La sala Luisa
Vehil, en el Teatro Nacional Cervantes, es el espacio donde la textura de una
escritura, la de Cristina Escofet, la voluntad de una dirección, la de
Francisco Javier y el talento actoral de Ingrid Pelicori y Rita Terranova
construyen una puesta de profunda belleza estética en el ámbito entre la
realidad y el misterio que la escenografía y el vestuario de Carlos Di Pasquo
logran en conjunción al sonido de la mano de Federico Mizrahi y la iluminación
de Fernando Díaz. La irrupción del mundo de lo concreto en la secuencia que
Javier incorpora emulando el relato posible en el mundo de Anton Chejov en El jardín de los cerezos, rompe con el
ritmo atemporal sugerido, ya que el texto primero habla desde una subjetividad
que desnuda la incondicional búsqueda del amor, de la necesidad de ser para
otro la fuente de un sentido. Un sujeto femenino complejo, con un alma que
repliega sus secretos para dosificar su verdad hasta el límite justo donde la
magia pueda aún continuar su juego necesario es develado en la doble presencia
de los personajes que prefieren narrarse una historia a partir de lo imaginado,
aunque sepan con claridad los ribetes de los hechos. La dramaturga incursiona
una vez más en ese mundo femenino ni simple ni literal, donde la fragua del
deseo corporiza desde la nada una historia, memoria a transmitir, recuerdo que
poblado de ausencias, persiste con la solidez de lo real. Un relato cargado de
prosa poética, atravesado por la categoría de género, que pone en acto un mundo
individual pero colectivo en su problemática y su complejidad, el nunca acabado
mundo de la mujer, en un ámbito particular, las islas del Tigre. En el límite
entre lo real y lo imaginado, las actrices se mueven con fluidez en el cuerpo
de sus personajes que son cada una el alter ego de la otra; las une el deseo
sobre el mismo hombre, una historia tenebrosa en común sellada con el silencio.
Desde el vestuario de época que contrasta con lo narrado, la mención a
canciones a la vez que avances de la tecnología que no condicen con su
apariencia, la puesta juega con la dicotomía que permite la suspensión temporal
que se acentúa por el color crema y blanco de la escenografía. En ese pequeño
mundo construido dentro de otro, ambas crecen en sus certezas y ahondan sus
secretos, para expulsar la fatiga, el tedio y el dolor de lo siempre cotidiano.
Francisco Javier elabora una acabada puesta en escena, que no deja lugar a
fisuras, como un cuadro de excelencia pictórica que tomara vida para dar cuenta
al espectador de todo aquello que puede imaginar al mirarlo pero que no se
atreve a pensar. Para el director:
No siempre se puede
rastrear el origen de una solución plástica concretada en el escenario pero eso
mismo autoriza a argüir que, aun cuando no siempre se manifieste claramente,
las artes plásticas forman parte de todo proyecto teatral desde la iniciación,
e irrumpen en el escenario de una manera u otra. (1998)
Francisco Javier[1]
no sólo tiene una extensa trayectoria en el ámbito teatral sino, además, en el
ámbito académico - el Dr. Jorge Lurati, es actualmente Director del Instituto
de Artes del Espectáculo, FFyL, Secretario Ejecutivo del Centro Argentino del ITI
y forma parte del Profesorado de la Escuela de Posgrado, también de la FFyL- y a
demostrado a lo largo de toda su carrera tener una sensibilidad especial y un
estilo propio, tanto en relación con el dispositivo escénico como con los
actores / actrices. Con ese profesionalismo le ha dado a la poética escritura
Cristina Escofet un giro inesperado, teniendo en cuenta las anteriores obras
estrenadas de la autora, quien afirma sobre la dirección de Javier:
Francisco Javier le dio un toque
chejoviano, interpretando a mi juicio muy bien estas subjetividades típicas de
los pueblos, donde la ambigüedad reina por sobre cualquier concreción posible.
El secreto, y el dato anodino llevado a extremos demenciales son el condimento
de estas vidas que giran no se sabe en una poética cotidiana, dado que todo se
sobredimensiona o se calla, y a menudo, se inventa. Esa es la obra, y es mi
mundo de infancia. Donde el episodio del dinero existió. Y donde el traje
también. El realismo mágico no tiene mucha explicación y tampoco se me
ocurriría intervenirlo demasiado con nada. Es así. Seres que de la nada se
arman una vida. Y que nunca podrás desentrañar si el conflicto fue tal, o
simplemente una necesidad de ese tiempo sin tiempo.
