lunes, septiembre 05, 2011

Calunga Andumba de Susana y Carmen Platero



"Lo que hay que entender es que al negro no podemos tratarlo como a los dinosaurios que ya desaparecieron. Siempre estuvimos, estamos y estaremos luchando contra esa avaricia del hombre, del sistema que capitaliza toda las fuerzas de nuestra cultura y si nos descuidamos lo transforman en algo vacío de sentido. Es un llamado a la integración, nuestra formación cultural no viene de una universidad, nuestra cultura se ha mantenido en los conventillos, en las villas y en los lugares de exclusión",

(Diego Bonga, del movimiento afro cultural surgido hace ya 22 años)

En una ciudad virreinal la figura del negro esclavo formaba parte del paisaje cotidiano, la Buenos Aires colonial no escapaba a ese raro privilegio, con sus casi cuarenta mil habitantes, el porcentaje de población de raza africana era muy alto. Ese actor social, traído a la fuerza en barcos /cárceles, apresado en su suelo natal para ser vendido por mercaderes legalizados o no como carne de trabajo, fue adquiriendo con el tiempo, luego de comprar con sangre y dinero su ansiada libertad1, un lugar realizando tareas artesanales altamente requeridas por su calidad y arte, llevando adelante la cultura propia o adquirida con el correr del tiempo, escribiendo poesía, enseñando música, cantando y actuando, siendo aplaudidos por todos los públicos, como al famoso payador Gabino Ezeiza2. Sin embargo, el teatro rara vez dio cuenta de su presencia, importancia y mérito, cumpliendo así por omisión con el proyecto oficial de invisibilidad de su raza. De este recorrido silenciado Susana y Carmen Platero construyen una textualidad de carácter épico, ya que narra en cuadros, unidos por su temática, una historia coral que involucra a los personajes como tales, pero que dialoga con el espectador que consciente o no de los hechos, se acerca desde las acciones, la música y la danza a un relato velado pero real. Las hermanas Platero traen nuevamente a la escena la pieza tras décadas de silencio; Calunga Andumba, - Calunga es la diosa del mar, de origen bantú y Andumba una onomatopeya afro-rioplatense que incita al movimiento - fue escrita a mediados de los 70, sin embargo su temática, la identidad de una raza que también forma parte de la nuestra, es de absoluta actualidad. Desde los ámbitos académicos, y políticos, hoy se vuelve la mirada a la construcción de nacionalidad, para entender hacia donde vamos sin perder la memoria de donde venimos. Antes de acercarse al Centro Cultural Raíces la obra tuvo dos presentaciones en el 2010 en el teatro Empire3 y fue declarada de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. Las hermanas Platero fueron fundadoras de La Comedia negra de Buenos Aires, compañía de teatro que nació en 1987 luego de un proceso de gestación muy largo; ya que comenzó en los años 70; su proceso creativo fue interrumpido por la dictadura militar, para luego de la democracia recuperada en 1983, retomar su trabajo4. Esta vez, la puesta está bajo la dirección de la actriz cubana Alejandra Egido5. La búsqueda y la difusión sobre la identidad africana en nuestro país, tuvo en mayo de 2009 una expresión artística de trascendencia en el Festival Argentina Negra, en la sala del Bauen. Su directora Miriam Gomes, que es además líder de la Sociedad de Socorros Mutuos Unión Caboverdeana de Dock Sud, afirmaba: … la ascendencia africana es mucho más que negritud, tambores y pelos rizados. "Somos casi 2 millones de afro descendientes en Argentina, el mestizaje puede haber borrado casi todos los rasgos de negritud", explica esta hija de caboverdianos –el conjunto de islas que servía a los portugueses como centro de distribución de esclavos a partir del siglo XV. (…) A pesar de que el tiempo de los reclamos, la exclusión y el racismo todavía no pasó, una nueva oleada impulsa la relación entre el país y sus raíces africanas: "A partir de 2001 el argentino volvió a preguntarse quién era, de dónde venía, volvió a mirar más adentro y ahí encontró muchas cosas propias que creía ajenas" La puesta que vimos en Centro Cultural Raíces es otro exponente, desde lo artístico, de la necesidad de encontrarnos a nosotros mismos, continuando un largo proceso comenzado con el revisionismo histórico de los setenta, y cuya continuidad es imprescindible para entender la conformación de una identidad nacional en continua construcción, donde muchas veces el discurso hegemónico formaba un imaginario social donde la exclusión de algunos de los actores sociales eran la premisa. Por todo esto, el hecho espectáculo transciende y desborda el espacio teatral del Centro Cultural, un espacio reducido donde los libros parecen dar la bienvenida a cada espectador. Ya en la sala, la iluminación anticipa desde el inicio que la historia nos pertenece al quedar por varios minutos el público al descubierto. El asesoramiento antropológico e histórico es el principio constructivo de la obra, así en el rescate y en la visibilización de la cultura afro - argentina el dispositivo escénico da cuenta de nuestra memoria colectiva. A través de las imágenes que se proyectan en el panel de tela traslucida –como queriendo ocultar lo inocultable- y del accionar de los actores por detrás de este lienzo, el espectáculo se presenta como un viaje desde aquella África del siglo XVI-XVII y sus barcos “negreros” en una travesía eterna hasta llegar al Virreinato del Río del La Plata. Viaje que culmina con la situación sufrida por Pocha Lamadrid en un inexplicable y vergonzoso suceso (2002) en Migraciones de nuestro país -"no podía ser argentina y negra". Los actores afro - descendientes construyen una corporalidad social que da cuenta de este proceso de invisibilización de la población afro y de sus raíces culturales. Y, como dos polos que no deberían ser opuestos, identidad y poder son antagónicos. Así, a la izquierda del escenario, la música en vivo con instrumentos de percusión –quizás la forma más ancestral- y, a la derecha, el poder y su discurso hegemónico en el intento justificar la aparente “desaparición” por causas naturales - la Asamblea (1813) aunque decretó la Libertad de Vientres no consideró el derecho de libertad a los esclavos existentes, la Guerra del Paraguay (1865-1870), la fiebre amarilla (1871), son todos hitos que el discurso del poder utilizó y utiliza para justificar la negación de una parte de nuestra identidad y nuestra entidad como nación. Desde el espacio lúdico y desde nuestra historia, al ritmo del candombe –prohibido por el Cabildo en 1825- y a pesar de las estrategias de opacidad y de “vasallaje”, de discriminación física y cultural, de la esclavitud y de la “venta” de mercancía, comenzaron a organizarse y, entre otras cosas, a publicar periódicos -El Unionista, La raza africana, El proletario- no sólo para la defensa común, sino también para construir una identidad afro - argentina como sujeto histórico-social. El logro de Calunga Andumba y de todo el grupo de profesionales es concretar lo dice el programa de mano: “Desde el teatro, el candombe, la poesía, las luchas, las alegrías y la memoria de los afroargentinos.”





