Dos temáticas
profundas trabaja la puesta que se lleva adelante en el espacio del teatro –
almacén El Desguace, la del trabajo esclavo, hoy como ayer una realidad que
vive de la necesidad del inmigrante, y la cuestión de género, ya que
habitualmente son mujeres las que sufren esta situación denigrante, que las
apremia y las sofoca desde el deseo de cuidar con su trabajo a la familia y
comprobar con horror que es su familia la que se ve comprometida en el abandono
a partir del supuesto trabajo liberador. Dos actrices en un espacio dividido
entre un salón VIP donde todo es glamour y su contraste un taller clandestino
clausurado donde todo es desolación: -telas tiradas en el piso, restos de
comida, olores que desafían el buen gusto de Delfina y Catalina, un inodoro, un
colchón, elementos que dan cuenta del uso múltiple y estremecedor del habitat,
además de una mesa cubierta de trozos de tela, y por fin las dos máquinas de
coser ocultas que les permitirán pensar en el desafío de cumplir ellas con el
pedido- ; son llevadas por el texto a
transitar desde el lugar del explotador o su cómplice, a ocupar los cuerpos de
aquellas que en el pasado a partir de la costura fueron víctimas del poder. New
York, año 19111; Buenos Aires año 2006, y
una realidad que cambia de actores sociales pero no de la profundidad del
crimen. Del estereotipo de dos integrantes de clase media alta, que se sienten
depositarias de la verdad, del ser nacional, y de una historia de trabajo
aunque no les pertenezca, a la figura de las trabajadores textiles que viven
una situación de trabajo a destajo perseguidas por jefes y funcionarios
públicos, Soledad Galarce y Moyra Agrelo, transitan esa transformación en
escena, en un tiempo que se expande hacia atrás y hacia delante apoyado por las
imágenes que se suceden en una pantalla que va apuntalando con su simbología, y
con su denuncia después, un relato que requiere ser narrado. La excesiva
maquieta del comienzo de los dos personajes juega en contra de la fluidez del
desarrollo, aunque plantea la tajante dicotomía de las dos caras de la
industria de la moda. Ambas actriz construyen a sus personajes a partir de su
gestualidad corporal y modificando pequeños elementos de su vestuario, con sus
diferentes tonos y con una energía particular, interior, que se transmite al
espectador en una clara denuncia. En esta cadena que se inicia con las
consumidoras y generadoras del sistema perverso e insaciable a su último
eslabón, de sometimiento y marginalidad. La puesta en escena acierta en la
teatralización del “submundo”, poco conocido, de un taller de alta costura,
donde no hay horarios ni feriados, si se puede se come algo y si no se sigue, y
donde la presión constante es ejercida con un simple llamado. Baja Costura se presentó en el marco del
ciclo 2012, “El teatro y la Transformación Social”[2],
con un comienzo a toda música y, luego, fue cambiando su ritmo escénico para concluir
con la proyección de algunos testimonios: el debate quedó instalado.
Baja costura de Soledad Galarce. Elenco:
Soledad Galarce y Moyra Agrelo. Asistente de dirección: Belén Paiz.
Coreografía: Andrea Pacheco. Vestuario: Melania Lenoir. Escenografía: Victoria
Papurello. Música: Mora González Lobo / María Onis. Video: María Onis.
Animación: Paco Muñiz. Diseño de Luces: Yamil Chapa. Diseño gráfico: Sofía
Galarce. Fotos: Belén Paiz. Maquillaje: Juan Gasparini. Producción: Maxi
Bartfeld /Tríptico producciones artísticas. Prensa: Tehagolaprensa. Dirección:
Mariano Caligaris. Teatro El Desguace.
1 Como consecuencia de la decisión adoptada en Copenhague el año
anterior, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora
se celebró por primera vez el 19 de marzo en Alemania, Austria, Dinamarca y
Suiza, con mítines a los que asistieron más de un millón de personas, que
exigieron para las mujeres el derecho de voto y el de ocupar cargos públicos,
el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación
laboral. En el incendio en la fábrica
de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York, el 25 de marzo de 1911
murieron 146 mujeres y 71 resultaron heridas. Este suceso tuvo grandes
repercusiones en la legislación laboral de los Estados Unidos, y en las
celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer se hizo referencia a
las condiciones laborales que condujeron al desastre.
[2] “Este ciclo privilegia aquellos proyectos que
por su forma y contenido expresan, de manera artística y creativa,
interrogantes y reflexiones más que certezas u opiniones cerradas.” Su Comité de Selección y Asesoramiento está integrado por: Cecilia
Rossetto, Patricia Zangaro, Ingrid Pelicori y Manuel Callau. Por El Desguace:
Rubén González y Daniel
Kersner.
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