Inspirado en Descripción de un cuadro de Heine Müller1 y en retazos de la vida de la revolucionaria alemana Rosa Luxemburgo2
¿Qué se ve?
María de los Ángeles Sanz
Un cuadro es el disparador para hablar de la vida de una mujer, no de cualquier mujer, su contexto socio - político, su vida militante, su lucha, y de una época que hace aún hoy, oír sus clamores, sus fracasos, o tal vez como Rosa legara en su último discurso, el camino hacia la victoria final. El tratamiento que la puesta propone no es la solemnidad, sino casi un music –hall, con dos presentadores que van construyendo los distintos niveles de análisis. Un espacio cargado de objetos, (un vestido, una tumba, un cuadro) un cartel de “cerrado al público” y un personaje, (Patricia Carbonari), apoyado en una pared lateral, que luego sabremos, atenta a nuestros movimientos, espera el orden de la sala, y se dirige al espectador, para dar cuenta de donde estamos y que es lo que vamos a presenciar. Un segundo presentador, (Pablo Bossi) rota ya la distancia de la primera instalación – museo, ingresa para dar cuenta del proceso creador del cuadro y su posible relación con la historia de la mujer que crece en figura desde la muerte, que no es otra que la revolucionaria denominada por Lenin, “el águila de la revolución.”. Sus últimos días, son los que despiertan en la mirada de Müller sobre el cuadro, la necesidad de retornar sobre los pasos de la historia, y son los que la dramaturgia de Ana Rodríguez Arana quiere poner en acto. Dramaturga y actriz se conjugan en la figura de la Luxemburgo, resucitándola en escena, literalmente, y proponiendo un recorrido que las fotos documentales de la pantalla van desgranando. Desde ese sitio, paneles funcionales que se abren y se cierran, aparecen los personajes, intentado dar vida, por otra parte, al cuadro que en espejo aparece en un panel más pequeño. El presentador (Pablo Bossi) que recuerda a los personajes narradores brechtianos o a los presentadores de los cabarets de Berlín, (imagen subrayada por la música) ordena a un tercer personaje, (Pablo Garrido) que lleve adelante con su cuerpo y gestualidad sus órdenes, ordenanza de ese extraño museo, que anuncia ante el latiguillo, ¿qué se ve?, el desarrollo de las próximas acciones. El uso de los objetos, todos funcionales a la intriga, dan cuenta de una puesta en donde lo simbólico juega con el discurso referencial, y confirma la intención de teatralidad de la obra. La muerte, presente desde la primera imagen que se ofrece al público, ronda por sobre la cabeza de la mujer, y se personifica en el hombre (Héctor Raubert), que ingresa a escena desde el panel, al mundo de la ficción teatral, desde la escenificación del cuadro. Adversario, enemigo, opositor ciego; que sólo ve en el cuerpo de la Rosa pájaro un obstáculo que hay que eliminar sin piedad ninguna. Las actuaciones, algunas excelentes, se destacan Pablo Garrido y Pablo Bossi, componiendo un dueto entre el personaje que tímidamente obedece y el que ordena y explica al público, como un diccionario parlante, cada una de los significantes que la dramaturgia quiere destacar. La forma clownesca del uso del cuerpo, la máscara que emplea el personaje, necesaria para enfrentarse a un mundo hostil; que no oculta sino protege a la mujer que encierra, la modulación de la voz, y sus sincronizados movimientos, son el referente de una narración que se da en varios niveles, el textual, el pictórico, el cinematográfico, y el teatral, en un tiempo circular, que reitera desde distintos ángulos una misma biografía, la misma revelación de una muerte heroica. Los contrastes entre las formas: documento/ficción, son atravesadas por el tipo de actuación y la construcción de personajes desde su rol como aparecen en el programa de mano: El que habla impasible, el que ve e ilustra, el que mata, ciego, la que muere y retorna, guía; y la contradicción social que representan en las figuras de Rosa y su asesino. Así como la música y las imágenes nos llevan al relato histórico, para luego traernos al mundo de la representación consciente de sí misma.
