martes, octubre 23, 2012

Los hijos de Rosas de Alejandro Bovino Maciel


Alejandro Bovino Maciel[1] estará presentado, en Asunción, en los próximos días su libro Teatro Político I, el cual está integrado por tres obras: El viejo señor Sarmiento, Los hijos de Rosas y La culpa de los muertos. En el prefacio el autor explicita, a partir del concepto de “teatro del desdoblamiento”, la intención de su escritura:

Al escribir estas tres obras en las que está presente el mecanismo del desdoblamiento de los actores pensé que también del lado de los espectadores se demandará otra dosis de conversión. Ningún público es inocente. Si una actriz […] asume repentinamente una nueva personalidad, totalmente diferente de la que venía desempeñando hasta ese instante, el público también deberá adherirse para aceptar este acto de conversión como un nuevo requisito para la representación. Por segunda vez deberá suspender el juicio de realidad y aceptar una nueva realidad en el argumento. En este juego de espejos, de imágenes y discursos que se cruzan frente a nosotros, el complejo fenómeno de eso que llamamos “realidad” se transforma en un cuestionamiento a los sentidos, a nuestra propia realidad como lectores, como espectadores, como intérpretes y participantes de la obra mayor que es el teatro de la vida. (2012: 9)
Bovino Maciel se atreve nuevamente, como en el anterior estreno La culpa de todos los muertos[2], a tratar temas profundos que ponen en cuestión determinadas conductas naturalizadas de tal forma que ya no nos asombran. En el espacio escénico despojado – dos sillas que cambian constantemente su ubicación - el texto espectáculo funciona en distintos niveles. Por un lado, a partir del núcleo duro de la historia, un acontecimiento real ficcionalizado - un asesinato todavía impune ocurrido en una playa de Brasil, en 2006 - el tiempo y el espacio se expanden y se contraen volviendo siempre a este epicentro. Por otro lado, a partir de la metateatralidad y del puro artificio, dado por los ensayos de dos obras: Las madres de Eurípides y Los hijos de Rosas, se manifiesta el otro nivel de la historia, donde se ponen en cuestionamiento los límites, no siempre claros, de la justicia y de la ética social. En una primera mirada, desde lo universal a lo particular, la cuna del teatro occidental y algunas de las heroínas griegas, víctimas de la ira de los dioses y de la brutalidad de los hombres – la anciana reina Hécuba, Clitemestra, Andrómana, se plantea una línea:

Director: ¡Mató a tu hijo, Rosa! Mató a tu esposo.(Todo muy enérgico, casi  encimados los parlamentos que se cambian)
Rosa: Un hombre ruin, abyecto y astuto.
Director: ¡Al piso! Tiráte al piso.
Rosa: ¿Por qué?
Director:Para que sientas la fuerza de la tierra en tu desprecio, tiráte, Rosa Raisa. ¡Al piso, abajo, arrastráte carajo! (Grita la orden)
Rosa:¡Soy una reina!
Director: Eras una reina, ahora no sos más que una vieja humillada, ¡al piso! Los griegos hacían eso, cuando sentían algún dolor moral se arrojaban de bruces, Rosa Raisa, al suelo, al polvo. Ya empezaban a mezclarse con la muerte implorando a la Tierra. (Todo lo dice con furia)

Luego, la perspectiva cambia repentinamente y nos ubica en nuestra historia, en nuestro pasado reciente, a mediados del siglo XIX, centrándonos en la figura tan discutida y contradictoria de Juan Manuel de Rosas y un secreto a todas voces: sus hijos con la criada Eugenia Castro, “la cautiva”. Figura que el revisionismo histórico intenta correr de la mirada clásica que lo ha demonizado:

Director: Deberías acercarte con más cuidado, aunque Manuelita y vos son hermanos, son de distinto rango, ella es la hija reconocida, la hija que Rosas le presenta a todo el mundo, casi una canciller del gobernador. Vos sos el hijo de la Cautiva, el que mantiene escondido.
Adrián: Un bastardo, ¿no?

Director: Peor que eso: sos la vergüenza de tu padre, él es un hombre importante y la gente decente no anda teniendo hijos con los criados.

Manuelita:¡Pero es mi hermano!

Director: Sí y no. De puertas adentro son hermanos, de puertas afuera vos sos Manuelita la hija oficial de Rosas y él es el hijo de la criada, ¿se entiende?

Manuelita:No.

Director: ¿Qué es lo que no entendés, Lucía?

