La Noche de los Museos es una jornada que ya lleva unos años de realización y
que promete y posibilita a los espectadores habituales o no a museos y teatros
a franquear la puerta de forma gratuita y asistir a los mismos espectáculos que
en otro momento debería abonar. Una noche para el disfrute intelectual en una
ciudad que habitualmente ofrece un abanico amplio y heterogéneo de
manifestaciones artísticas desde la música, la danza, el humor, el teatro con
sus salas tradicionales y las que se van sumando con fuerza y entusiasmo
creador, desde los márgenes, en espacios no convencionales. El Rojas es sobre
todo un ámbito de experimentación artística que también abarca numerosas
disciplinas, y que no podía estar ajeno al acontecimiento. Por eso, en esa
particular noche, ofreció una diversidad de espectáculos cubriendo el panorama
de las artes. Ya a la entrada una pantalla introducía a manera de programa en
movimiento fragmentos, video clips de las obras a presentar, para que el
visitante supiera aquello que el Rojas ofrecía como complemento de los
programas de mano, o de las pequeñas revistas que reúnen la información mensual
de sus actividades. En la Usina
de la Cultura - como se presenta el Centro en la gacetilla
– comenzó la Noche
de los Museos con el Mini recital Acordeonador
de Bernando Timerman, en el Espacio Cultura Sostenible. Ante un público atento,
que a la vez recorría esta instalación interactiva, el inusual instrumento –
acordeón + generador – producía distintos sonidos que fueron envolviendo el
espacio del Centro creando una estrecha relación entre tecnología - básicamente
objetos en desuso - y arte. La propuesta buscaba favorecer “la reflexión acerca
de la creación, la transformación y el uso de la energía.”. Luego Popera de Valeria
Ambrosio, la segunda obra del Proyecto Música Teatro en la Sala Batato Barea; donde
la música fue su protagonista, desde su experiencia con el cuerpo en la danza y
desde la palabra y la acción donde el musical fue central en la estructura de
la propuesta, la muy buena voz de Mariela Passeri se destacaba en el
acontecimiento teatral que buscaba aunar texto dialogado y música, texto y
humor, así como la actuación de Gustavo Monje, producía la risa del espectador,
sin embargo, la textualidad no apoyaba con eficacia la concreción de la
muestra, ya que abundaba en lugares comunes y situaciones conocidas. Mientras, en la Sala Cancha, se
presentaba Tierra y Cemento
de Laura Zapata. En un espacio despojado apenas iluminado y las imágenes
proyectadas sobre la pared del fondo nos ubican, rápidamente, en la jungla
urbana: escombros, paredes semiderrumbadas y personajes difíciles de definir,
quizá pertenecientes a alguna tribu urbana. Al inicio un nudo de cuerpos
intentan desprenderse, cuerpos que se superponen y se arrastran, cuerpos unidos
a la tierra como el elemento vital, como el punto de partida. Luego los
personajes van adquiriendo cierta autonomía y venciendo la ley de gravedad se incorporan,
cada uno con su vivencia personal. El vestuario – harapos y restos de bolsas
negras – los vuelve a unir en el anonimato y algunos de ellos tienen trazos de
pintura en los rostros y en los brazos. Si el cemento y la ciudad son sinónimo
de progreso, cada bailarín / actor da cuenta a través de sus movimientos y su
gestualidad, con elementos de diferentes técnicas – repetición, fragmentación,
estilización,…., que la alienación es un inevitable síntoma de nuestra sociedad
de consumo. Más tarde, la Música
tuvo su momento con el Coro y Orquesta de la UBA con la dirección de Andrés Gerszenzon, en el
Espacio de Arte. Finalizando, la
Noche el Cine con la Proyección de Ronda
nocturna de Edgardo Cozarinsky. También, dos Exposiciones, por un lado, en
el Espacio de Artes Visuales A. La mirada
perdida de Amadeo Azar e Iván Moiseeff y, por otro, en la Fotogalería Chicas de
Laura Ortego.
Los viernes se
presenta la otra obra del Proyecto Música Teatro, un
proyecto donde el eje es que tanto la música como el teatro tengan la misma
presencia en la puesta en escena. El Hijo del Fin del Mundo de Lautaro
Metral, es una obra bizarra pero no caótica, donde cada elemento está
cuidadosamente pensado. Así cada actor construye a su personaje desde la doble
perspectiva, por un lado, el exterior de cada uno: un gato, una gallina, un
perro, y, por otro, su interior humano y los distintos sentimientos. En el
lenguaje corporal cada movimiento, cada desplazamiento es la continuidad de la
energía que se genera en el interior de cada actor proyectando sobre el
espectador una ternura casi infantil. Es interesante, desde el dispositivo
escénico – su casa vagabunda - la utilización del practicable que va
determinando distintas atmósferas según lo requiera la situación dramática.
Pues al cerrarse o al ser girado y/o desplazado, o simplemente quedar abierto
como un retablo parece proteger a los personajes del mundo humano que se
introduce a partir de la figura del forastero, Renzo, un actor que se ha
escapado de una obra teatral. El dispositivo lumínico a todo color y la música
en vivo van construyen las imágenes visuales y auditivas a un ritmo intenso. Un
amplio espacio escénico donde los músicos son como personajes extraídos de otro
cuento y la utilización del foso por donde no solo salen y entran los
personajes sino que, por momentos, parece suceder otra fábula. Con elementos
del musical y con el profesionalismo del grupo el hecho teatro-musical tiene un
final a todo ritmo y un merecido aplauso.
Popera. Actúan: Mariela Passeri, Gustavo “Tweety” Monje. Dirección: Valeria Ambrosio. Dirección Musical: Juan Serruya. Coreografía: Sebastián Codega. Escenografía: Ana Repetto. Asistente de Dirección: Ángeles Pourteau. Producción: Constanza Miguel. Libro: Valeria Ambrosio, Ana Repetto. Vestuario: Julio César, Matías Begni. Diseño de Video: Maxi Vecco. C. C. R. Ricardo Rojas.
Tierra y Cemento. Dirección: Laura Zapata. Asistencia: Cristian Cabrera. Video: Karin Idelson. Vestuario: Martín Churba. Luces: Bibi Scholink. Intérpretes: Laura Zapata, Mariela Puyol, Nelson Barrios, Brian Moya, Bruno Klewzyc, e invitados C. A. de Danza. C. C. R. Ricardo Rojas.
El Hijo del Fin del Mundo. Interprétes:
Renzo Morelli, Lionel Arostegui, Marta Mediavilla, Leandro Bassano. Músicos: David Sosa, Andrea Sosa, Florencia
Vazquez. Coreografía: Fernanda Provenzano. Dirección de Orquesta: David Sosa.
Asistente de Dirección: Lionel Arostegui. Escenografía: María Eugenia Brandulo. Asistente de Escenografía: Lucila Rojo. Diseño de Luces: Yamil Chapa. Stage
Manager: Florencia Ravera. Producción Ejecutiva: Maximiliano Bartfeld. Libro,
Música y Dirección: Lautaro Metral. C. C. R. Ricardo Rojas. Fotografía: fuentes2fernandez.
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