Melania Torres Williams
En el Southern Repertory Theatre de la ciudad de New Orleans (Louisiana, Estados Unidos) se presentaron dentro del marco del Festival Tennessee Williams tres obras en un acto que, según los organizadores, nunca habían sido puestas en escena[1]. Este “world premiere” como dieron en llamar constó de: “Every twenty minutes,” una sátira de los intelectuales bohemios del sur estadounidense en la que una pareja discute en medio del jazz, el alcohol y el rechazo, “The Magic Tower,” obra escrita por Williams en la década del ‘30 que habla de la relación de un actriz retirada de vaudeville y un pintor joven que busca alguien que lo rescate de la pobreza y el anonimato, y por último “The Pretty Trap” germen de lo que más adelante fue “El zoo de Cristal”.
En las tres obras se puede observar a un Williams joven, un escritor que está buscando su voz. Aimée Hayes, directora de las puestas dijo que para ella llevar al escenario estas historias del Williams anterior al célebre es una manera de reforzar una idea que el Southern Rep tiene como premisa: dar lugar a los autores jóvenes, a las nuevas voces. Aunque resulte paradójico, la oportunidad de participar dentro del festival en honor del centenario del autor, fue una manera de presentar a un escritor joven, que todos conocimos después, pero que tuvo un pasado que le permitió ser quien fue.
En una misma función primero se llevó a escena “Every twenty minutes”, una obra muy breve que tiene sus mayores fortalezas en los silencios que la pueblan. Una pareja, que la directora cuenta que para ella es del Marigny (barrio pegado al famoso French Quater de New Orleans), discurre acerca de diferentes temas llegando al punto de por ejemplo ofrecerse un revolver, en lugar de una aspirina, para disipar el dolor de cabeza. Luego de este relato el escenario se oscurece y en medio de jazz diferentes personas llegan para armar una nueva escenografía que dará lugar a la próxima obra. Esto dilata el acontecimiento, y hace preguntarse si es necesario llenar el espacio de tantos elementos. A veces en el teatro menos es más, y en esta ocasión esta premisa no parecería ser compartida por los responsables de la puesta. De esta manera y luego del puntilloso cambio comienza la siguiente obra.
“The Magic Tower” cuenta la historia de Linda, una actriz de vaudeville que deja todo por un joven artista plástico. Ella se crea una realidad paralela en la que quiere convencerse de que vive en una torre mágica con su príncipe, cuando lo que hace es vivir en el ático de una casa con una dueña que reclama por los cinco meses de retraso en el pago del alquiler. En esta puesta Hayes como directora elige hacer caso literal a un pedido del autor en cuanto a la forma de actuación de los personajes “in a theatrical mode,” cuenta la directora que el texto pide la situación, y de esta manera hace que su Linda, interpretada por Lara Grice, actúe un tanto exagerada, por momentos haciendo dudar de si ese es el tono más preciso para la obra y si eso es lo que quiso decir Williams. Más allá de esto se puede disfrutar de un texto rico en situaciones que habla del arte, el ansia de éxito y la soledad del ser humano.
La tercera obra y tal vez la más interesante a la hora del contraste es “The Pretty Trap” la historia de Laura Wingfield, su madre Amanda, su hermano Tom y un pretendiente: Jim O’ Connor. Estos personajes que después aparecerán en la maravillosa “El zoo de cristal” son aquí seres que aún están buscando su tono dramático. “The Pretty Trap” es un texto anterior al Zoo, y esto se nota. Si bien Laura está absorta por su colección de animalitos de cristal y su madre no se detiene en su búsqueda por “ubicar” a su hija, el relato va por otros andariveles, teniendo un tono ingenuo y un final completamente feliz. En “The Pretty Trap” Laura no es renga y lejos de ser tímida al extremo, sabe defenderse y accionar de un manera un tanto más simple que la conducta que luego mostrará en el Zoo donde en la vulnerabilidad de la joven, Williams encuentra sus puntos de mayor fortaleza e inquietud. Jim en “The Pretty Trap” desde un primer momento se cautiva con la belleza de Laura a quien luego de besar lleva a dar una vuelta por el parque. Tom se reconoce soñador y ayuda a la madre a lavar los platos. Todos quedan felices y consiguen sus cometidos. Los treinta y cinco minutos de relato logran captar la atención del espectador, aún cuando Amanda es una madre sureña plena de gracia y con muy poco de la profundidad que luego le conoceremos en el Zoo, y los demás personajes no se presentan tan pluridimensionales desde lo emocional y físico. Tal vez uno de los puntos más fuertes a la hora de analizar “The Pretty Trap” es su carácter anterior al Zoo y las diferencias que uno puede encontrar que permiten conocer mejor a un autor sobresaliente como Williams que supo con el correr del tiempo encontrar un tono mucho más complejo para su historia.
Una de las cosas que más rescato es el haber podido disfrutar del acento sureño que Rebecca Taliancich le dio a su rol de Amanda. He visto muchas puestas de Williams en Buenos Aires, pero el haber podido presenciar la casa de los Wingfield en pleno sur estadounidense, hizo que la experiencia traspasara lo meramente evidente. Una musicalidad diferente a la hora de hablar, una forma distinta de plantarse frente al texto, una cultura otra que traspasaba el escenario, ratificaba una vez más que el teatro es convivio, experiencia efímera, tan subjetiva como comunitaria.
Los propios actores luego de la función en una charla con el público reconocieron su emoción al poder actuar obras de este autor tan ligado con New Orleans y todo el sur de su país, se sentían orgullosos, llenos de pasión. Esto al fin al cabo permitió que el público más allá de todo aplaudiera, preguntara y ratificara que el talento de Williams salió del sur, como proclamaban a los cuatro vientos ellos, y llegó para quedarse en todas partes.
[1] Investigando, he encontrado que “The Pretty Trap” fue puesta en escena en New York en el año 2005. Intentaré ponerme en contacto con la gente del Southern Repertory Theater para comentar este hecho que contradice lo que ellos proclamaron.
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