Es de noche, se
siente el olor de un espiral, camping, los personajes están en el medio de
algún lugar posible; hay una carpa, grande, espaciosa, sólo para tres, que
además sólo cobijara a dos en ella; desde el comienzo, la indefinición; se
puede o no se puede acampar en ese espacio; el tiempo hoy, ayer, mañana; la
atemporalidad también hace tambalear el concepto de verdad. Una verdad que como
una gran cebolla deja caer sus capas y siempre propone otra versión posible de
los hechos. Por otra parte, dos de los personajes son escritores, constructores
de verdades otras, trabajadores de extraerles a las palabras verdades posibles,
encubridores con el discurso de lo real concreto, amantes de la ficción. Los
acompaña una mujer, que ha descubierto cierta verdad insoportable, o que como
los otros personajes que luego completaran el relato, no reconoce el límite
entre lo uno y lo otro, y cree literalmente en lo que lee o ve. Las palabras no
develan sino que conforman secretos espiralados que van envolviendo a todos,
escena y espectador. El humor no está ausente y tanta confusión y tanta intriga
provoca la risa aunque sea, una risa en suspense. El azar enfrenta a los
personajes con los fantasmas de su deseo, con la revelación de su ineficacia,
con un hecho concreto que supera cualquier acontecimiento producido desde la
imaginación. Entonces, que es lo ficcional, que es del orden de lo real, quienes
somos sino una mixtura entre una cosa y la otra. Pero ¿a quién va dirigido ese
camino incierto construido desde la palabra?, que verdad nos devela a su pesar.
Las menciones a cierta figura indispensable de la televisión y del género
novela, a Perón que terminará siendo sólo un apelativo, a un cuerpo trabajado
como objeto, o dos, el de la actriz y el de la mujer que se mueve entre el
deseo propio y el ajeno, suman a un
universo conocido en el presente y en el pasado de la acción. El género también
aparece desde la ambigüedad, novela narrativa, novela televisiva, pero de todas
maneras relato alejado de una verdad unívoca; y el límite siempre labil,
siempre impreciso y cuasi borroso entre las fronteras que toca. Bernardo Cappa
como autor y como director propone un juego que le produce un goce estético, “A
mí no me gusta cuando me hacen participar de la ficción como espectador”1, declara en una entrevista, y así desde
ese lugar proporciona en la puesta una cuarta pared infranqueable para la
platea que vemos como transcurre la intriga sin acertar a descomponer su
mecanismo, en el desconcierto casi autoral de no saber hacia donde se dirigirá
por fin la historia; nos trasmite con sinceridad cuál es su work in progress, y
esa sea tal vez la única certeza posible. Desde el título de la obra junto al
programa de mano – un tríptico que nos oculta la ficha técnica – se plantea la
ambigüedad del concepto de “lo verdadero”. Al comienzo del hecho teatral se
establece un doble juego: desde el espacio escénico somos alumbrados detenidamente
por una pequeña linterna. ¿Quién observa a quién? Quizá un pequeño indicio de
que en nadie descansa la focalización del saber, como si cada actor y cada
espectador intervinieran en la frágil construcción de distintas historias en un
ámbito extraño, historias que no tienen un dirección cierta. Con
profesionalismo cada actor construye a su personaje en este territorio que es desconocido
y, por lo tanto, escurridizo. Tanto la situación de penumbras, en general, como
el murmullo de los diálogos, en determinados momentos, requieren de un
espectador atento y activo. Por un lado, una escenografía – la mesa de camping,
el farol, el termo para el mate,…- y un vestuario que se presentan como
realista, y, por otro, un trabajo actoral y un discurso que funciona en otro
registro, como si fuera una suerte de caja o ánfora de la mitológica Pandora,
no porque represente males o desdichas sino porque nos lleva por un recorrido
que estaba oculto hasta ahora.
La verdad de
Bernardo Cappa. Actúan: Martín Bertani, Yamil Chadad,
Christian García, Soledad Piacenza, Ricardo Tamburrano. Diseño de Vestuario:
Paola Delgado. Diseño de Luces: Claudio Alejandro Del Bianco. Diseño Gráfico:
Sabrina Lara. Fotografía: Caro Jorquera. Prensa: Valeria Franchi. Asistente:
Naiquen Aranda. Dramaturgia y Dirección: Bernardo Cappa. Teatro Beckett.
http://www.marcosludevid.com.ar
Entrevista Bernardo Cappa, 2º Parte: “Hay una responsabilidad muy grande con lo poético” por Diego Braude dbraude@imaginacionatrapada.com.ar, para Imaginación atrapada. www.imaginacionatrapada.com.ar 21/12/2007
1 (…) A mí me pasa que prefiero la ficción pura. Me siento, voy a ver a gente actuar; a mí me gusta eso, gente actuar. Y cuando vienen y se te ponen al lado, que me mira mucho, ya digo “puta, qué cagada, estaba bueno, ¿por qué no hacen lo otro, que a mí me gusta más?”. No como una cuestión tradicional, ni nada de eso, puede ser en cualquier espacio, lo que sí, actuá, no me hinchés los huevos con lo otro. Porque ya lo entiendo, porque me pasa que ya entendí, que puedo participar, etc. (…)
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