Calunga Andumba de Susana y Carmen Platero. Elenco: Irene Gaulli, Carmen Yannone, Álvaro Hernández, Damian Flores, Pablo Aparicio, Rafael Prieto. Percusión en Vivo: Ángel Koba y Jorge Paniagua. Escenografía y Realización. Mara Capaccioni. Diseñadora de Luces: Cecilia Galasse. Montaje de Voces (Pregones): Mariana Pereiro. Montaje de Coreografía (Barco): Macarena Cambre. Música: Ignacio López. Asistencia Histórica Creativa: Lea Geler. Productora Ejecutiva: Gabriela Fernández Gavilán. Prensa: Denise Salvador. Dirección: Alejandra Egido. Centro Cultural Raíces (2011).
 










1 Según la Asamblea del año XIII se decretó la libertad de vientres, un año antes se había prohibido la llegada de esclavos, pero la ley contenía algunos puntos no tan claros ni decisivos ya que la libertad adquirida por haber nacido luego del 31 de enero de ese año, no era tal. Los varones hasta los veinte años y las mujeres hasta los dieciséis, si no se casaban antes, debían quedar en la casa de los patrones sirviendo gratuitamente hasta los 15 y 14 años respectivamente.

2 Actores y actrices negros los había desde el tiempo anterior a la Revolución de Mayo, por supuesto como esclavos ya que los directores, o algunas compañías los poseían y estaban obligados a mantenerlos y enseñarles el oficio. Como afirma Beatriz Seibel de Ninfas a capitanas “la mujer negra o mulata esclava eventualmente podía tener acceso a los escenarios cuando sus amos eran cómicos, o estaban “alquiladas” o cedidas en usufructo a ellos…” (58). Pero luego, después de haber atravesado desde las invasiones inglesas, las guerras de Independencia, las intestinas, y la del Paraguay, en calidad de libertos y libres, fueron desarrollando en la sociedad una cultura propia, que tenía sus diarios y revistas para expresarla. De estos espacios ganados con esfuerzo fueron desplazados por la ola inmigratoria europea auspiciada por el proyecto liberal de la generación del ’80, que puso en acto los ideales del Salón literario de 1837. Entre las personalidades artísticas más destacadas de fines del siglo XIX se encontraba Gabino Ezeiza, un afroargentino apodado el Negro Ezeiza, (Buenos Aires, en el barrio San Telmo, 3 de febrero de 1858 - ídem, en el barrio de Flores, 12 de octubre de 1916) músico y payador argentino. Ezeiza fue el invencible, el más famoso en el arte de payar, tanto en su tierra como en el Uruguay. Se afirma que dejó obras teatrales, hecho posible porque el payador no fue tan inculto como decían ciertos "intelectuales". Gardel y Razzano lo conocieron en los comités políticos, como a casi todos los payadores de aquel tiempo, y ese conocimiento se hizo trato amigo en la rueda del popular Café de los Angelitos. A su muerte, el dúo cantó en su homenaje Heroico Paysandú, - la célebre canción con la cual venció al payador oriental, convirtiéndose en uno de los dos payadores más importante de la historia (junto con Santos Vega)- , que años después llevó al disco Gardel.