Manuelita: ¿En qué se diferencia la conducta de un hermano normal de un hermano así? (Con crudeza y voz muy firme)

Mientras el punto de partida y de llegada es nuestra actualidad, estos saltos temporales, a partir del discurso verbal, nos envuelven a partir de los diferentes cuestionamientos: la arbitrariedad, la institución del matrimonio, la “categoría” de bastardo o legítimo, el costo de sostener las apariencias,… El tratamiento espacial, a partir del desplazamiento de los personajes, es otro acierto de la puesta en escena que, necesariamente, también involucra al espectador. Espacio ficción que se expande hacia las butacas y hacia los recovecos por detrás del espacio escénico, un camarín a cada lado, lugar en que los diferentes personajes esperan su turno en el ensayo correspondiente. Las buenas actuaciones, con algunos altibajos por parte de los más jóvenes, le otorgan al hecho teatral el clima necesario para el desarrollo de la acción dramática que el texto primero requiere. En especial, Mauricio (Federico Alí), el director en la ficción, le imprime el ritmo, la energía particular y la obsesión por el teatro a partir de sus tonos y de su gestualidad corporal, sin duda el alter ego del escritor. El personaje ausente, Ramiro, se construye a partir del discurso de los otros personajes, hijo de Rosa y Aníbal, el joven nunca ha trabajado y durante sus vacaciones en Brasil su violencia no encuentra límites: un desolador producto de nuestra sociedad. El espectador percibe, a nuestro parecer, que a este canevá teatral lo hemos confeccionado entre todos, porque en mayor o menor medida la historia nos une con siglos de violencia y actos atroces que nunca, lamentablemente, recibirán por parte de la justicia y de la sociedad su real castigo. Quizá en última instancia, Los hijos de Rosas, es más que un relato que incluye tres micro-historias sin un cierre, es la propuesta de un teatro comprometido con nuestra memoria colectiva e individual que intenta que no se adormezca en “el teatro de la vida”.













Los hijos de Rosas
de Alejandro Bovino Maciel. Elenco: Federico Alí, Vanina Cavallito, Juan Matías Grassi, Juan Manuel Romero, Claudia Elena Villa, Mariana Medina. Diseño sonoro: Malena Graciosi. Realización: Malena Graciosi, Alexis López. Diseño de luces: Lautaro. Operación de luces: Oscar Canterucci. Asesoría de vestuario: Miguel Pencieri. Diseño gráfico: Anahí Afriol. Fotografía: Pascual Glauser. Prensa: Alicia Accinelli. Producción ejecutiva: Pilar Ortiz. Asistencia de dirección: Belén Muñoz. Dirección: Jorge Graciosi. Teatro del Pasillo.












Bovino Maciel, Alejandro, 2012. Teatro Político I. Asunción: Intercontinental (8-9)





[1] Nació en Corrientes, en 1956. Médico Psiquiatra, egresado de la UBA, y escritor. Trabajó 8 años junto al escritor Augusto Roa Bastos en Asunción, Paraguay. Docencia: enseño en la UCSA en Asunción, desde 1999. Cátedras de: Neuropsicología, Psicosemiología, Psicopatología, Semiótica del discurso publicitario. Actualmente dicta Curso de Actualización en la Universidad Nacional de Asunción: “Actualización en Género, violencia y psicopatología”.  Libros publicados: 1) “La salvación, después de Noé”, 1989. Cuentos y ensayos sobre temas de la Biblia. 2) “Los conjurados del Quilombo del Gran Chaco”, en co-autoría con: Augusto Roa Bastos (por Paraguay), Omar Prego Gadea (por Uruguay) y Eric Nepomuceno (por Brasil). Libro de relatos sobre la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) articulados en base a las observaciones realizadas en el teatro de operaciones por el cónsul británico y escritor sir Richard Francis Burton, 2000. 3) “El trueno entre las páginas”. Libro de conversaciones con Roa Bastos sobre temas políticos, literarios, biográficos. Con prólogo de Vladimir Krysinski, de la Univ. De Montreal. 4) “Polisapo” cuento en co-autoría con Roa Bastos. 5)  “La Bruja de oro” nouvelle infanto-juvenil. 6) “Prostibularias-1” en co-autoría con otros autores paraguayos y argentinos, 2002 7) “Diários de um rei exiliado”, novela sobre el viaje fantástico de João VIº de Brasil y Algarves, 1808 huyendo del avance de las tropas napoleónicas que invadían Lisboa, 2005. 8) “El señor es contigo”, un estudio del Feminicidio en Paraguay, 2005, co-autoría con Gloria Rubin. 9) “20 Poemas de humor y una canción disparatada”, en co-autoría con Pepa Kostianovsky, 2005. 10) “Culpa de los muertos” (novela sobre la dictadura militar argentina del ’76), 2007. 11) “Cuentos en la guerra y en la paz”, 2011.


[2] http://lunateatral.blogspot.com.ar/2011/09/culpa-de-los-muertos-de-alejandro.html




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