográfica en la revista "Film". Tiene dos libros de teatro publicados, varias obras estrenadas (como autor, actor o director. "10´antes de beso", "Cosas", "Qué supimos conseguir?", y algunos premios recibidos (entre ellos el Primer Premio “Enrique Santos Discépolo” y el Segundo Premio Nacional del Instituto Nacional del Teatro por su obra "Globo"). Escribió programas para televisión ("Quién es el jefe?", "Hechizada", etc), dirigió varios cortometrajes, y en cine fue guionista y director de actores de los largometrajes “Nadar solo” y “Como un avión estrellado”, ambos de Ezequiel Acuña; y guionista del largometraje de Raúl Perrone “Aullido”.
Actualmente prepara el estreno de su primer largometraje como director y guionista "Gotas de Agua" (Alternativa Teatral)
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