El teatro y la documentación de la realidad
Azucena Ester Joffe, María de los Ángeles Sanz
La  textualidad de la pieza de Chapo produce a través de un realismo de  tesis social, y los procedimientos que la tecnología propone, -- una  pantalla que sirve no sólo de prólogo y cierre a la puesta, sino que  forma parte también de su escenografía, marcando el adentro y el afuera  del relato -, como en un reality, un momento crucial de la vida de los  personajes que a través de su cotidianidad nos introducen en la  fragmentación de las relaciones personales y sociales; la marginalidad,  la droga, la delincuencia, y los sentimientos más íntimos: el rencor, la  envidia, un deseo mal reprimido donde todos son, menos Constanza,  víctimas y victimarios en la construcción de sus vidas. La situación de  la maternidad sin recursos ni afectivos ni económicos; una vieja deuda  de familia que no termina de saldarse entre las dos hermanas, la  ausencia de una figura fuerte de contención van edificando el edificio  de una realidad angustiante que no parece tener salida más que a partir  del suicidio. Los personajes a partir de la teatralidad brechtiana  entran y salen de su rol para anticipar al espectador los sucesos que  vienen, o explicar los sentimientos que producen la catarata de  acontecimientos desafortunados, encadenados como en un ritual donde todo  conduce a la tragedia. Sin embargo, las actuaciones naturalistas no  siempre encuentran el tono necesario para intensificar la acción, y con  evidentes altibajos producen una meseta en la significación que detiene  la tensión conseguida. Desde el espacio reducido de la Sala del Teatro  Del Pueblo y la penumbra que lo inunda, hasta la escenografía donde por  momentos el espacio virtual y espacio real representado están presentes,  desde el parlamento de los personajes y las didascalias, que a veces se  explicitan, se construye un locus ficcional múltiple y saturado por la  superposición de los sistemas significantes. Para el espectador resulta  asfixiante y opresivo, no solamente por su temática –los sinsabores de  los personajes marginales en vísperas de Navidad- sino también por la  tensión dramática de las distintas escenas: desde “Vitel toné” hasta  “Canción de cuna”. No por casualidad los personajes mantienen los  nombres de los actores y así con una impronta intimista Emilia (E.  Romero), Juan (J. Mako) y Mariana (M. Ortiz Losada) al final de la obra  se preguntará cada uno “¿A tiempo para qué? Pregunta ambigua que,  conscientemente o no, provocará en más de un espectador el surgimiento  de los propios fantasmas. La propuesta estética de Fernández Chapo,  desde esta perspectiva multimedia, logra que la tecnología se presente  como un personaje más y al participar del espacio gestual con los tres  actores incorpora su propio dinamismo.
Ficha técnica: Manos traslúcidas en fiebre de olvido de Gabriel Fernández Chapo.  Elenco: Juan Mako, Mariana Ortiz Losada, Emilia Romero. Dirección y  Puesta en escena: Mario Di Incola, Gabriel Fernández Chapo. Video, fotos  y música: Mariano Di Cesare. Diseño escenográfico y lumínico: Cecilia  Stanovnik, Gabriel Fernández Chapo.
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