3 Se presentó el 17 y el 24 de noviembre de 2010 en el teatro Empire.

4 Las creadoras de este proceso Susana (ya fallecida) y Carmen Platero, dos hermanas afro porteñas que, en la década del 70, cuando la mayoría de las expresiones artísticas afro argentinas pasaban por la música, prefirieron la dramaturgia para contar el relato omitido de su comunidad, ese que no aparecía en la “historia oficial”. Luego de tantos años, a pesar de todo lo que nos ha pasado como sociedad, el tema es eludido o escasamente narrado. Ellas formaban parte del movimiento de teatro independiente, por lo tanto, consideraban que este tenía una función social muy clara, el dar a conocer una realidad poco transida a una sociedad que en aquella década presentaba una profunda convulsión política, así trabajaron la relación de la historia con el teatro, y le dedicaron su vida a esa labor. Presentaron varios espectáculos, como “Vigilia” o “Canto a las Américas Negras”, donde siempre el trasfondo temático era la denuncia de la exclusión y del silencio. Fue en 1976 cuando estrenaron Calunga Andumba en “Los teatros de San Telmo”; la puesta presentaba una narración no lineal sino que se trataba de secuencias que tenían un argumento implícito. El tema transversal era la discriminación racial y la trata de personas. La mirada del público y la crítica ha variado desde el momento del estreno hasta hoy, como se puede comprender: “La crítica elogió la propuesta y les fue muy bien. Pero el público que asistió ver Calunga en los 70 era básicamente académico: antropólogos, sociólogos, historiadores… Era una obra “de estudio”, que tocaba el tema de la afro descendencia e intentaba instalar una reflexión. Instaba a tener una mirada diferente sobre la historia argentina, a pensar en los afro argentinos en presente…“En aquella época nosotros abrimos una ventana que estaba herméticamente cerrada”, explica Carmen Platero, autora de la obra. La dictadura militar terminó con la obra y las hermanas exiliaron. Susana Platero viajó a África y Carmen a Europa. Susana regresó al tiempo y continuó su carrera artística. Además de actriz, ella era cantante. “Una contralto con un registro exquisito”, recuerda su hermana. Con el retorno de la democracia, en 1983, Carmen también volvió también al país y en ese momento encararon juntas el resurgimiento de su proyecto teatral. Comenzaron a formalizarlo, a abrirlo a otras posibilidades e hicieron una convocatoria (a través del diario) para formar un grupo de teatro. Ese proceso culminó en 1987 con la creación de La Comedia Negra de Buenos Aires. Participaban afro argentino, afro uruguayo, afro peruano y afro brasileros. Al poco tiempo reestrenaron la obra primero en el Teatro Colonial y luego en el Teatro de las Provincias, un espacio que consiguieron luego de una lucha intensa. El reestreno causó un efecto completamente distinto al de los años 70. “En los 80 fue una sorpresa, fue como una bomba”, comenta Carmen. Era plena democracia, el público que asistía a ver la obra era más amplio y la ventana que la década pasada no conseguía aflojar su manija, esta vez comenzaba abrirse.

5 La actriz tiene una vasta carrera actoral, al igual que su madre, la famosa artista cubana Elvira Cervera. Egido se formó en Cuba, es graduada de la Escuela Nacional de Arte y hasta 1997 amplió su formación en su país natal con distintos maestros, locales o de otros países. Luego viajó a España y continuó su desarrollo artístico en ese país. Participó de decenas de obras en ese y otros lugares, como Colombia, Estados Unidos, Italia, Francia, Bélgica… luego, en 2007 llegó a Argentina y aquí también se subió a las tablas. Fue asistente de dirección de “Corbatas Chinas”, una propuesta de Alfredo Megna y presentó obras de su autoría como “Visibles” y “La Cadena Invisible”. Cierto día de mediados de agosto de 2009 conoció a Carmen Platero. Ella quería reestrenar Calunga y el INADI había decido apoyar el emprendimiento. En ese marco, ese instituto las presentó. Luego, el INADI abandonó el proyecto pero las mujeres no, y siguieron adelante.



Seibel, Beatriz, 1990. De Ninfas a capitanas. Buenos Aires: Ómnibus, editorial Legasa.

Argentina / Cultura: Vuelve La Comedia Negra de Buenos Aires en Legado Afro Herramienta comunicacional de las Oraper.








   


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