Sol de noche es el mundo onírico
y misterioso de la cotidianidad isleña, donde la exuberante vegetación y la
soledad del individuo se amalgaman sin resistencias. Este mundo poético se
materializa, en el Teatro Cervantes, en la perfecta conjunción de todos los
sistemas significantes y en la comunión de dos eslabones teatrales
indiscutibles: Escofet / Javier.
Sol de noche de Cristina Escofet. Elenco: Ingrid Pelicori, Rita Terranova, Emma Ledo, Pablo Arias. Producción TNC: Lucero Margulis. Fotografía: Gustavo Gorrini. Diseño gráfico: Lucio Bazzalo. Asistencia de dirección: Marcelo Méndez. Diseño de sonido: Federico Mizrahi. Diseño de iluminación: Fernando Díaz. Diseño de vestuario y escenografía: Carlos Di Pasquo. Dirección: Francisco Javier. Sala Luisa Vehil. Teatro Nacional Cervantes.
Javier, Francisco, 1998. “El teatro y las artes plásticas” en Teatro y Aportes. Cuadernos de Teatro Nº 12. Julia Elena Sagaseta (comp). Instituto de Artes del Espectáculo, Facultad de Filosofía y Letras: UBA
[1] Reconocido profesor, escritor, investigador y
director teatral, con más de sesenta puestas en escena realizadas. En los
últimos años: “El herrero y el diablo” de Juan Carlos Gené; “La secreta
obscenidad de cada día” de Marco Antonio de la Parra; “Los casos de Juan” de
Bernardo Canal Feijóo; “La excepción y la regla” de Bertolt Brecht; “El
argentinazo” de Dalmiro Sáenz; “La rosa de papel “de Ramón del Valle Inclán;
“Investigación sobre el esperpento” realizada con estudiantes de la carrera de
las Artes, 1991. Con el grupo "Los Volatineros": “¡Qué porquería es
el glóbulo!” de José María Firpo; “Cajamarca” de Claude Demarigny; “¡Hola
Fontanarrosa!” de Roberto Fontanarrosa. “El acompañamiento” de Carlos Gorostiza
(gira por Suecia y Finlandia), 1993. “El corsario y la abadesa” de José Brene,
1992. “Casi no te conozco Buenos Aires” del autor Marcelo Grau, 1992. “Calé.
Buenos Aires en camiseta” y “A lo loco”, creación teatral, 1993. Festival de
Barcelona 1994. “El gato en su selva” de Samuel Eichelbaum. “A la griega” de
Steven Berkoff, 1998. “Dibujo sobre un vidrio empañado” de Pedro Sedlinsky.
“Huesos sangre piel alma” de Pedro Sedlinsky. Ciclo de Teatro por la identidad,
2001. “La caída de la casa Usher”, sobre cuento de Edgar Allan Poe, 2001-2002.
“Novecento” del Alessandro Baricco, 2003-2004. “La vieja dama indigna”, de
Bertolt Brecht, 2003-2004. Espectáculo invitado al Festival Internacional de
Santa Marta, Colombia. “La prisionera”, de Emilio Carballido, 2003. “El informe
del Dr Krupp”, de Pedro Sedlinsky, 2003. “Seda” de Alessandro Baricco, 2004.
Régisseur de ópera en el Teatro Colón y el Argentino de La Plata: “Marianita
limeña” de Valdo Sciammarella, “Le jongleur de Notre Dame” de Jules Massenet,
“L'italiana a Londra” de Doménico Cimarosa, “Ollantay” de Constantino Gaito,
“Hansel y Gretel” de Humperdink. Ha sido galardonado con los premios:
Distinción Argentores - Impulsor de la Investigación Teatral. 2003. Premios
Clarín, “Novecento” de Alessandro Baricco como mejor espectáculo 2003. ACE -
Premio mejor director del circuito off por “La indigna señora B” de Bertolt
Brecht, 2003. María Guerrero - Mejor director del circuito off por “Novecento”,
2004. Florencio Sánchez - Nominado como mejor Director del circuito off por
“Novecento” de Alessandro Baricco. 2003. Mayores notables - Premio de la
Honorable Cámara de Diputados. Por la trayectoria como Director, Investigador y
Profesor de Teatro. 2004.
[http://www.alternativateatral.com/persona2307-francisco-javier]
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