El título en pasado, que parafrasea el título del tango de Pelay y
Canaro de 1943, nos habla de la reconstrucción de la mirada del otro
sobre uno mismo, la que lleva adelante sin superponerse a la real
Virginia Innocenti1 desde la voz, el cuerpo, con la impronta si de
alguna gestualidad que nos recuerda a la memorable Tita. En el escenario
del Maipo la actriz nos ofrece un relato unido por la música, aún en
sus silencios, ya que desde el piano Diego Vila sostiene la tensión y el
diálogo con la actriz a partir de la mirada. Relato cronológico pero
fragmentado, que avanza y retrocede marcando los momentos más íntimos de
la Merello: el abandono, el amor, el desamor, la soledad, la necesidad
de trabajar para sobrevivir en una ciudad fagocitadora de débiles; la
puesta muestra como el personaje Tita se come a Laura Ana, la persona
real, y trasluce una fortaleza que es un castillo de naipes. Virginia
Innocenti y Luciano Suardi aciertan cuando comprenden que la dureza de
Tita es refugio y que su fuerza reside en su porfiada debilidad: “No sé
cantar, no se bailar, no se hacer nada, pero tengo dieciséis años”. Del
mismo modo aciertan cuando no intentan darle a la interpretación de los
tangos más representativos de la Merello, en la voz de la Innocenti ni
el tono ni el color de Tita, ni siquiera reproducir su cadencia2 sino
que la actriz en el presente de su acto es ella y la otra en un diálogo
precioso. En un escenario despojado de brillos inútiles, con una mesa
funcional a los desplazamientos de la actriz, que es también el objeto
de equilibrio entre ella y el piano, un telón pantalla, un juego preciso
con las luces y un vestuario que la ubica en tres momentos de su vida
que aparecen ligados por la música y la letra de los tangos, son
suficientes para describirla sin apelar al rigor histórico. Tita hija,
Tita mujer, Tita enamorada, Tita abandonada y perseguida, recuperada por
la amistad y la memoria, Tita agradecida, una mujer que atravesó el
siglo y siempre tuvo mucho que decir. Todas ellas aparecen por la
maestría del trabajo de la Innocenti que despliega su talento sin
desmesura y que demuestra una vez más, que es no sólo una muy buena
actriz sino también una maravillosa intérprete de la música popular. No
la imita, la comprende, la describe desde ella misma, encarnada en la
Merello; así su cuerpo menudo crece o se repliega según el curso del
tiempo, impiadoso y cruel. De la risa al llanto, del dolor a la
esperanza, Innocenti logra que el espectador se acerque a la mujer a
partir de sólo unos pocos hitos importantes de la vida de la diva. Hacia
el final que no lo será, porque todos queríamos más y generosamente se
nos dará un plus; del telón de fondo surgen las fotografías en paralelo
que muestran a ambas y nos dejan la dulzura del recuerdo, y en real la
imagen de una Tita entonando su tango más característico, aquél que la
pinta de cuerpo entero. El Maipo3 es un espacio significativo, porque la
trayectoria de la sala tiene mucho en común con la trayectoria de Tita,
hasta en esto se sitúa la Innocenti, cuando dialoga con el público a la
manera de… pero con una gracia propia. Difícil tarea ser otra desde lo
visceral, desde uno mismo, pero el trabajo es exquisito y el esfuerzo
vale la pena.
Dijeron de mí de Virginia Innocenti. Elenco: Virginia
Innocenti. Diseño de espacio escénico: Oria Puppo. Diseño y realización
de vestuario: Pablo Battaglia, Mónica Mendoza. Diseño de iluminación:
Omar Possemato. Peinados y pelucas: Oscar Colombo. Maquillaje: Francisco
Ingratta. Asesoramiento de imagen: Horace Lannes. Asistente de Oria
Puppo: Cecilia Stanovnyk, Leticia Ragozzino, Sofía Galazzi. Realización
escenográfica: A&B realizaciones escenográficas. Coreografía:
Cecilia Elías. Fotografías de Tita Merello: Annemarie Heinrich.
Producción fotográfica de Virginia Innocenti: Estudio Heinrich
Sanguinetti. Arte y diseño: Pablo Bologna. Prensa: Duche & Zárate.
Asistente de dirección: Marcelo Szereszevsky. Producción artística: Lino
Patalano. Piano y dirección musical: Diego Vila. Dirección general:
Luciano Suardi.
1 Virginia Innocenti, es actriz de teatro de cine y televisión donde sus
recordadas interpretaciones han obtenido el reconocimiento del público y
de la crítica especializada. En 2001 recibió la distinción Premio Konex
como una de las cinco Mejores Actrices de cine de los ’90 y en 2011como
una de las Mejores Labor Teatral Unipersonal de la última década. En lo
musical por su disco Habrá fue nominada a los premios Gardel como Mejor
intérprete y por su compacto En agua negra obtuvo el Premio Clarín 2006
como Revelación Mejor Intérprete Melódico Popular.
2 Dice Osvaldo Pellettieri de su cadencia: “A ese balbuceo que compartía
con la mayoría de los actores cómicos argentinos, Tita le insufló la
expresividad “canyengue” de todo su cuerpo, de su estado de ánimo, de su
andar y, especialmente, de su elocución. Desde su forma de sentarse
hasta su discurso se plegaban a esa actitud. Su entonación “llorada”,
nasalizada, era a veces seria, otras graciosa o cachadora, pero siempre
canyengue.” (2003, 135)
3 Tita Merello actuó por primera vez en el teatro actualmente denominado Maipo en 1923, hasta el año 1922 denominado Esmeralda, en la revista cuyo título era Las modernas Scherezadas de Roberto Cayol, cantaba el tango “Trago amargo”; cuando sólo tenía diecinueve años. El autor la definió con el apelativo Tita. En este teatro fue figura estelar compartiendo cartel con los cómicos Pepe Arias, Marcos Caplán y Luis Arata. El periodista Jorge Göttling expresó: «Ella contaba que allí, con ese lúgubre decorado, cantó en público el primer tango, con su voz feroz y desafinada. Estrena el tango Se dice de mí de 1943, en la Comedia musical de Ivo Pelay y Francisco Canaro Buenos Aires de ayer y de hoy. Es una canción concebida originariamente como milonga, con música de Francisco Canaro y letra de Ivo Pellay, con rica historia en Hispanoamérica. La primera grabación de "Se dice de mí" la hizo Canaro con la voz de Carlos Roldán, en un registro argentino del 19 de mayo de 1943; la letra era para que la cantara un hombre, pues el protagonista era un varón. La canción adquirió notoriedad al ser interpretada por Tita Merello en una versión femenina en la película Mercado de abasto, de 1955, con dirección de Lucas Demare. Casi cincuenta años después, la canción volvió a reeditarse, como cortina musical de la telenovela colombiana de éxito mundial Yo soy Betty, la fea. El leitmotiv musical de la telenovela es este tema interpretado por la cantante bogotana Yolanda Rayo, en tiempo de milonga y en tiempo de salsa. La excusa es la coincidencia de la aparente fealdad de la protagonista de la canción con el personaje principal encarnado por la actriz Ana María Orozco.
Pellettieri, Osvaldo, 2003. “Tita Merello: el actuar como cantar un
tango” en De Eduardo de Filippo a Tita Merello. Del cómico italiano al
“actor nacional” argentino (II). Buenos Aires: Galerna /Instituto
Italiano de Cultura de Buenos Aires.
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