Un ascético escritorio, libros prolijamente
ubicados. Un pizarrón antiguo y convencional. Nada transgrede lo cotidiano, lo
real y concreto. Emerge desde la platea Azucena Marchitte, la figura
encorvada hace honor a su nombre, como una flor que se disgrega en
el esfuerzo por sostener libros y objetos; un rictus mitad risa mitad llanto
parece anticipar una dualidad que acompañará la historia. Ironía, parodia, risa
y sollozo contenido. Es la profesora suplente de literatura, así se
presenta, en un principio se comunica con la platea utilizando un
lenguaje refinado, barroquizado, complejo, los dichos y alusiones a poetas,
dramaturgos, novelistas pasan de ser respetados y canonizados en su decir hasta
que su verdadero drama personal empieza a perfilarse, somos testigos de su
historia; es allí cuando emerge la verdadera Azucena Marchitte, sus
apetitos sexuales reprimidos, sus sueños postergados donde el amar y ser amada
son una definitiva utopía Su rival en lo profesional y en la vida es
Josefina Urrutia, la titular, quien le sacó la “tarjeta roja” de la
felicidad en el aula y la vida. Es su antitesis, según su mirada:
desperjuiciada, viciosa, arribista.
La confesión ante los ocasionales espectadores, ¿alumnos?,
la sueltan para permitirse bailar, declamar y recrear con textos cada vez más
personales y auto referenciales a sus amados escritores, la genuina razón
de su existencia.
Carga sobre sus espalda el estigma de ser
siempre “La suplente”, la postergada, la que si tuvo novio fue un fracaso, la
que no tuvo ni un gusto de sus padres, aquella que por virtud de la
confesión que se atreve a hacer a quienes la escuchan, deja de lado todo pudor
y miedo al ridículo y se atreve a trocar el lenguaje purista por el soez, el
gesto recatado y coleto por la exaltación y el desenfreno. Esa transformación
de estados que logra la excelente intérprete María Rosa Frega, insta al
espectador a la risa y al silencio, al estupor y a la piedad ante su historia
que se adensa y culmina en una carcajada y los acordes de la Traviata que rematan la
escena final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario