Alicia está
seducida por la voz del conejo a quien sigue por extraños laberintos hasta caer
en el pozo que la llevara a un mundo desconocido, cruel y maravilloso. Pero
Alicia es un personaje dentro de la mirada penetrante de un hombre que
construye con las niñas que conoce, aún circunstancialmente, materia viva de su
literatura. Alicia1 hará inmortal a su creador
y a ella misma, y atravesará los espejos en busca de una vida más real que la
realidad: “Es mucho simpática la gente que no existe que la que existe de
verdad. Tú no puedes evitar el hecho de existir y me atrevería decir que eres
simpática, tan simpática como si no existieras” dice Lewis Carroll; y así le
cree, el personaje con el que juega en la puesta la textualidad dramática de Natalia
Carmen Casielles, y el muy buen
desempeño de Sol Tester como la pequeña que quiere ser Alicia. Como diría
Berger, las mujeres siempre nos miramos con la mirada del otro, es decir del
hombre; sea este padre, novio, marido, amante; sentimos en una sociedad que se nos impone con su ley
desde el verbo, la necesidad imperiosa de su aprobación. El texto juega con
este concepto también, la pequeña Isabel Standen, se siente diferente porque
él, a quien casi no conoce la ve de forma diferente, en el tiempo entre ese
tránsito difícil entre la niñez y la pubertad. Niña que se constituye en mujer
a partir del doble objetivo, del ojo y de la cámara: “…Un amigo mío, llamado
Lewis Carroll, me dice que piensa mandarte un libro. Es un amigo al que
‘quiero’ mucho. Le conozco en el jardín, a menos de una yarda de
distancia…cuando te estuve dibujando aquellos acertijos. Me pregunto si lo viste.
Tu amigo de quince minutos.”, le escribe a la sorprendida Isabel en su carta
que firma con su nombre verdadero, C. I. Dodgson. Las palabras que seducen, y a
la vez construyen una tela finísima pero implacable que puede hacer desear a
quien las escucha no dejar de ser nunca esa niña registrada en una tarde de
quince minutos, desear ser otra que consigue atravesar los espejos que son la
sociedad, para lograr ser eternamente la niña deseada; círculo perverso que
busca a través de la imaginación construir un mundo donde las posibilidades de
lo prohibido no tengan fin. La puesta trabaja con la soledad del personaje en
su relato, acompañada por una muñeca alter ego de sí misma, por un mueble
múltiple del que sale y entra como un objeto más; y por una iluminación
contrastante que sugiere, abandona, y finalmente pone el acento sobre aquello
que necesita ser delimitado para surgir diferente del mundo real. Esta gran
cajita de música tiene, de esta forma, un plus extra pues no es simplemente parte
del dispositivo escénico sino que funciona como el partenaire del personaje. Los niños a sus juguetes preferidos les
otorgan vida propia, para ellos no es un objeto más sino un igual. Así, “La
niña” interactúa con este otro “personaje”, jugando y buscando en cada recoveco
-subiendo y bajando, abriendo y cerrando cajones y puertas. En este entretenerse,
por momentos, solo escuchamos su voz desde el interior, pues la imaginería
infantil logra la creación de su mundo fantástico. El espacio es el de la
infancia, pero la de una diferente atravesada por la dinámica de un adulto que
necesita volver a ella una y otra vez, y lo hace en la voz de la niña que
desea, sin límite ni control posible. Quizá, este gran mueble opaco al inicio sea
el único camino para recuperar aquellos momentos de ese tiempo perdido. Cuando la dramaturgia se acerca a Carroll, lo
hace para centrarse en la figura de Alicia, aquella de todas las niñas
fotografiadas por el autor que trascendió la cotidianidad y lo llevó a la fama,
en La niña con cara de jirafa, Alicia
es el pretexto para hablar de las otras, las que quedaron en el anonimato a
pesar de haber tenido el ‘privilegio’ de ser reconocidas por el escritor.
La niña con cara de Jirafa de Natalia Carmen
Casielles. Actúa: Sol Tester. Diseño de Escenografía: Marilú Carbó. Asistencia
de Escenografía: Rodrigo Pascual. Realización Escenográfica:
www.mandarinacriolla.com.ar. Vestuario: La Polilla Imagen & Vestuario.
Diseño Sonoro: Pedro Donnerstag. Diseño de Luces: Javier Casielles. Diseño Gráfico:
Estudio Pini. Producción: El color de las Jirafas. Realización de Trailer: Maxi
Bearzi. Asistencia de Dirección: Sol Pittau. Dirección: Natalia Carmen
Casielles. Teatro Independiente Abasto Social Club.
1 Una de las aficiones del escritor, hobby reservado a pocos en su
época, fue la fotografía y gracias a ella han podido llegar hasta nosotros los
retratos que él realizó tanto de Alicia Liddell, su pequeña musa inspiradora,
como de numerosas amiguitas suyas, de Carroll. Porque ésta es otra, la curiosa
costumbre que el escritor tenía de establecer lazos amistoso con criaturas de
corta edad e invariablemente niñas, a los niños los aborrecía, lo que ha dado
pábulo a muchas habladurías en las que se asegura que esa atracción suya
experimentada hacia las impúberes, no era sino cierto tipo de desviación sexual
que incluso V. Nabokov, menciona con sutil ironía, aunque no podemos negar que
Alicia en el País de las Maravillas, o más bien Alice Liddell, unida a sus
propias fijaciones infantiles, las de Nabokov, fueran el germen del que naciera
posteriormente su no menos célebre LOLITA. (www.ccgediciones.com/Sala_de_Estar/Biografias/Carroll.html )
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