La historia sin fin; o el revés de la trama
Azucena Ester Joffe, María de los Ángeles Sanz
La puesta que se presenta en el teatro El Tadrón, trabaja con un concepto caro al teatro de los noventa; la relatividad de la verdad unívoca, la dificultad de saber que es cierto o la duda que se plantea de si aquello que consideramos verídico no sea sólo la construcción de una realidad que deriva del uso del lenguaje. Con la fragmentación de las secuencias, y la complejidad de una trama que se potencia a sí misma cada vez que uno de los personajes aparece, texto y actuaciones son funcionales para un juego escénico que propone un núcleo de conflicto para luego derivarlo en otro mucho más interesante: a la hora de un hecho artístico, quienes son los verdaderos hacedores de la producción escénica; el dramaturgo, el director, los actores, el productor, o la conjunción de todos los elementos1. Por otra parte, la obra también se interroga sobre que lugar, en la conclusión de la puesta, tiene el espectador. Glew se propone entonces no sólo desestabilizar la verdad escénica, sino además todos los elementos que hicieron posible que ese concepto sobreviviera. La búsqueda de verosimilitud e ilusión de realidad que la poética realista busca aún hoy día, desde el texto y la puesta, se rompe en pedazos en la teatralización de un grupo de actores que demuestran que el teatro es un juego al mostrar los hilos y las capas que lo conforman. Una puesta en abismo que va derribando con gestos y palabras toda certeza posible. En el espacio escénico realista –un dormitorio de encuentros fugaces- los dos protagonistas –un hombre y una mujer- presentan al comienzo la historia sencilla de un triángulo amoroso. Pero a cada giro inesperado de la fábula el hecho espectáculo se asemeja a la matrioska o muñeca rusa en sentido inverso y manteniendo su fascinación: cada muñeca guarda una sorpresa. Glew comienza por la más pequeña pero no menos importante: por el presente de la representación –el actor, el espacio escénico y el público. Así los diferentes personajes que se van incorporando al espacio lúdico, en tanto creado por la gestualidad de los actores y sus desplazamientos, nos introducen en un mundo ficcional que no tiene una lógica temporal, sino que se asemaja más a una estructura en desorden. Este desafío de la complejidad del texto dramántico es resulto en la escenificación con mucho humor y profesionalismo, e incluso cierta ironía. Esta puesta en escena del trabajo teatral, este desdoblamiento da cuenta del proceso preparatorio y de sus agentes, por lo tanto se convierte en cierto modo en una experiencia no sólo lúdica, sino también autoreflexiva.
Glew de Marcelo Bilezker. Elenco: Yasmín Gutiérrez, Daniel Higa, Guido Silvestein, León Perazzone, Soledad Perchante y Daniel Napolitano. Escenografía y Vestuario: Lorena Segovia. Asistencia de dirección: Euge Demarco. Fotografía: Natalia Fried. Prensa: Laura Castillo. Gráfica: Mariana Rovito. Colaboración especial: “El arte de fluir” Puesta en Escena e Iluminación: Lili Blanca Kohon. Dramaturgia, Dirección General y Producción: Marcelo Bilezker. Tadron Teatro (2011)
http://www.tadronteatro.blogspot.com
http://artedefluir.blogspot.com
http://www.castillomarques.com.ar
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Bertol, Rody, 2009. Inversión, fracaso, y sentido. En algunos modos de la puesta en escena. Rosario: Centro experimental Rosario Imagina.
1 Como afirma Bertol en su texto: En sus fantasías los adultos ya no jugamos con soldaditos de plástico, sino con personajes nítidos en la crueldad y la sexualidad. Entonces la escena fantaseada, no es ni realista, ni absurda, sino ante todo una caricatura, un reflejo breve e intensamente dramático, que sin embargo reincide siempre, imperceptiblemente, en una trama infantil. (2009, 13) La verdad no es lo contrario de la ficción y viceversa, porque la ficción es inverificable, es otra dimensión que mezcla lo empírico y lo imaginario. (…) Una ficción entonces es la creación, una interpretación del mundo a la manera de quien lo crea y es una evocación de lo real. El mundo de la ficción entrelaza férreamente lo imaginario y lo existente. (2009,15)
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