Un escenario en
penumbras y la voz en off de Alejandro Dolina dejando correr un relato que será
anticipatorio a la trama. Un espacio de playa, mar y arena; una carpa, un cajón
que sirve de asiento, los utensilios del mate, el fogón hacia el fondo, y una
escalera que define el límite con el muelle. Un espacio bucólico si los hay; en
él dos amigos, Chiqui y Perro sueñan. La intriga transcurre de forma trivial
sólo atravesada por la forma que cada uno de los personajes tiene de
presentarse a sí mismo y al otro; por su exterior bizarro, Chiqui tiene alas de
mariposa sobre un cuerpo enorme, y Perro cree ser el zorro de la leyenda
televisiva y juega o no tanto, con una seudo-espada que mueve con destreza.
Hasta allí parecería ser sólo una historia más de dos locos que sueñan y se
engañan dejándose llevar por el delirio de su propio pensamiento sin lograr
nunca poner en acción, ni el desborde ni la locura que sus palabras encierran.
Pero la textualidad de Gustavo Lista1 va mucho
más allá, porque de esa primera y primaria impresión, donde campea el humor que
despierta la risa del espectador, se pasa de golpe y sin previo aviso a un
acontecimiento que determinará el resto de las acciones, aunque no estén
relacionadas con él. Crímenes que quedarán sin develar, otros que serán puestos
en evidencia, todo salpicado por la absurda y azarosa vida donde el sentido
común deja de serlo. Los actores realizan un muy buen trabajo donde se destaca
Ariel Pérez De María en la construcción de Chiqui, un personaje por momentos
tierno y por otros inquietante y peligroso. El zorro y la mariposa,
irreconciliables por sus deseos y por el espacio que habitan, se obligan por la
fidelidad al mismo, a compartir un lugar, un sueño, un destino. Para el autor,
todo parece ser una excusa simple para plantear problemas profundos al
espectador, como a dónde vamos y para qué fuimos concebidos; de allí la
necesidad de incorporar a esa pareja de amigos la figura intranquilizadora del
padre de Chiqui; que con su presencia hace que la pieza aborde la otra
problemática que produjo la ruptura de una historia y el comienzo de otra, la
muerte, el brillo extraviado. Amiga no invitada, pero que no deja de aparecer
una y otra vez con diferentes formas y deseos, llevándose consigo la certeza de
la realización de los sueños. Quizá, desde el programa de mano, con la figura
de una tortuga marina volando, se nos anticipa este mundo incierto, mundo que
luego se explicitará en el espacio escénico con el cruce de elementos de
distintos géneros y diferentes ejes: el valor de la amistad y de la traición,
los tiernos recuerdos infantiles y la fragilidad de la adultez, la muerte inevitable
de los seres queridos y la muerte incomprensible producto de la violencia. Al
inicio, durante varios minutos no hay discurso verbal ni desplazamientos, sólo
el ruido del mar y de las gaviotas, sonidos que irrumpen con fuerza y nos
ubican, internamente, en alguna experiencia particular. Las buenas actuaciones
logran que a lo largo de la obra, con la inmovilidad, las largas pausas y las
miradas hacia un horizonte que se nos oculta,…, la acción dramática vaya mutando
del humor a lo absurdo, de lo tierno a lo macabro, sin quebrar el ritmo interno
de la obra ni la atención expectatorial. La iluminación recorta y crea, también,
el clima de imprecisión, un tiempo y un espacio que parecen estar suspendidos,
entre paréntesis, y que sólo el espectador con su actitud voyeurista puede observar a ambos personajes, como
esa tortuga que puede volar, buscar el brillo extraviado que los identifica
como seres vivos. Si las tortugas son animales arcaicos y misteriosos, con una
gran capacidad de adaptación, El Brillo
Extraviado permite que el hecho teatral se adapte, misteriosamente, a lo
que en cada receptor dispara su imaginación, en el difuso límite de lo real y
la ficción.
El brillo extraviado de Gustavo Lista. Voz en off: Alejandro Dolina. Elenco: Chiqui / Ariel Pérez De María; Perro / David Páez; Espectro /Gaby Páez. Escenografía: Paula Picciani. Vestuario: Daniela Marion. FX: Vanesa Giordano. Fotografía: Fernando de Blas. Diseño gráfico: Rodrigo Serrano Gonsebatt. Producción: (Pluscuamperfecto) c/t. Asistencia de dirección: Belén López Marco. Asistente de escena: Natalia Mesía. Dirección: Gaby Páez y Rodrigo Serrano Gonsebatt. Prensa: Silvina Pizarro. Espacio: Teatro El Extranjero.
http://www.elextranjeroteatro.com
1 Gustavo Lista escribe obras teatrales desde el año 2004, cuando estrena “Brazos Quiebran” en el Teatro Belisario con la dirección de Marcelo Savignone; luego escribe y dirige las siguientes obras: “Mondohondo en el umbral de sigomismo (2005)”, “Martinica. La furia del volcán (2006)”, “Allí en las Vegas (2007)” “Santino (2009)” “Bestia de Bestias (2010)”, “El extraordinario incidente del hombre flama (estreno 4/2012)” y “Días que fueron noches (estreno 2012)”. Escribe las obras: “He aquí el hombre (2011)” Dir.: Gabriel Rovito, “El brillo extraviado (estreno 2012) Dir. Gaby Paez, y la obras infantiles “La Aurora ¡Chinita linda si las hay! (2008)” y “Tan Gotan (2010)” dirigidas por Hernan Peña. Como director también realizó la puesta en escena de “Diana Regresa (2011)” de Camila Maurer y “Deceso en 8mm (2005)” del grupo Masdrama. Las obras en que actuó son “El guapo y la gorda (2007)”en el Adán Buenos Ayres “Unísono (2003)” en Belisario “La tempestad (1998/2000/2002)” en teatro San Martín y teatro De la Ribera y “La jabonería de Vieytes (1997)” Teatro Nacional Cervantes. Como Actor improvisador formó parte de la compañía de improvisación Sucesos Argentinos (2000/05) y realiza desde el año 2007 su unipersonal de impro “Gallo Negro Gallo Solo”. Entre sus maestros figuran: Alejandro Acobino - Diana Szeinblum - Igon Lerchundi - Roberto Escobar - Raquel Sokolowicz - Alejandro Catalán - Daniel Casablanca - María Romano – Cristina Moreira – Damian Dreizik – Robertino Granados – Luis Herrera – Carlos de Martino. (Alternativa Teatral)
La vi! excelente obra muy recomendable!!!
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