Que habré hecho yo para merecer ser yo…
Azucena Ester Joffe, María de los Ángeles Sanz
Tres actrices se proponen producir desde el ámbito del café concert la disyuntiva de género de tres mujeres que atraviesan la historia del país desde su nacimiento. Pero, la poética elegida no se resuelve sólo con el desplazamiento espacial de los espectadores; la distribución en pequeñas mesas donde consumir es una opción más dentro del espectáculo; como tampoco con la entrada de la actriz que va a desarrollar el primer sketch, María de todos los santos, (Gabriela Bonomo), desde el lugar del espectador de rodillas, para llegar al espacio escénico y mantener un diálogo con el público, narrativo e irreverente. El café concert necesita, un dominio del espacio, un juego con luces y música, decorados que se transforman en otra cosa, y un discurso donde el desparpajo y la relación con el espectador rompan con la situación de ver y ser mirado. El segundo cuadro, apela a la palabra y si bien la actriz, Julieta Busso, que encarna a una científica o a la primera médica que tuvo el país por fin de siglo XIX y principios del XX, intenta darle fuerza a su presencia en su acting, su gestualidad no logra reafirmar la ironía, y sarcasmo que la parodia de lo dicho enuncia. El tercer momento el que desarrolla, Juliana Czudnowsky es el más logrado, segura en el escenario, consigue que palabra y acción ratifique lo lúdico mientras no deja de transmitir la historia verídica de la primera mujer que se atrevió a volar, en todo el sentido de la palabra, un artefacto inseguro en su tiempo como el aeroplano, sino “volar” en un mundo hostil para aquellos que se atrevieran a pensar y sentir diferente al sentido común. El epílogo reúne a los tres personajes en una situación que se relaciona con el nombre del show, enkarmadas, son en definitiva tres mujeres que deben volver una y otra vez para lograr en cada ritorno un trozo nuevo de libertad posible. Las tres actrices con su gestualidad y su estrategia fónica les dan cuerpo a estos tres personajes, la comicidad de los monólogos y de los diálogos no se apoya en la actualidad, sino en esta idea de que las tres femmes están destinadas a encarnar en situaciones similares a las ya vividas. Con una trayectoria en común, Mortadela Café concert (2008), Graciela, Julieta y Juliana “hilvanan” retazos de nuestra historia con la problemática de género.
Unas enKARMAdas. Elenco: Gabriela Bonomo, Julieta Busso, Juliana Czudnowsky. Fotos y diseño gráfico: Sebastián Gringauz. Prensa: Tehagolaprensa. Dirección: Gabriela Bonomo. Teatro Gargantúa (2011)
1 El café concert tiene en la Argentina una larga historia que hunde sus raíces a fines del siglo XVIII, y si bien fue cambiando de fisonomía y de poéticas, mantuvo siempre viva la relación con el espectador y la improvisación como uno de sus elementos fundantes. La década del 60/70 tuvo sus representantes consagrados y fijó para el ojo del público una suma de procedimientos que le dieron identidad; nombres como Antonio Gasalla, Carlos Perciavalle, Edda Díaz, Nacha Guevara, y hasta una tímida Niní Marshall que se animó a pedido de las nuevas figuras a llevar adelante sus personajes en el nuevo formato. Una de las características de la época era que sus integrantes todos pertenecientes al Conservatorio, llevaron sin embargo a su actuación las formas del actor popular, a quien admiraban en los nombres de Pepe Arias, Tita Merello, José Marrone, Olinda Bozán, Luis Sandrini, Pepe Biondi entre otros; logrando entonces, una relación con el público de alta proxemia y suma irreverencia; atentos como aquellos capos cómicos del teatro nacional a la sensibilidad y los cambios de humor del espectador de cada noche.
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