Por Azucena Ester Joffe, María de
los Ángeles Sanz
-¿Cómo definirías la música que
realizan con el grupo?
La música que hacemos puede ser
llamada fusión; es una mezcla, una unión, un desencuentro entre retazos de
épocas, tendencias y sonoridades varias, y esa afluencia espontánea y popular
que la música imprime en tanto necesidad.
Se la podría llamar de "aires" folclóricos, y esto se debe a los
compases, a las rítmicas que utilizamos, que en definitiva son chacareras,
escondidos, etc. El asunto es que se alejan en sus construcciones armónicas y
melódicas de lo que sería un chacarera tradicional; tampoco buscan ser la
"nueva" chacarera o algo por el estilo, ese aire referencial un tanto
restrictivo al mundo del folclore no lo deseamos, preferimos no restringir las
posibilidades, además de que sería engañoso -nuestra música es muy difícil de
bailar de forma tradicional- . Se trata de rítmicas populares, folclóricas,
atravesadas por un cúmulo enorme de estéticas: desde Bach hasta Piazzolla,
pasando por el rock, el tango o el jazz, Radiohead, Hermeto Pascoal, etc., etc.;
es música de la Urbe,
del 2011, que recibe de ella esa cuota de fragmentariedad que caracteriza a
nuestra época; es música actual, vieja, una repetición de lo que ya ha sido,
pero diferente, enunciada de un modo particular y desde nuestro presente: somos
de una generación que tiene la posibilidad de escuchar a Scriabin, a Troilo, a
Serú giran, a Ravel, a Bjork, y un sin fin de maravillas más, lo que se
evidencia al momento de componer, de crear melodías que antes no estaban sobre
la faz de la tierra, y a la vez, se escuchan entre líneas, como ecos
ancestrales, en la Historia
de la música, pues como dijo el poeta Jiménez: "Entre la flor que recibo y
la flor que doy, la irremediable nada", algo de la singularidad se anuda
en ese pasaje, algo que el arte busca representar, pero que, al no ser un medio
representativo, el Arte, si no un fin en sí mismo, es decir, simbólico, solo
puede dar cuenta de este aspecto en su propia materialidad, en este caso,
sonora o musical, en nuestras composiciones.
¿Cuánto tiempo hace que están en
este proyecto?
El quinteto nació hace dos años,
con una serie de composiciones mías (Matías Spadaro, guitarrista) que al no
caber en otros proyectos -el trío Prelude to be, del que también soy guitarrista
y compositor- fueron dando lugar a la idea de esta formación; en las
composiciones aparecían estos aires folclóricos una y otra vez, lo que en un
primer momento me sorprendió: pasados unos meses comprendí que desde mi más
temprana infancia había sido oyente de esta música, y que incluso en la
primaria, había tocado durante años el bombo legüero en un taller de danzas
folclóricas. Inmediatamente comprendí que este proyecto suponía algo muy
íntimo, y tuve la idea de multiplicar las voces nacidas en la guitarra, en la
flauta traversa, por su dulzura y color, en el violín, por su matiz y su
trágico resonar, en el bajo fretless, porque es un instrumento que soporta con
sus graves brechas sonoras al resto de la formación, y a la vez puede cantar, y
por último la percusión, que imprime con sus halos rítmicos un toque ritual,
acaso privilegiada a la hora de marcar un compás. Raúl Sciorra, nuestro
bajista, esta con nosotros desde aquel entonces. Tocamos durante un año con un
percusionista sin hallar quien nos acompañara en violín y traversa, con lo que
el proyecto se fue diluyendo, hasta estar al borde de la extinción. Aparecieron
entonces Santiago Montero, un virtuoso joven de 19 años en aquel entonces, que
ejecuta la flauta traversa con gran musicalidad, y luego de probar varios violinistas,
hizo su entrada Gerardo D´ambrosio, cuyo toque fascinó mis oídos: es un hombre
de 50 años, que toca hace 25, y aportó el tono trágico que los demás
violinistas -en su mayoría mucho más jóvenes- no lograban transmitir. Pero Raúl,
el bajista, se fue a vivir al interior durante 9 meses, con lo que el proyecto
quedó otra vez por la mitad, solo éramos tres tocando, igual que antes, pero
con los instrumentos complementarios, a excepción de la guitarra. Pasaron los
meses, Raúl volvió a la ciudad y comenzamos a tocar los cuatro, hasta que mi
hermano, Mauro Spadaro, se dignó a acompañarnos en la percusión. El es
baterista, con lo que se fue introduciendo de a poco en las rítmicas que acuña
nuestra música y el modo de ejecutar el set de percusión; de esto han pasado
apenas tres meses, unos ocho ensayos como mucho, tres fechas en vivo, y a
mediada que pase el tiempo, confiamos en ir consolidando nuestra impronta en lo
musical y lo escénico.
¿Cómo es su ritmo de trabajo?
El modo de trabajo es el
siguiente: armo las guitarras -en verdad ya están desde hace dos años- y luego,
oralmente, les paso sus partes al bajista, el violinista y el percusionista;
ellos escriben la partitura o no, depende de cada cual, y luego introducen las
variantes que consideran necesarias, ya que son ellos quienes mejor conocen sus
instrumentos; pero la música la armamos nota por nota, pensando
fundamentalmente, que cada canción es un todo que supera las partes que lo
componen -es decir, la presencia de cada instrumento-. Santiago Montero, el
traversista, improvisa bastante, y arma las líneas melódicas a raíz de esas
improvisaciones. La primera vez que tocamos juntos pasó algo fantástico, le mostré
un tema, y luego lo toqué con él: no hubo que decir nada, tocó lo que había que
tocar. Desde aquel entonces entendimos que nuestro modo de comunicación es la
música, y que goza de una increíble fluidez. En los ensayos ensamblamos todas
las líneas y en función de lo que escuchamos, planteamos matices e
intencionalidades que poco a poco van definiendo el tema, otorgándole un
cuerpo, una cierta textura, una esencia sonora.
¿Tienen algún trabajo ya grabado?
Aún no hemos grabado, Esperamos
hacerlo pronto.
Transcribimos dos de las poesías
de las que Matías es autor, que demuestran
además su calidad y calidez de artista: Triunfal y Un llamado.
¡Oh sagrada piel!
perfumes de la muerte te surcan,
árida planicie intacta de velos,
remedo lacunar de las letras.
Allí,
inexorable cauce de los frutos
Prohibidos, árboles agónicos:
-¿Qué bien? ¿Qué mal?...-
Soplo desértico de cada cual,
cada vez, en un viento y sus molinos que
se trasmutaran gigantes de la Tierra.
Tierra de nadie, allí
Oh sagrada piel, invoco al concilio
De tu voz, la presencia engañosa,
De oírte en un llamado...
Triunfal
arrojo de las albas
Mudas, retornarán de
letras
breves los eclipses
lacunarios
de lo Incierto.
En los fondos yacerán,
de tus pupilas,
pictóricas raíces
desenterradas,
Vacío inquietante: Las
cuencas de sus ojos
dormidos entre
sombras...
Claro
enturbiaré las aguas
desde los estrechos de
tu nombre,
habitaré tu historia
sin desmedro
en cadenas, de plata y
luna.
A los senos de su
arrojo
yaceré los fondos,
enturbiaré lo Incierto
de pupilas,
dormiré tus ojos
De raíces.
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