Acaso crezca desde el suelo… Una creación de Nonoteatro. Elenco: Pablo Bossi, Pablo Garrido, Héctor Raubert, Ana Rodríguez Arana, Patricia Carbonari. Colaboración artística: Eduardo Basualdo. Asistencia de iluminación: Héctor Zanollo. Realización escenográfica: Germán Añon Barros. Edición fotográfica: Alejandra Corral. Operación de sonido: Héctor Zanollo. Realización de obra plástica: Álvaro Urzagasti. Música original: Gustavo Toser. Asistencia de dirección: Emilia Goity. Diseño de iluminación: Pehuén Stordeur. Escenografía y vestuario: Laura Cardoso. Dramaturgia: Ana Rodríguez Arana. Dirección general: Sergio Sabater.
Arias, Jorge, 2004. El teatro épico de Bertolt Brecht. Conferencia pronunciada el 15 de noviembre en Porto Alegre, en el teatro de Oi nois aquí trabéis, en el “Terreiro da tribo”.
Luxemburgo, Rosa, 2001. Reforma o Revolución. Buenos Aires: Editorial Longseller.
Fotos: Clara Muschietti
1 Heine Müller es un dramaturgo alemán que habla del miedo, del sexo, del poder, de la palabra, de la culpa, de la venganza, de la vergüenza, de una mirada europea que juzga el mundo. El autor con un lenguaje de filosa producción, crea un discurso que nos atraviesa; un teatro donde lo dionisiaco y la catarsis se vuelven funcionales para dar cuenta de la decadencia de la civilización occidental. Sucesor de Bertold Brecht en la dirección de Berliner Ensemble, aprendió bien sus lecciones, y por tanto comenzó por decir ("Teatro", 1980) que "utilizar a Brecht sin crítica es traicionarlo". Ni corto ni perezoso, Müller innovó vigorosamente en los mismos textos de Brecht. Por ejemplo, la puesta en escena de Heiner Müller de "La resistible ascensión de Arturo Ui" que pudimos ver por el Berliner Ensemble en un festival de teatro de Buenos Aires, enfoca al texto de Brecht desde una perspectiva actual; vista desde hoy la pieza, a través del lente de Müller, advertimos que Arturo Ui no sólo era resistible, sino que, en los hechos ha triunfado y más de lo que la pieza sugiriera el fuego de artillería que percibimos en "Madre Coraje" y las hogueras de las ciudades destruidas no se han apagado, como nos lo muestra la televisión todo los días. Es verdad que Müller, como lo demuestran "Máquina Hamlet" o "La misión", y sobre todo su revisión de los trágicos griegos como "Medea material", era más proclive a la tragedia que al estilo de comedia bufonesca tan del gusto de Brecht; punto este último en el cual el continuador de Brecht ha sido Darío Fo, tan extraordinario actor como para reflorecer la tradición de la "Commedia dell' Arte" con un sesgo épico y especialmente crítico. (Arias, 2004)
2 Rosa Luxemburgo, (1871-1919) la mujer, la espartaquista, aquella que descree de las soluciones acomodadas a los movimientos coyunturales y que cree en la Revolución con mayúsculas, sin prebendas políticas. Polaca de nacimiento, alemana por adopción, lucho con fuerza por la vida cuando se opuso a que la juventud fuera a morir a las trincheras en una guerra burguesa para acrecentar el poder burgués y pago con la cárcel el atrevimiento. Rosa Luxemburgo, revolucionaria, y mujer tomada prisionera, víctima de la brutalidad, torturada y asesinada, por la violencia y la injusticia. Entre sus luchas personales, logró ingresar en una de las pocas universidades donde se admitían mujeres, la de Zurich, y se doctoró en Ciencias Políticas. En su libro Reforma y Revolución (1899) afirmaba: “las derrotas son necesarias para una victoria final”.
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